lunes, 11 de octubre de 2010

Geert Wilders... en nombre de Alá

Infundiré terror en los corazones de los infieles. ¡Cortadles el cuello! -Corán 8-12

El 6 de mayo de 2002, a nueve días de que los holandeses eligieran como primer ministro a Pim Fortuyn, un joven progresista de izquierdas le descerrajaba seis tiros por la espalda, en la cabeza y el cuello. Pim Fortuyn murió con apenas 54 años. Posteriormente, en el juicio, se aclaró que fue asesinado "para proteger a los musulmanes". A decir de sus vecinos el asesino era "un joven tranquilo, muy preocupado por los animales"... Mejor no hago comentarios. Fortuny era un humanista profundamente liberal, buen católico y homosexual militante, que decidió entrar en política cuando cientos de ciudadanos holandeses festejaban por las calles la matanza del 11-S.

En agosto de 2004 la televisión holandesa emitió Submission, el documental de Theo Van Gogh con guión de Ayaan Hirsi Ali. Tres meses después, el 2 de noviembre de 2004, Theo Van Gogh se dirigía en bicicleta a su trabajo, había rechazado la protección policial, cuando un joven de origen marroquí nacido en Ámsterdam y vestido con chilaba, le disparó. En el suelo le propinó veinte tiros más, lo apuñaló varias veces, lo degolló y dejó una carta clavada en su pecho con el cuchillo. La carta, típico delirio musulmán donde promete una muerte horrible para todos los infieles, de cinco páginas y dirigida a Ayaan Hirsi Ali, iba firmada «en nombre de Alá», con amenazas directas para ella y para otro miembro del partido liberal, un entonces desconocido Geert Wilders. El mismo musulmán, joven tranquilo, bien educado e integrado en la sociedad europea, escribió otra carta abierta a Geert Wilders, en la que también amenazaba de muerte al político y a todos los infieles del ancho mundo. Lo normal en el islam.



Año 2010, recientemente un piadoso clérigo musulmán australiano, Feiz Muhamad, hace un llamamiento en Sidney para decapitar a Geek Wilders. Concurso abierto para cualquier buen musulmán, allá donde pueda, cuando pueda, para ganarse el cielo de meretrices y efebos. La noticia en España se redacta con títulos como "pide la decapitación del ultraderechista holandés", "de extrema derecha", o "xenófobo". ¿Por qué se tilda de "ultraderecha" a Wilders? Viene a ser aquello de que "las visten como putas" o "algo habrá hecho", con el agravante de que Wilders ni es ni ha sido nunca extrema derecha, y menos aún xenófobo. Nada tiene que ver con ciertos lamentables personajes de la política actual, más que xenófobos, cretinos racistoides. Si alguna característica tiene Wilders es la que compartimos muchos europeos: combatir una ideología política totalitaria, indígena o foránea, de todas las etnias y ámbitos culturales, incompatible con la libertad y los Derechos Humanos. Eso, ni más ni menos, explica Wilders en su documental FITNA.


Originalmente la noticia salió en De Teleegraf, el periódico holandés de mayor tirada. Como buenos holandeses tienen un recuerdo muy crítico de la dominación española, y se preguntan cosas como: "¿Piensa usted que la Inquisición Española fue mala?" Y se responden: "hay más gente asesinada cada año por islamistas que en todos los 350 años de Inquisición Española juntos". El tabú de Países Bajos se remonta a su época colonial y de apartheid en Sudáfrica. Hoy, Holanda es el lugar donde nació y donde muere la nefasta idea del multiculturalismo europeo, una ocurrencia que, además de un insulto al feminismo y a los gay, solo ha traído matanzas, al anular la defensa del individuo en beneficio de lobbys, comunidades y grupos (véase los desastres de Líbano, Nigeria o Sudán).

De aquel cuarteto de liberales, Fortuny-Hirsi Ali-Van Gogh-Wilders, solo queda en activo en Holanda éste último. Ayaan Hirsi Ali, refugiada somalí y diputada holandesa fue machacada por el stablishment al tiempo que arreciaba el peligro real contra su vida -llegó a vivir escondida en una base militar- envuelta en insultos y amenazas de muerte. La echaron de su casa a petición de sus vecinos, por miedo, le quitaron la nacionalidad holandesa y fue expulsada de Países Bajos. Terminó refugiada en Washington. Mujer, negra, atea y apóstata ex-musulmana, genitales mutilados, le cosieron su vagina para un matrimonio concertado del que escapó... es difícil para el progresismo llamarla "facha". En El País se refieren a ella como "Una mujer frente a la intolerancia... amenazada de muerte por su lucha por los derechos de las mujeres musulmanas y por la libertad... esta fiera defensora de la libertad". Todo ello para una mujer que defiende exactamente las mismas ideas de Geert Wilders, al milímetro.

