lunes, 26 de abril de 2010

La Segunda República



Nuestro país es verdaderamente el lugar donde fenecen todas las ideologías. Y no porque los líderes, aquí, sean políticos profesionales, ni porque nepotismo y mamandurria sean marca de la casa. No. Lo nuestro, para bien y para mal, es una caricatura en la que partidos, sindicatos, oenegés y fundaciones son meras agencias de colocación que sirven como excusa para la destrucción del otro, ese que te quiere quitar el chófer. Por esto, cuando cualquier grupo de inútiles alcanza el poder y comienza a provocar desastres, no le queda otra que cultivar fanáticos desquiciados.

En España… Nunca se gobierna integrando, sino diferenciando. -Josep Pla
Para que el chollo funcione se requieren grandes masas de gente bienintencionada y fácilmente excitable. Les pintas una banderita, les inventas algún gesto definitorio (que levanten el puño, la mano o el pirulí) y te ocupas de su formación, es decir, definir claramente quién es el enemigo. Con eso y una subvención, a tocar pelo. Lo de menos es saber qué quiere el pueblo, la democracia y otras gaitas. Lo contrario sería votar listas abiertas, una persona un voto y todos de igual valor, hacer referendos y que cada cual se pague sus asociaciones (sindicatos, partidos o clubes de petanca): vade retro democracia.

En lo judicial sufrimos una oleada de idiotez galopante que, confieso, soy incapaz de entender, con verdaderos ejércitos de zombis defendiendo una cosa o su contraria, pasándose todos por el arco de triunfo la ley. La única razón, que sea o no de los nuestros, pero nadie sabe muy bien quién son los nuestros, sólo reconocemos al otro.




Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil. -José Ortega y Gasset
No pasarán

Como salidos de un túnel del tiempo, allí estaban todos berreando que no pasarán… y leyendo no sé qué manifiesto, nada menos que una de aquellas momias asesinas, Sebastián Fernando Macarro del Castillo, alias Marcos Ana (el Rafita de los años 30, como lo califica José R. Barros). De modo que lo de Garzón queda como excusa, anécdota que sirve a otros amos, y que tiene su mayor interés en el delirio sociológico que produce. No se entiende ni el fanatismo de sus paladines ni el de sus detractores. Imposible comprender a los exaltados de derechas que atacan a Garzón, y más imposible si cabe que salga Mister X defendiéndolo. Y el argumento visceral, tan propio de todos los fascismos, apelando a que las personas puedan enterrar a sus muertos como Dios manda, no tiene nada que ver con Garzón (que intentó, otra vez, puentear al gobierno y la ley de memoria histórica para hacerse la foto con la calavera de Lorca). Lo que están haciendo los fans del juez Baltasar Garzón daría para varios tomos humorísticos de Jardiel Poncela.

Al preso numero nueve ya lo van a ajusticiar, esta rezando en la celda de la Audiencia Nacional, porque antes de amaneceeer la plaza le han de quitaaar, por José y Rafael y una momia enterrá. Dice así al confesar: prevariqué, sí señor, y si yo coheché eso ya se verá… ay ay yayayayyyyy… Padre no me arrepiento me importa un huevo la legalidad, yo sé que allá en Moncloa lo de la gurtel me salvará, ay payo dame argo, querido Emilio dónde estarás… ay yayayayayyyyy yaay.
Otro tema es si se debe o no derogar la amnistía, en el que los únicos coherentes han sido Izquierda Unida, proponiendo que se anule dicha ley. Por hacerlo breve (el tema Garzón solo me interesa como espectáculo tele-basura) alguien debería explicar a los hoolligans que la justicia terrenal se ocupa de juzgar personas imputables, no hechos en sí, ni muertos, que es labor de la Historia. Así, en el juicio de 2007 en la Casa de Campo se juzgó a 29 imputados por los hechos del 11-M, y se condenó a 23: no se juzgó el 11-M, ni a los suicidas de Leganés.

Se podría anular la amnistía del 77 (hay otras dos anteriores), como pide el hoy abogado Gonzalo Boye, miembro del grupo armado MIR y condenado por colaboración con ETA, aunque fueran precisamente los etarras los más beneficiados entonces. Tampoco se podría juzgar, por ejemplo, a Carrillo por crímenes de guerra y crímenes contra la Humanidad (el delito de genocidio no existió en la Guerra Civil), dado que tales delitos no existían hasta Nuremberg. Pero se podría anular la amnistía, sin duda, y se podrían pedir responsabilidades a los fiscales del Movimiento Nacional, como Carlos Jiménez Villarejo, que asistieron impasibles al asesinato mediante garrote vil de los anarquistas Joaquín Delgado Martínez y Francisco Granados Mata, por una acusación falsa, o a la ejecución del anarquista Salvador Puig Antich en 1974. Se podría pero eso no va a suceder, puesto que lo único importante son las posturitas en el telediario, la frase chorra del día y el resto de propaganda.


Revisionismo histórico

La moneda falsa circula sostenida por la moneda sana. A la postre, el engaño resulta ser un humilde parásito de la ingenuidad. -José Ortega y Gasset
Si preguntas a unos adolescentes sobre la Guerra Civil te pintarán un panorama de buenos y malos, porque así eran las cosas en aquella época, la de los Reyes Católicos… y es que no basta con polarizar a la gente, además es necesario falsear la Historia. Nunca se han visto rebaños tan grandes de bienintencionados ciudadanos como como aquellos que desfilaron en nombre de Lenin, Stalin, Hitler, Mao y resto de maniqueístas totalitarios. Así, con buenas intenciones, empedraron el camino al infierno.

