Mostrando entradas con la etiqueta Roma. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Roma. Mostrar todas las entradas

lunes, 18 de junio de 2012

La Batalla


 Soy español, cosas del destino, podría haber venido al mundo en cualquier otro lugar pero tuve suerte. Si fuera sioux cantaría las glorias de mi pueblo, alabaría a nuestros grandes líderes, la sabiduría de los ancianos, el coraje de los guerreros y el poder omnipotente de Manitú. Contaría la batalla de Little Big Horn, en que 6.000 guerreros vencieron a 600 enemigos, matando a 268. Pero resulta que soy español, y por estos pagos de Hispania una batallita así no va más allá de nota a pie de página.

Si fuera sioux narraría las glorias de Caballo Loco, pero no puedo, ¿cómo podría si entre mis antepasados hay hombres como Blas de Lezo y Olavarrieta? No tenía la melena del indio, de acuerdo, pero aquel vasco manco, cojo y tuerto hizo hincar de rodillas al imperio inglés, defendió Cartagena de Indias hasta la muerte y desarboló el mayor desembarco anfibio de la historia hasta Normandía. Cuando el capitán Julio León Fandiño cortó la oreja a Robert Jenkins lo mandó a la Cámara de los Comunes con la oreja en la mano: «Ve y dile a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve». Haciendo un esfuerzo podría comparar a Hernán Cortés con Julio César, pero aclarando, tal y como hace Bernal, que las gestas del español superan a las del romano en cualquier aspecto, en todos. César, que lloró en España ante una estatua de Alejandro, se hubiera desesperado de conocer a Cortés. Es como una entrevista que leí a Freddy Mercury, a finales de los ochenta. Mercury era una súperestrella genial y entrañable que admiraba la voz de Montserrat Caballé, pero pensaba inocentemente que, ante un gran auditorio, él tendría que asumir el peso del espectáculo. Según explicó él mismo, todas las dudas desaparecieron en el primer segundo de la diva ante miles de personas. La Caballé, aquella amable señora, se transformó en una diosa madre íbera, la Dama de Elche, proyectó su voz y mandó como mandan los toreros. Mercury solo podía adorarla. No es lo mismo. Será muy difícil ser un Freddy Mercury, pero ser Montserrat Caballé es otra cosa, es un milagro.

 El 387 aC Roma fue saqueada por los galos (varrón mantuvo que la fecha fue el 18 de julio de 390 aC), y ocho siglos después Roma fue saqueada por los visigodos al mando de Alarico (el 24 de agosto de 410 dC). Era el fin del imperio en occidente y el principio de las naciones romanas. Todavía ocho siglos más tarde, el 16 de julio de 1212, aquellos romanos y godos romanizados, se enfrentaron en la más grandiosa batalla que pueda imaginarse contra la tiranía y la barbarie, en Las Navas de Tolosa, sencillamente, La Batalla. En unas horas nuestros padres, unos 70.000 hombres libres, arrasaron a más del doble de sarracenos y pasaron a cuchillo a cien mil fanáticos que habían jurado destruir Europa y convertir Roma en cuadra para sus caballos. "Hombres libres", han leído bien, porque mi nación es única en el mundo también en esto, hombres de frontera que junto al arado guardan su tizona toledana. Las palabras "guerrilla" y "guerrillero" son ahora universales, pero nacieron allá donde los hombres eran libres para defenderse: casualmente es mi país.

martes, 25 de mayo de 2010

Delendus est


Mientras lo apuñalaban, caído en el suelo, gritaba: ¡Aún estoy vivo! ¡Aún estoy vivo! Tan vivo estaba que los conjurados se aseguraron de su muerte ensañándose. Hasta la joya de la corona, entre las piernas, recibió el cuchillo. Calígula se lo había ganado a pulso y terminó allá donde se amargan los pepinos, donde el mar no se puede concebir. No hace falta que Zapatero vaya tan lejos, con volver a León vale. Mejor a la Venezuela bolivariana, o que monte una sucursal peronista en Argentina.

