No es el Caribe, es Gaza |
La primera foto de niño muerto que distribuyó la
organización terrorista Hamas fue en realidad la de una víctima
en Siria. Pillados in fraganti procedieron a buscar otros, dando con el que
abrió todas las portadas del mundo: Mahmoud Sadallah, de cuatro añitos, para
que el primer ministro egipcio, Hisham Kandil, pudiera hacerse la foto durante
su visita a Gaza. Apenas unas horas se tardó en saber que el pequeño había sido
asesinado por un misil
de la propia Hamas.
Hamas mantiene su férreo control luchando con las demás
facciones palestinas. Su brazo armado, Brigadas
Azedín Al Kassem, compite con el brazo armado de Yihad Islámica, las Brigadas Al Quds, y con su gran enemigo, las brigadas
de los Mártires de Al Aqsa, grupo armado de Fatah, asesinándose entre
ellos periódicamente, y todos contra los laicos del Frente Popular y las Brigadas
Abu Ali Mustafa, dado que estos son socialistas marxistas y los de Hamas
socialistas nazis. Hamas sufre una importante escisión interna, por un lado sus
líderes en el extranjero, viviendo como reyes sunníes, y por otro la carne de
cañón en la Franja, infiltrada por el chiismo. Khaled Meshaal es el líder
oficial de Hamas, que en septiembre anunció su inminente dimisión, aunque de
momento solo ha cambiado su residencia en Siria por Qatar, cuyo emir prometió
en octubre 400 millones de dólares para la causa. La lucha por el poder tras
Khaled Meshaal estará entre el llamado “primer ministro” en Gaza, Ismail
Haniyeh, y Musa Abu Marzuk en El Cairo, los de dentro contra los de fuera,
dividido a su vez cada grupo según sus apoyos sean suníes o chiíes. Porque Gaza
se ha convertido en un campo de batalla virtual para las grandes potencias
musulmanas, un parque temático del islamismo donde se enfrentan chiíes contra
suníes en la particular guerra civil islámica que empezó apenas 50 años tras la
muerte de Mahoma.
Hamas, en principio
delegación suní de los Hermanos Musulmanes egipcios, con la participación de
Arabia Saudí y el propio Egipto, y enfrentada al Líbano chií de Hizbula, recibe
ahora importantes ayudas de Irán e Irak, chiíes (y de Siria, que no está para
muchas ayudas), cuyos objetivos son entre otros acabar con la OLP y Fatah, en
definitiva la ANP, además de la irrupción de Turquía y Qatar (esos que
patrocinan al Barcelona CF). En la lucha también cuenta la guerra racista, los
árabes contra los no árabes (Turquía, Irán e Irak). La batalla de esta nueva
Hamas árabe pero chií, es acabar con Al Fatah y la Autoridad Palestina boicoteando
las conversaciones de paz y la admisión de Palestina como Estado en la ONU. A
todos estos hay que sumar infinidad de grupúsculos terroristas y, cómo no, la
izquierda más internacional, Venezuela y Cuba, acompañada por las oenegés
occidentales que por allí andan pintando la mona. Ya sé que esto parece lo de
la Vida de Brian, el Frente Popular de Judea contra el Frente
Judáico Popular, pues
súmenle a nuestros alegres voluntarios y
flotillas varias que tendrán el esperpento completo, a la espera de que con eso
de la corrección política los islamistas acepten a uno que
quiera ser mujer. A menudo
surge la pregunta: ¿Por qué los socialistas apoyan a los islamistas y
viceversa? ¿Cómo es posible que la izquierda simpatice con un movimiento
claramente nazi? Por la misma razón por la que Estalin apoyó el nazismo, con el
pacto Ribbentrop-Mólotov, hasta que Hitler invadió la URSS: tienen intereses
comunes, el petróleo por ejemplo (Venezuela e Irán), o el gas en el caso
concreto de Gaza (hay dos pozos, Gaza Marine 1 y Gaza Marine 2, con 4.000
millones de dólares en su playa, que Hamas paralizó en cuanto arrebató el poder
a la ANP); y lo más importante, tienen enemigos comunes, la libertad. Cuando el
partido apoyado por la ETA, el CUP, se ha presentado tras ganar tres escaños en
las autonómicas catalanas, ha iniciado su discurso con las palabras: “bona nit
Països Catalanas, bona nit Palestina”, lo cual, como veremos en seguida, tiene
muchísimo sentido: ambas entidades, inexistentes, son el campo abonado para que
progresistas de todo pelaje hagan su agosto robando a manos llenas. De Millet y
el caso Palau hasta Gaza; de CiU, PSC y PP, hasta Hamas, el gran negocio de la
solidaridad.
Puede que no salga
en los telediarios, pero en Gaza hay un súper Hotel de lujo de cinco estrellas.