Mi República

Quienes luchan intelectualmente contra semejante barbarie de simplificación, buenos y malos, conmigo o contra mí, nunca llenan titulares de periódicos ni abren telediarios, pasan calmadamente por el acontecer, entre el ruido de inquisidores y comisarios políticos que medran en cada tiempo aupados por legiones de borregos acríticos. No se habla de ellos, pero estuvieron allí, no tienen nada que ver con la banda de psicópatas que secuestraron la República casi desde el principio.

El mismo fatídico mes en que nos dejaba otro puntal del humanismo cristiano, don Miguel Delibes, fallecía hace ahora 50 años uno de los más grandes intelectuales del siglo XX, don Gregorio Marañón. Apenas 300 kilómetros entre la nostalgia y elogio de Toledo, y el hereje de Valladolid (la mejor novela, creo, escrita en español desde hace cien años). Marañón es otro español irreprochable, liberal clásico, humanista con ese ineludible toque socialdemócrata tan propio de los católicos, científico y ensayista de prestigio mundial. Una de esas raras avis que lucharon por un sistema democrático y sintieron el dolor de España ante el inmediato secuestro de la República por los totalitarismos comunista y fascista.

Como él, los grandes del siglo, don José Ortega y Gasset («no es eso, no es eso»), que a trío con Ramón Pérez de Ayala y Gregorio Marañón, firmaron el manifiesto «Al servicio de la República», o el cardenal Herrera Oria (accidentalismo), Américo Castro, Madariaga (la tercera España…), Josep Pla (la República como «locura frenética y destructora»), o don Miguel de Unamuno, de quien dijo que, en aquella España de entonces, perseguido y desterrado, su memoria sobreviviría a los hombres que ocupaban el poder. Así fue. Políticos con mayúscula, como el socialista y presidente de las Cortes Julián Besteiro, la feminista Clara Campoamor, el ministro de la CEDA Manuel Giménez Fernández («esperar que me degüellen los unos o los otros»), el anarquista Melchor Rodríguez García y el coronel Segismundo Casado. Además de grandísimos autores como José Ricardo Morales (¿el último vivo?), Max Aub, Julio Caro Baroja, Antonio Machado («una de las dos Españas ha de helarte el corazón»), Sánchez Albornoz, Menéndez Pidal, Eugenio D´ors, Xavier Zubiri o Julián Marías, entre otros. Son la España que pudo ser y no fue, la que no es, la que no interesa.

Un personaje fascinante es Josep Pla, sin duda imprescindible para la literatura en español y cumbre de las letras catalanas. A finales de 1925 publicó Viatge a Rusia, donde había pasado seis semanas acogido por Andreu Nin (que más tarde sería secuestrado y despellejado vivo, literalmente, por el Frente Popular). Ante la evidencia de la URSS pudo ver en lo que querían convertir la Segunda República:

«El socialismo no puede subsistir sin convertirse en un régimen policial», «He visto muchas veces a los grandes criminales de nuestra época con mis propios ojos: Mussolini (en Milán y Roma), Hitler (en Berlín y Numremberg), Troski (una vez en París). No he visto nunca a Stalin, que quizás era el mayor criminal. Todos han sido redentoristas, han querido arreglar el mundo, y cuanto más lo han querido arreglar, más lo han destruido, atormentado y asesinado». -Josep Pla
Pla creía firmemente en una república a la francesa y ante la cruda realidad terminó calificándola de absoluta «locura frenética y destructora», señalando claramente a los fanáticos de poltrona y chofer:

Las Cortes del Frente Popular fueron el preludio dialéctico –indefectible- de la guerra civil. La Primera República originó la tercera guerra carlista. La Segunda República originó la guerra civil de este siglo. Las Cortes del Frente Popular crearon un bando de la guerra civil… La Segunda república hizo algunas cosas buenas y muchas cosas pésimas, pero nunca se quitará de encima haber originado, por falta de cultura histórica de sus dirigentes, inseparable de todo sentido político, la fabulosa guerra civil de este siglo. -Josep Pla
Si estuviera vivo hoy, ante lo que intentan hacer los fascistas de izquierda y derecha, no sería extraño que se exiliara en alguna masía perdida mandando a la mierda a los politicuchos que intentan medrar resucitando errores y horrores:

En España, un gobernante no es más que un opositor momentáneamente triunfante que aplica y realiza sus ideas de oposición. Esto explica por qué en España nunca se gobierna por alguna cosa, sino que se gobierna siempre contra alguna cosa. Nunca se gobierna integrando, sino diferenciando. -Josep Pla
Y sobre la patulea exaltada que hoy representa una forma acomodada y burguesa de lo que en otro tiempo fue el fascismo de baja intensidad, es decir, esos que se califican a sí mismos como “progres”, su desprecio es infinito: «Desde las Cortes de Cádiz el progresismo, o sea, la izquierda, no ha creado más que fanáticos».

Al sonar el clarín, escopeta nacional, y rumbo al paredón se oyó al preso decir… Padre no me arrepiento, tengo guardado lo del Faisán, yo sé que en Telecinco me está esperando Miguel Durán, tengo lo de la gurtel y sacaré la equis del gal… ay yayayayayyyyy…

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