Me ha traído muchas dudas esta analogía. Lo que debe ser destruido es un sistema, un statu quo, no una persona, y el sistema corrupto de fin de ciclo se veía mejor en la Roma de Cómodo. Pero Cómodo representa el principio de la decadencia que llevaría a gobiernos militares y ventas del imperio. Aún no estamos en eso. Y le tengo manía. Desde que Ridley Scott se cargó su historia en Gladiator (imaginen lo que le ha hecho a Robin Hood), haría falta explicar demasiadas cosas para entenderlo. La primera, que no lo mató un imaginario gladiador, sino Marcia, su concubina, a la que pensaba ejecutar esa misma noche. Lucila tampoco era aquella virtuosa romana holliwoodiense, sino un putón verbenero como su madre, que no intentó matar a Cómodo por malo, al revés, al intentar matarlo por propia ambición, su hermano se volvió loco. La diferencia es que la locura de nuestros políticos viene de serie. Solo a nuestros indígenas se les ocurren chuminadas como que “Jesucristo dijo «la verdad os hará libres» mas yo os digo: la libertad os hace verdaderos”; hay que tener un desahogo mental inaudito.

Centrando la cuestión, el objetivo no era matar a Calígula, sino restaurar una República más justa. De nada sirvió su muerte. El don Tancredo de entonces se llamaba Claudio y, como Rajoy, pasaba por allí, amagado tras una cortina. Por supuesto que Roma respiró tranquila con Claudio, alargando una agonía que seguiría con Nerón y que, cuando Galva quiso apostar por sensatez y austeridad, terminaría en guerra civil. No es eso, no es eso, el recambio por sí solo no sirve, sea del mismo partido o de la oposición.

viernes, 24 de julio de 2009

Roma, requiem por un sueño

Tito Pullo (o Titus Pullo, Pullón, Pulcio, Pulción, Pulfio) y Lucio (Lucius) Vorenus son los personajes a través de los cuales discurre la Roma de John Milius. También fueron dos personajes reales, a los que menciona César en La Guerra de las Galias durante la rebelión de los belgas. Eran dos centuriones de la IX Legión, que los guionistas cambiaron por la XIII dado que esta cruzó el Rubicón. Ambos rivalizaban por conseguir promocionarse como Centurión Primus Pilus, jefe de centuriones de una legión, jefe militar sobre el terreno y brazo derecho del Legado. En palabras de César: "defendiendo el uno la vida del otro, sin que pudiera decirse cuál de los dos mereciese en el valor la primacía".
Este vídeo es mi pequeño homenaje a Roma, requiem por un sueño.

César elogia en sus “Comentarios” la actuación de la Novena, de su legado Cicerón, y habla sobre estos dos centuriones de manera sorprendente porque César es un hombre parco en halagos. Esto dice de Pullo y Voreno:
V-XLIV. “Había en esta legión dos centuriones muy valerosos, Tito Pulfion y Lucio Vareno, a punto de ser promovidos al primer grado. Andaban éstos en continuas competencias sobre quién debía ser preferido, y cada año, con la mayor emulación, se disputaban la precedencia. Pulfion, uno de los dos, en el mayor ardor del combate al borde de las trincheras: « ¿En qué piensas, dice, oh Vareno?, ¿o a cuándo aguardas a mostrar tu valentía? Este día decidirá nuestras competencias. » En diciendo esto, salta las barreras y embiste al enemigo por la parte más fuerte. No se queda atrás Vareno, sino que temiendo la censura de todos, síguele a corta distancia. Dispara Pulfion contra los enemigos su lanza, y pasa de parte a parte a uno que se adelantó de los enemigos; el cual herido y muerto, es amparado con los escudos de los suyos, y todos revuelven contra Pulfion cerrándole el paso. Atraviésanle la rodela, y queda clavado el estoque en el tahalí. Esta desgracia le paró de suerte la vaina que, por mucho que forcejaba, no podía sacar la espada, y en esta maniobra le cercan los enemigos. Acude a su defensa el competidor Vareno, y socórrele en el peligro, punto vuelve contra este otro el escuadrón sus tiros, dando a Pulfion por muerto de la estocada. Aquí Vareno, espada en mano, arrójase a ellos, bátese cuerpo a cuerpo, y matando a uno, hace retroceder a los demás. Yendo tras ellos con demasiado coraje, resbala cuesta abajo, y da consigo en tierra. Pulfion que lo vio rodeado de enemigos, corre a librarle, y al fin ambos, sanos y salvos, después de haber muerto a muchos, se restituyen a los reales cubiertos de gloría. Así la fortuna en la emulación y en la contienda guío a entrambos, defendiendo el un émulo la vida del otro, sin que pudiera decirse cuál de los dos mereciese en el valor la primacía.”
César, Comentarii De Bello Gállico. Libro V - 44.

Si no has visto la Roma de Milius, no tienes excusa. Estamos ante una de las mejores series de todos los tiempos, con momentos sublimes, un realismo apabullante y algunas licencias históricas comprensibles (otras no tanto: qué manía con cambiar el número de puñaladas a César... 23, fueron 23).

Archivo del blog

Datos personales