En 1998 un príncipe saudí tuvo la idea de montar un súper hotel de lujo en la
Franja. Ya construido, llegó Hamas y acabó con el sueño, hasta que el
multimillonario palestino Munib Al Masri se puso en contacto con
solidarios españoles para comprarlo y
relanzar el negocio.
Un pequeño excurso: El
millonario y su grupo inversor actúan desde Jordania, que es el verdadero
Estado palestino: “La verdad es que Jordania es Palestina y Palestina es
Jordania”, dijo el Rey Hussein de Jordania en 1981. Lo que ocurrió es
que los terroristas palestinos empezaron a actuar dentro de su propio país,
Jordania, e intentaron una jugada separatista estableciendo su propio estado de
corrupción dentro de Jordania, por lo que en 1970 el rey Hussein ordenó un
asalto masivo en los campos de refugiados, masacrando a miles de los palestinos,
conocido como Septiembre Negro. Desde entonces los palestinos fuera de Jordania
son apestados para el resto de países musulmanes, los apoyan pero lejos, cuanto
más lejos mejor. En Líbano permitieron asentarse a 400.000 palestinos, que
inmediatamente se armaron e iniciaron la guerra civil contra el gobierno
libanés donde convivían tranquilamente musulmanes y cristianos. Sembraron tal
caos que tuvo que intervenir la Liga Árabe y Siria, curiosamente apoyando al
gobierno mayoritariamente cristiano contra los palestinos. Más tarde Israel
llegó incluso a tomar Beirut, después entró la ONU, pero fue imposible la paz.
Finalmente una alianza de los cristianos libaneses con la izquierda, con los
musulmanes libaneses y con Siria, pudo echar a los palestinos de su país. En
2010 Egipto cerró sus fronteras con la Franja de Gaza (es lo que se llamó
“bloqueo”, ahora están abiertas), y el peligro de la secta Hamas contra Egipto
fue tan importante que el propio Centro de Investigaciones Islámicas de la
Universidad Islámica de Al Azhar, en El
Cairo, lo apoyó públicamente.
El hotel ArcMed en
la Franja de Gaza se inauguró en 2011, dirigido por un catalán, Rafel
Carpinell, de gobernanta una gallega, y como jefa de todo el cotarro la
diputada socialista Anna Balletbó. La diputada acababa de participar dos años
antes en el Tribunal Russell sobre Palestina en Barcelona, una pantomima
racista montada para defender a los terroristas islámicos y humillar a los judíos
(la embajada en España de Israel lo califico de “foro extremista”, "lo
que haría un tribunal del Ku Klux Klan en un proceso contra un hombre de color").
Junto a ella estaba lo más selecto del merchandising
solidario: Noam Chomsky, José Saramago, Eudardo Galeano, Kean Loach y hasta el
actor Alberto San Juan (no, Willy no estaba, lástima). Pero la protagonista del
pelotazo es, sin duda, Anna Balletbó, quien además de comprometida y solidaria
tiene una amplia experiencia en negocios hoteleros.
Anna Balletbó se
hizo popular al ser la única diputada que, por su estado de buena esperanza, pudo
salir del hemiciclo cuando el golpe del 23F. Pertenece a una familia de la
llamada “burguesía catalana”. Su padre remodeló un restaurante de mejillones
convirtiéndolo en la casa de citas más conocida de Barcelona, la famosa Casita
Blanca, que heredó Anna. El negocio le funcionó bien a la diputada, pero nada
comparado con lo que le dejaría el Ayuntamineto de Barcelona gobernado por su
partido, el PSC: le compró el meublé
por 7,4 millones de euros en marzo de 2011. Esto no era La Mina, donde
expropiaron por las bravas y sin un duro, ni el Carmel, donde robaron tanto que
se les cayó el barrio. No, nada de proletarios lumpen class, aquí se trataba de una mujer progresista, compañera y
catalanista. Un bonito acto de solidaridad entre compañeros de partido, tan
generosos y entrañables.
Justa recompensa,
clamaron sus compañeros, dado que había explotado el caso Palau y allí no había
nada más que rascar. El saqueo del Palau de la Música se denunció en 2002, pero
CiU y PSC consiguieron dejarlo en un cajón hasta que prescribieran los delitos,
como ocurrió efectivamente. Anna Balletbó era vocal de la junta del Palau. El
19 de enero de 2009, por iniciativa suya, presentó una carta demandando adhesiones para que el alcalde Hereu concediera la Medalla de
Oro de la Ciudad de Barcelona al presidente del Palau de la Música, Fèlix
Millet. La carta se puede ver gracias a la gentileza de e-noticies. No hubo suerte. Cinco
meses después, en junio de 2009, la fiscalía de Barcelona presentó una querella
por lo que todo el mundo sabía desde hacía años. Pero no pasó nada… el juez Juli
Solaz fue acusado de una inquietante parsimonia, manteniendo congelado el caso
más de un año. En eso que llegó una juez nueva y joven (y guapa) al Juzgado de
Instrucción número 10 de Barcelona, doña Miriam de Rosa Palacio, le tocó por
reparto la querella presentada un día antes por el fiscal especial de delitos
urbanísticos Antoni Pelegrín y, en lugar de inhibirse a favor del juez Solaz
(como todo el mundo esperaba), tardó un día en admitir la querella a trámite.