¿Un islam moderado? La gente dice que los valores del islam son la compasión, la tolerancia y la libertad, y yo observo la realidad, las culturas y los Gobiernos, y veo que eso, lisa y llanamente, no es así... Me produce mucha risa la Alianza de Civilizaciones del presidente Zapatero. ¿Es civilización provocar un sufrimiento intolerable a las mujeres, señor Zapatero? ¿Es civilización violar los derechos humanos haciendo de las esposas, las hijas, una propiedad? ¿Es civilización la corrupción moral de los países islámicos? -Ayaan Hirsi Ali


Malabarismos tienen que hacer en El País para, tras calificar el ideario de Hirsi Ali como "defensa de la libertad", referirse a esas mismas ideas como "El auge del racismo" cuando el retratado es Geert Wilders. Eso sí, solo en el título, que desmiente el cuerpo del reportaje.

Lo que ha conseguido Geert Wilders en su acuerdo de gobierno son recortes presupuestarios por valor de 18.000 millones de euros, reduciendo el tamaño de Parlamento y Senado a un tercio del actual, eliminando carteras ministeriales y miles de cargos públicos; metiendo la tijera a las televisiones públicas, eliminando subvenciones estatales inútiles y haciendo que los dos partidos en coalición (liberales y democristianos) se comprometan a reducir el déficit hasta lo exigido por la UE en el 2013.

Socialmente, Wilders les ha arrancado el compromiso de una ley para la protección de homosexuales frente a la violencia (la caza del gay es un deporte en auge entre musulmanes holandeses). Los coffee shops se convertirán en clubes privados donde los socios, mayores de edad, puedan fumar tranquilamente (una idea que, añado, podría importarse a España aunque fuera para fumadores de tabaco). Aumentarán la plantilla policial y, con las nuevas normas migratorias, reducirán a la mitad la inmigración islamista.

Hay un cambio de mentalidad. Algo se mueve. Hasta alguno que fue gurú progre venido a menos, como Javier Sardá, empieza a estar harto de gilipolleces. Y lo más extraño es que tipos como él, aparentemente "de izquierdas", coincidan en su análisis e incluso en la calificación de gilipolleces con los articulistas de La Gaceta. Todo bastante lógico, por otra parte. ¿Que hay xenofobia? Evidentemente, allá donde no hay cultura hay fobia por todo lo extranjero. ¿Que hay racismo? También, tenemos una de las escuelas de pensamiento racista más antigua de Europa, en el País Vasco, o la inmensa tradición antiliberal evolucionada del carlismo en Cataluña, Aragón, Navarra, etc. Tres guerras civiles provocaron los carlistas, y se sumaron a la cuarta. Lo que no es normal, por ejemplo, es que periódicos nacionales se tiren semanas publicando y debatiendo sobre si un crío de 9 años le dijo a otro "moro de mierda" en el patio del recreo. Claro que, vivimos en un país donde los cuernos de una que se zumbó a un torero pueden ocupar meses, o años, de parrilla, lo que viene a ser otra versión de las peleas infantiles.

Es una consigna relativamente reciente: todo lo que no guste al stablishment es facha. Lo que Wilders propone es lo opuesto a la ultraderecha y también a la ultraizquierda. Hay, efectivamente, algunos populismos fascistoides que intentan hurtar la parte de su discurso relacionada con el islam, pero tergiversan el mensaje hasta hacerlo irreconocible, lo adulteran y convierten en algo obsceno lo que no es sino defensa de la libertad. No, Geert Wilders no tiene nada que ver con eso.

Respecto a ese estúpido juicio: el Corán no es Mein Kampf, es peor. Prohibir libros no es una opción y opinar no es un delito, así que la controversia se da, básicamente, entre los distintos grados de conservadores y liberales, pero ambos coinciden en que defender a Geert Wilders hoy frente a un juicio político es, sin ninguna duda, defender los grandes valores de la Civilización: libertad, Derechos Humanos y democracia.

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