martes, 25 de mayo de 2010

Delendus est


Mientras lo apuñalaban, caído en el suelo, gritaba: ¡Aún estoy vivo! ¡Aún estoy vivo! Tan vivo estaba que los conjurados se aseguraron de su muerte ensañándose. Hasta la joya de la corona, entre las piernas, recibió el cuchillo. Calígula se lo había ganado a pulso y terminó allá donde se amargan los pepinos, donde el mar no se puede concebir. No hace falta que Zapatero vaya tan lejos, con volver a León vale. Mejor a la Venezuela bolivariana, o que monte una sucursal peronista en Argentina.

Me ha traído muchas dudas esta analogía. Lo que debe ser destruido es un sistema, un statu quo, no una persona, y el sistema corrupto de fin de ciclo se veía mejor en la Roma de Cómodo. Pero Cómodo representa el principio de la decadencia que llevaría a gobiernos militares y ventas del imperio. Aún no estamos en eso. Y le tengo manía. Desde que Ridley Scott se cargó su historia en Gladiator (imaginen lo que le ha hecho a Robin Hood), haría falta explicar demasiadas cosas para entenderlo. La primera, que no lo mató un imaginario gladiador, sino Marcia, su concubina, a la que pensaba ejecutar esa misma noche. Lucila tampoco era aquella virtuosa romana holliwoodiense, sino un putón verbenero como su madre, que no intentó matar a Cómodo por malo, al revés, al intentar matarlo por propia ambición, su hermano se volvió loco. La diferencia es que la locura de nuestros políticos viene de serie. Solo a nuestros indígenas se les ocurren chuminadas como que “Jesucristo dijo «la verdad os hará libres» mas yo os digo: la libertad os hace verdaderos”; hay que tener un desahogo mental inaudito.

Centrando la cuestión, el objetivo no era matar a Calígula, sino restaurar una República más justa. De nada sirvió su muerte. El don Tancredo de entonces se llamaba Claudio y, como Rajoy, pasaba por allí, amagado tras una cortina. Por supuesto que Roma respiró tranquila con Claudio, alargando una agonía que seguiría con Nerón y que, cuando Galva quiso apostar por sensatez y austeridad, terminaría en guerra civil. No es eso, no es eso, el recambio por sí solo no sirve, sea del mismo partido o de la oposición.



Es el sistema lo que debe cambiar y no hay mejor oportunidad de cambio, para mejorar, que una crisis encabezada por inútiles en el gobierno, don Tancredo en la oposición y toda la casta de sanguijuelas hispanas, los más reaccionarios e inmovilistas. ¿Cómo pedir a la gente que haga más sacrificios mientras ellos juegan con 40 canales de televisión? ¿En qué se ha convertido un Tribunal Constitucional que lleva 4 años y 7 ponencias para decidir si España es una nación o lo son sus regiones? ¿De qué sirve una mesa de diálogo social incapaz de llegar a ningún acuerdo en 2 años? ¿Por qué los españoles no podemos elegir a nuestro presidente de gobierno? ¿Para qué sirven 350 tíos votando en el Parlamento lo que mande el que hace las listas electorales? ¿Por qué los referendos y las iniciativas legislativas populares son expulsados del sistema?

El fin de ciclo es evidente, otra cosa será si los amos del cortijo están o no dispuestos a asumir su pérdida de privilegios. Nos van a crujir a impuestos para que Gallardón unte a sus 1.525 cargos de confianza, para que un presidente regional cobre el doble que Zapatero y para que Chaves traiga mármoles de Carrara a su palacio de 70 millones porque el mármol de Almería no le gusta.

Cuando Rajoy lanza su brindis al sol para eliminar las subvenciones a partidos y sindicatos es contestado por el líder de CCOO, Fernández Toxo, que ellos pueden "vivir perfectamente con las cotizaciones de la afiliación al sindicato", pero se aferra a la pasta tomando la Constitución por bandera (de la que no se acuerdan cuando sacan banderas preconstitucionales). Que renuncien si quieren los populares a las subvenciones, vino a decirles. El bochornoso silencio del PP fue bastante elocuente.