Lo primero que hizo fue llamar a declarar a lo más granado de la sociedad
barcelonesa, empezando por el hijo de Anna Balletbó, Eugeni Giralt Balletbó
(desconozco si es aquel vástago que gestaba mientras Tejero pegaba tiros).
Félix Millet y Jordi
Montull, los organizadores del saqueo al Palau, montaban “concursos privados”
para adjudicar grandes obras a sus amiguetes. En 2008 se inventaron lo de
construir un gran Hotel del Palau de la Música, y sin concurso público lo
ofrecieron a dos de los miembros de su Patronato. Manuel Valderrama, dueño de
Oliva Hotels, y la familia Balletbó, dueña de Cril Gestión SL, cuyo apoderado
es el hijo de Anna (vocal de la Junta del Palau), Eugeni Giralt Balletbó. Los
Balletbó crearon entonces la empresa Hotel Palau de la Música SL, por si las dudas. Llegó 2009 y Anna Balletbó
se lió entonces, 19 de enero, con la campaña para dar la Medalla de Oro de la
Ciudad de Barcelona a Félix Millet (no le pidió el Nobel de la Paz porque no
venía al caso). El chanchullo lo hizo público, contra la omertá reinante y las
loas de La Vanguardia, el diario El Punt. En esta fraternal batalla entre amiguetes
para ver quién sobornaba más a Millet, el agraciado con el premio gordo fue
finalmente Valderrama y su Oliva Hotels. La sociedad de inversión “Hotel Palau
de la Música SL”, de la familia Balletbó, se extinguió el 4 de febrero de 2009,
y Anna, qué pena, se quedó sin su hotel de cinco estrellas. Pero es una mujer persistente, quien la sigue
la consigue, debió pensar.
Anna Balletbó se
volcó entonces con la asociación socialista que preside, la Fundación Olof
Palme (FIOP), que ella misma fundó en 1989, un chiringuito de partido para la
mamandurria disfrazado de oenegé (no lo es, es una fundación y por tanto sus
cuentas no son públicas). Lo más importante de la Fundación Olof Palme es un
imaginativo invento de Anna, el llamado “Grupo de Confianza”, según su página web, “grupo de empresas y entidades que dan su
soporte a las actividades de la FIOP”. Además de La Caixa y La Vanguardia,
perejil de todas las salsas, están todas las grandes constructoras de España y
parte del extranjero: Dragados-ACS Actividades de Construcción y Servicios,
Fomento de Construcciones y Contratas, Abertis, Ferrovial, Acciona, la Cambra
Oficial de Contractistes d'Obres de Catalunya, etcétera. La Fundación también
aparece en la instrucción del caso Palau, aunque de momento su presidenta
aplicó un enérgico control de daños y la cosa ha quedado en mil eurillos que les daba Millet para que almorzaran
mientras arreglan el mundo. El PSC se desvinculó ipso facto de la Fundación,
recordando que esa es del PSOE, que la suya es la Rafael Campalans.
Así es como en marzo
de 2010 reaparece Balletbó en el foro judeófobo de Barcelona, el Tribunal
Russell sobre Palestina, y mientras acusa a los judíos de comer niños vivos
avanzan las conversaciones para hacerse con el hotel de lujo en Gaza. Al tiempo
que claman por un inexistente bloqueo montan el emporio turístico más
importante de Palestina. Inauguran el Hotel ArcMed en 2011 con una inmensa piscina (solo para
hombres, las mujeres tienen prohibida su entrada), y unas instalaciones de las
mil y una noches… reservadas para la secta terrorista Hamas y las oenegés que
la apoyan, pues el hotel no está abierto a turistas, y mucho menos para los
palestinos de a pie.
Después de todo esto
se dirán ustedes: vaya, al menos un partido no ha participado en el choriceo,
el PP. Desengáñense, su inocente candidez no tiene correspondiente. A
principios de 2011 ya se conoce que Arcmed
hizo en 2008 todo su negocio con las ayudas de la Generalitat Valenciana (PP)
que revisa el fiscal. El 2 de octubre
de 2012 el portavoz del PP en las Cortes Valencianas, Rafael Blasco, dimite
tras ser imputado en el fraude de las ONG.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Evite insultos, guarde las mínimas normas de etiqueta y respeto a los demás sin por ello restringir las críticas por duras que sean. No se permite el spam, las técnicas troll ni la suplantación de nick.
Lo otro, las opiniones: cada cual es responsable de las suyas.