Areté y democracia real: solo falta Libertad

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¿Por qué estás aquí? --pregunta la periodista a una joven. Por que yo creo que se lo debo a la Humanidad, --contesta ella. Al terminar su respuesta, la joven grita --tímidamente-- ¡Areté!
En Roma la llamaban virtus, relacionada con el valor y la excelencia, la de Cincinato, que gobernó 16 días, resolvió los problemas y volvió a arar sus campos (da su nombre a Cincinnati, en Ohio), y es la que tuvieron frente a la tiranía Lucrecia, Bruto o Catón el Joven (los tres se suicidaron). En Grecia llamaban a esa virtud areté, de la raíz aga (lo mejor) y la partícula ari, base de aristos, la excelencia.

Está muy bien eso de la areté, que aquí se traduce en la lucha contra la corrupción, de los políticos y del propio sistema. Listas abiertas, una persona un voto y todos de igual valor, basta de ley D´Hont, limitación de mandatos, referendos y consultas populares, que sindicatos, partidos y religiones se financien de sus afiliados. Antes de recortar pensiones y sueldos, de alargar jubilaciones y subir los impuestos a los más humildes, que empiecen por echar asesores, vender coches oficiales, cerrar las dos docenas de televisiones de partido, el Senado, las embajaditas y los mil ayuntamientos inservibles.

Solo falta un pequeño detalle: LIBERTAD.

En el Manifiesto Democracia Real Ya no figura, ni una vez, la palabra libertad. Mala señal, pero nada comparado con lo que vendrá después, cuando la izquierda más tiránica y descerebrada se haga definitivamente con las riendas. La Tabla Reivindicativa de Democracia Real Ya es un verdadero éxtasis totalitario, llamando sin complejos a una dictadura en España: expropiación de viviendas, creación de más banca pública (o sea, de los partidos), restricciones al mercado laboral... en definitiva, más Estado, más control, menos libertad, menos confianza en los ciudadanos. Lo mismo que nos ha llevado a esta situación. Para ello, y ante la difícil papeleta de conjugar las protestas con el apoyo a la izquierda, es necesario camuflar el desastre actual bajo eufemismos como "los mercados", los mismos mercados que han llevado a Alemania al mayor nivel de empleo desde su reunificación, con apenas un 7% de paro, o a solo un 4% de paro en Holanda, con unas políticas sociales mil veces mejores que las españolas. Nadie se plantea por qué en España el paro juvenil roza el 50% mientras en países como Holanda no llega al 7%. No se lo  preguntan, es más fácil pedir un subsidio vitalicio para pasear a los alegres perroflautas por el mundo, aspirar a ser una especie de white trash londinense.

Tampoco parece respetarse la libertad de creencias. Se ven banderas preconstitucionales, ikurriñas, de Marruecos y Egipto, pero cuando un anciano llega con su bandera de España para apoyarles, le gritan que "o bajas la bandera y te vas o te damos de hostias".

El premio a la mayor gilipollez del evento está muy disputado. Imposible decidirse. César Vidal es el más imaginativo: “Están en contacto con ETA y tienen entrenamiento de kale borroka”. Nacho Escolar el más iluso, ya se ve dirigiendo una cheka, pues "la última vez", llegó la segunda república. No sé qué fuman, pero es buenísimo. El PSOE la cara más dura, de cemento, cuelga el manifiesto de Democracia Real Ya en su web. ¿Me equivoco o ellos son el poder? Felipe González compara las protestas con las revueltas árabes, o lo que es lo mismo, a Zapatero con Gadafi, Mubarak, Al Assad, Ben Alí y resto de notables dirigentes en la Internacional Socialista.

Por último, una reflexión personal. Todo mi apoyo a las revueltas, son lo único interesante de estas elecciones. Evidentemente, si alguien sale mal parado en estas revueltas es el gobierno del PSOE, al que abandonan sus bases, exactamente igual como los liberales buscan caminos fuera del PP. Ni Zapatero va a poder controlar daños y erigirse como salvador, ni la derecha puede atribuir las protestas a Rubalcaba. Por supuesto que la extrema izquierda capitalizará las movilizaciones, pero basta con no caer en la trampa y mantener posiciones, explicando que hay otras formas posibles, más liberales, más justas, que pongan por encima de todo la libertad.