Domiciano sería lo que fuese, tiránico y despiadado, pero nadie niega que era un tipo competente para gobernar, y que su política dio paso a los Cinco Buenos, (Nerva, los hispanos Trajano, Adriano y Marco Aurelio, y Antonino Pío), que Gibbon califica como “el periodo de la historia del mundo en que la condición de la raza humana fue más próspera y feliz”. No era posible un paralelismo con alguien capaz de decir huevadas como que “los 130.000 no son parados, sino que son personas que se han apuntado al paro”. No es suficiente con ser despiadado, es condición sine qua non exhibir una majadería sin límites, ya saben: si no puedes deslumbrar con tu brillantez, desconcierta con gilipolleces (“Mi patria no es España, sino la libertad”).

A los cinco días de rebajar el sueldo a funcionarios, jubilados, dependientes, y de quitar las ayudas a las madres, Toxo y Méndez recibían otros 16 millones de razones para ponerse constitucionalistas y seguir dando cariño al gobierno. CC.OO. recibió 96.183.980,70 euros, y UGT 96.117.804,59, en subvenciones del Gobierno durante 2009, además de innumerables extras como subvenciones de todas las autonomías (la Junta de Andalucía: 8.002.262,75 para CC.OO. y 8.021.823 para UGT, por ejemplo) para esos cursos de formación -completamente inútiles- por los que, cada cierto tiempo, les pillan en estafa flagrante. O lo de la PSV, la mayor estafa inmobiliaria en 30 años de democracia, a trabajadores, perpetrada por UGT, que ahora parecen estar repitiendo con la cooperativa La Dehesa del Ensanche de Vallecas, dirigida por la pareja de la portavoz del PSOE en Madrid (atención al nombre de la promotora: Serprogre SA, ¡¡¡Serprogre!!!).

Nerón pescaba con una red de oro y con cuerdas trenzadas con púrpura y escarlata, como pescó el gobierno en las elecciones sindicales de 2006, cuando volvió a inventarse una "deuda histórica" para regalar a UGT los 151 millones que debía por robar a 20.000 familias. Como dicen CNT y USO (los únicos que defienden honradamente a los trabajadores): CCOO y UGT no son sindicatos, no te confundas. Si es verdad lo que afirma el filósofo de Moncloa, que “Los valores de la derecha cotizan en la Bolsa; los de la izquierda cotizan en el corazón”, estamos rodeados por esa derecha, la suya. Currantes: ¡Cuerpo a tierra, que vienen los nuestros!

Nerón tenía muchas papeletas, su obsesión por echar de comer cristianos a los leones y los cinco años dorados que iniciaron su mandato, principalmente. Fue muy querido cuando llegó, como aire fresco. Lo más relevante para mí, esa afición suya por la grandilocuencia inane, por declamar ridículas cursilerías mientras cortaba cabezas (“La tierra no es de nadie, salvo del viento”); una megalomanía enfermiza (“Estoy aquí para cambiar el orden mundial”); su visión alterada de la realidad (“El Islam es un pacífico y tolerante elemento de identidad de muchos pueblos”); y su demencia: “Humildemente me defino como un adalid de la paridad, justiciero de las mujeres, rojo feminista y anarcosindicalista”. Pero, con permiso de Plutarco, me quedo con Calígula. Nos va al pelo.

Calígula llegó al poder sucediendo a Tiberio, uno de los grandes gobernantes del imperio, tratado injustamente durante siglos por antipático, ¿les suena? Mommsen lo consideró uno de los mejores gestores, que demostró gran sentido de sacrificio por Roma. Lo único piadoso que he podido leer sobre Tiberio, en autores modernos, son sus memorias noveladas por Allan Massie. Pero la historia de Tiberio-Aznar será otro día, hoy toca la alegría que sucedió al rictus amargo de Tiberio.

