Se llama Javier Ochoa y ha ganado la XXII edición del concurso de escritores noveles de la Diputación de Jaén, con la novela «Nunca te quise tanto como para no matarte». Por un rato. Una comisión técnico/ética/política ha revocado la decisión del jurado literario porque, a juicio de la Inquisición Progresista, el autor atenta contra las políticas de igualdad y la ideología de género. Me entero por Pérez-Reverte, al que casi le da un patatús cuando lo supo.
El pajinismo anda de capa caída. Tantos años dando la vara y al final resulta que los grandes éxitos literarios de los últimos tiempos son la famosa trilogía de Grey, joven masoca encoñada con magnate sádico, y la trilogía de Millenium, Los hombres que no amaban a las mujeres, sin olvidar el gran súper ventas, Diario de una sumisa. Qué desastre... Elena Valenciano ya no va de fiestas salvajes y la Aído se queda sin casoplón en Manhattan.
No se puede ni ir al cine. Para empezar, los clásicos deben ser depurados. Ese bofetón a Gilda, ¡por las enaguas de la Pachamama! ¿¡Cómo no le montan un juicio en efigie a Glen Ford, ese maltratador compulsivo!? Robert Mitchum en La Noche del Cazador. Los caballeros las prefieren rubias, que encima la escribió una mujer, donde Marilyn cantaba que el mejor amigo de las chicas son los diamantes. Humphrey Bogart, ¡juicio sumarísimo ya! Y el peor de todos, John Wayne. Repugnantes machistas que disfrutan con El hombre tranquilo, ay, cómo lloramos por Maureen O'Hara. El Señor de los Anillos, ¿qué pasa? ¿no había ni una hobbit, ni una orca? Lo más femenino de la trilogía era el Ojo de Sauron. Aquella de Almodóvar antes de pasarse a las de Pajares y Esteso, Átame, prohibidísima, un tipo que secuestra mujeres y encima les gusta.