martes, 28 de diciembre de 2010

Los dinosaurios de la Ley Sinde

Los dinosaurios y el ser humano no podían convivir, es así de sencillo, para que el hombre pudiera construir Disneylandia era condición sine qua non la eliminación de bichos carnívoros con diez toneladas de músculo. El fumador no pudo coincidir con el móvil como el hombre no pudo hacerlo con los dinosaurios, dice Arcadi Espada, y con razón señala que si a un fumador de los setenta le hubiesen dado una vuelta por el siglo XXI solo creería lo de los parques sin tabaco como producto de alguna hecatombe social. Sin embargo, Arcadi no ve que su propuesta para prohibir la copia e intercambio de archivos es un dinosaurio en tierra de hombres.



El presidente de Aevideo (Asociación Española de Videoclubs y Tiendas de Ocio), José Luis Cabreras, se queja amargamente porque en 2003 había más de 10.000 videoclubs y hoy hay 2.000. Efectivamente, los dinosaurios debieron pasarlo mal hasta extinguirse, pero hay esperanza: algunos se transformaron en periquitos y otros en gallinas, coexistiendo sin problema con el ser humano. Si mañana abre en mi barrio un videoclub donde comprar las películas sin otro soporte físico que mi pendrive, con la máxima calidad digital y a un precio razonable (digamos 0.50 eu/u) les garantizo el éxito absoluto. También podrían dedicarse a vender lámparas de aceite, o coches de caballos, pero su futuro será incierto.

Pero eso es robar, dice uno de los mejores actores españoles, Eduardo Noriega. Para él, copiar e intercambiar archivos es lo mismo que robar libros, música y películas. Noriega no es juez, pero juzga y sentencia, sin tener en cuenta que todos los jueces en España dicen exactamente lo contrario, todos, en todos los casos: intercambiar enlaces y archivos, empezando por el mayor proveedor del mundo (Google) hasta los de seriesyonkis, es perfectamente legal. Alejandro Sanz, uno de los mejores músicos españoles, nos llama fascistas.

Y un amigo nada sospechoso me dice: vale, pero es que los uploaders de seriesyonkis se están forrando. Lo que mi amigo quiere decir es que están cometiendo un delito, que puede ser, no digo que no, pero entonces no hace falta ninguna Ley Sinde por mucho que la exigieran Bush y Obama. Denuncia, juicio y el que la hace la paga. Nada más. Pero la cosa no termina ahí. ¿De verdad crees que "se están forrando"? Puedo asegurarte que no, por una razón muy simple, la más sencilla del mundo: si esas páginas fueran tan buen negocio, serían las grandes industrias del lobby audiovisual quienes las montarían a centenares.

Un compendio de esa disparatada teoría sobre lo que es robar o no, lo ofreció Forges en sus viñetas:
Decir que la libertad de expresión exige el "regalo" de las obras por los artistas es como decir que la libertad de comercio exige el "regalo" de los percebes por os percebeiros.
Berasategui puede inventar el mejor arroz con percebes del mundo, y vender su receta en libros llenos de preciosas fotos, hará un programa de máxima audiencia, montará una página web con publicidad de Michelín y venderá sus raciones al precio que le dé la gana. Lo que no puede hacer Berasategui es cobrar a la señora María por copiar la receta en un papel e intercambiarla con Pepa, la del quinto, que tiene otra muy buena para hacerlos cocidos. El chef contemplará cómo la gente que pasa por su puerta se extasía ante el aroma de sus percebes, y no podrá cobrarles por ello, al contrario, ese aroma le llenará el restaurante en horas difíciles.

Otra cosa es que los percebes huelan a rancio, y que la gente no los quiera ni regalados. Es lo que pasa con casi todo el cine español actual. Por esto Isabel Coixet dice sentirse "dividida". Lógico, por más que busque no encontrará películas suyas en los portales P2P, ni de ella ni del 90% de nuestro cine patrio. Queda un 10% de cine español potable. Lo mismo: es prácticamente imposible encontrar la última de Alex de la Iglesia en la red, y no por mala, sino por autoregulación de los usuarios españoles. Si esto es así, y es un hecho, lo que habría que preguntarse de verdad es a qué dinosaurios andan protegiendo cuando sabemos que menos del 1% de los internautas españoles se baja alguna vez películas españolas. Ni regalado, que ya es decir.

Eso sí, anoche me pude visionar en la 2 sin publicidad El hombre tranquilo, de John Ford, y la grabé para mi vecina Pepa (la de los percebes), que tenía partida de cartas y no podía verla: ¿seré un delincuente?

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