Llegó como agua de mayo. El príncipe más ansiado, lo llama Suetonio. No os fallaré, decía, con un buen talante magnífico. Perdonó a los condenados y condonó deudas, regó con dinero público toda Roma y los gobernantes extranjeros que odiaban a Tiberio, como el rey de los partos, Artábano, le ofrecieron su amistad. Lo mismo que hicieron Mohamed VI, Chávez, Fidel o Evo. El poder no me va a cambiar, decía, renunció al cargo de Padre de la Patria como otros renuncian al tratamiento de "excelentísimo". Publicó las cuentas del Imperio suprimidas por Tiberio y permitió a los magistrados que administraran la justicia libremente y sin que apelaran a él. Todo ello con abundante pan y circo. El pueblo lo adoraba.

Calígula nombró Cónsul a su caballo español, Incitatus. Nada de locura, al contrario, una muestra de irónica inteligencia. Si los senadores eran una panda de aduladores cortesanos serviles, ¿no resultaba mucho más coherente nombrar a un caballo, que nunca lleva la contraria, no da malas noticias y no replica? Si algún otro caballo se ponía digno en las carreras, cosa que solo sucedió una vez, Calígula mandaba ejecutar lentamente a su jinete.

Zapatero ha nombrado ministros a... a sus ministros. Incitatus vivía en un palacio de mármol con jardines y 18 sirvientes, comía de un pesebre de marfil. Ellos también. Cuando alguno ha tenido arrebatos de honestidad en la carrera política, su destino ha sido una agónica ejecución. Como tantos tiranos Calígula quiso reescribir la historia, y como un nuevo Adán, o Rómulo, decretó que el día de su coronación se denominara Parília, pues en las fiestas pariles se conmemoraba la fundación de Roma. Antes de mí, la nada; después de mí, el diluvio. A Calígula le dio por abrir la tumba de Alejandro Magno y ponerse su coraza; nuestro desenterrador, en una manifestación con Santiago Carrillo, le dijo feliz y contento: "Me han llamado el Lenin español, como a Largo Caballero". Es normal, a nuestro Lenin le da exactamente igual la memoria y engaña a los descendientes que buscan deudos por las cunetas, destinando 7 de cada 10 euros a simple propaganda.

El pesebre dorado de hoy llega a las cumbres del patetismo, ha pasado de los sermones en PRISA a directamente rezar: Joseluisito de mi vida, que eres progre como yo... Nacionaliza algunos bancos, forma o recupera empresas públicas. Eso, más banca pública, para tapar los 5.500 millones que nos ha costado Caja Castilla-La Mancha, o la que han liado los curas con Cajasur, 550 millones de momento. Viva España, paraíso de los banqueros, se quedan con 15 años de beneficios, nos hacen pagar lo que dejan de ganar en la crisis y les subvencionamos los pisos que se quedan en subasta para que no tengan que vender barato, hasta que vuelvan a subir. Y más empresas públicas para que se forren los mismos arruinando a la gente. ¡Un Plan E cada mes! Los impares que abran zanjas y los pares a cerrarlas. Viva lo público, que Roures, Florentino, Colón de Carbajal, Barroso, Del Rivero, Abelló, Entrecanales y demás amigachos necesitan pasta a su costa, la nuestra, para que ganen dinero los Entrecanales, que sigan los amiguetes con la estafa de 3.000 millones en las renovables, fabricando energía solar nocturna al mismo tiempo que regalan 719 millones al carbón, duplicando el precio del importado mientras nos machacan el recibo de la luz.

No, no basta con echarlo, debe ser destruido. Delenda est Carthago, y lo fue hasta sus cimientos, los romanos arrojaron sal en la tierra para que nada volviera a crecer. Porque si no acabamos con el sistema, tras el paréntesis de Claudio, llegará irremisiblemente Nerón.

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