El fin de semana tuvimos sesión doble de tortura intelectual con tipos que nos acusaban a quienes intercambiamos archivos de robar (algo que ni la Ley ni el Tribunal Supremo comparten), siempre aliñado con referencias al genocidio y, como diría Peter Griffin, «la sonrisa de un niño, ahahahaaaaa». Pasmo total cuando vi al magnate Roures, entre guerrasciviles y cheguevaras, hablando de «los niños de Palestina», que parece haber descubierto ahora, y a Molina (Pírate), el Ministro de Cultura, rodeado de súbditos. A moco tendido me dejó, qué emoción, el solidario señorito que se niega a pagar impuestos en España como muestra de su amor al populacho; el alero izquierdo del dream team basketball people, el único que gana más dinero con el baloncesto que Gasol, al que su socio Miguel Barroso le fabricó una ley ad hoc; la bienpagá de los «brujos visitadores de la Moncloa», como laicamente les bautizó Cebrián. Roures, trotskista, ex de la LCR y la IVª Internacional dice que «Mis ideas no han cambiado una coma». El azote de chorizos en 2008 se llevó a la saca 21 millones de euros de dinero público por un plagio (con sentencia judicial y todo), nos llama piratas… pero, ¿y la sonrisa de un niño?
Roures nos llama ladrones y su propio periódico le desmiente:
Enlazar a redes P2P para descargar archivos no es delito. La acusación particular está formada por SGAE, Microsoft, PROMUSICAE, EGEDA… Warner, Columbia, Fox, Disney, etc
Como se ve, los acusadores eran reconocidos ches con pañuelito terrorista al cuello, comprometidos y ardientes defensores de la clase obrera y luchadores por los derechos civiles.
Mientras Roures hablaba, una flota conjunta de navíos egipcios y estadounidenses detenía y abordaba un carguero de los Guardianes de la Revolución Iraní en el Golfo de Adenas con unas 60 toneladas de armamento para Hamas. La siniestra carga tenía por destino el Sinaí, desde donde los terroristas las llevan a El Arish para ir metiéndolas lentamente en Gaza por los cientos de túneles de aprovisionamiento. Los niños de Gaza no tomarán leche llegada por los túneles, ni pan ni cuscús, que entonces se rompería la ficción romántica de guetho varsovita y no habría quien explique el bloqueo israelí con la catarata de millones que les llega. Mejor muertos y mártires que comidos e informados.
María, una mujer española, ha vivido el último conflicto de Gaza en primera persona junto a su marido palestino, médico, y un bebé de dos años. Lo ha contado a través de su blog Anhelo del pasado. Ha denunciado el uso de fósforo blanco; la absoluta complicidad árabe con la intervención; la inhumana medida de Egipto cerrando sus fronteras a los refugiados; la premeditada provocación terrorista para desencadenar una masacre contra su propio pueblo; la desfachatez de los que llama «malditos islamistas» por utilizarles como escudos humanos y los montajes publicitarios de nuestro gobierno, como Moratinos en las noticias «sacando pecho», diciendo que los españoles podrían salir y «anunciando algo que se queda en pura mentira… algo que solo sirve para salir en la foto». Pero entre lo más interesante de su vivencia, más que sus afirmaciones, están sus preguntas:
—¿Por qué Hamas atacó a Israel con armas débiles y sabiéndose débil para defenderse?
—¿Por qué desataron su furia sabiendo que su pueblo moriría indefenso?
—¿Por qué ellos conscientemente expusieron a esa población a la muerte? …
—¿Por qué los árabes no entran en esa lucha?
—¿Será que necesitan una guerra?
—¿Será que así la intentan encender para reactivar la economía?
—¿Será que esa es la razón y nadie quiere recoger el guante de la guerra?
—¿Será que con mas muertos, justificarían lo que sea?
—¿Por qué Obama desde su campaña dijo que siempre protegería al Estado de Israel?
—¿Por que la ONU no funciona?
Los solidarios españoles ya se preparan, supongo, para manifestarse contra los 50 años de dictadura castrista. Por los niños, claro. Para denunciar que la prostitución infantil en Cuba ya no es ni siquiera un problema sino una costumbre pagada por turistas de la Madre Patria.
Genocidio
Exterminio o eliminación sistemática de un grupo social por motivo de raza, de etnia, de religión, de política o de nacionalidad
Grandes declaraciones sobre genocidio como quien canta en la ducha. Es la trivialización del Mal. Genocidio es lo que está ocurriendo en Darfur, genocidio fueron los campos de exterminio soviéticos y genocidio fueron los crímenes de Bosnia. Todo eso da igual, la única manifestación con bendiciones es la que lleva una pancarta «contra el genocidio palestino», y otra con «Palestina vencerá» porque poner «Hamás vencerá» queda como feo.
Más de 2.000 firmantes turcos piden perdón a los cristianos armenios aniquilados por los otomanos en el mayor genocidio moderno tras el Holocausto. Una web independiente es autora de la iniciativa, contra el propio gobierno turco que sigue negando la colosal matanza. Entre un millón y millón y medio de civiles cristianos fueron violados, torturados y asesinados, saqueando después sus tierras y propiedades que pasaron a manos de los asesinos. Ni un minuto en el telediario, no es noticia ni memoria. No hay manifestación a la vista. De hecho, nunca la hubo.
Desde la independencia del Congo en 1960 hasta hoy, la región africana de los Grandes Lagos es escenario de una de las guerras más sanguinarias de nuestro tiempo. Entre abril y julio de 1994 fueron salvajemente asesinados en Ruanda al menos 500.000 civiles y tres millones más escaparon como refugiados. Al tratarse de un exterminio metódico de la etnia tutsi, las Naciones Unidas lo calificó como genocidio en su Resolución S/PRST/1994/59 del 14 de octubre de 1994. Dos millones de civiles viven en campamentos al norte de Uganda y dependen de la ayuda internacional para sobrevivir. Sin millonarios indignados ni concentraciones —no salen a la calle con pañuelo africano—, nadie abrió la boca para intentar pararlo.
En junio pasado, Uganda, la RDC y Sudán acordaron coordinar operaciones militares contra la rebelión del LRA, un grupo fundamentalista bíblico que en su enfrentamiento civil ha causado la muerte de decenas de miles. Hoy los terroristas han respondido: según Human Rights Watch (HRW) y Justice Plus, los del Ejército de Resistencia del Señor (LRA) «masacraron brutalmente a 620 personas y secuestraron a más de 160 niños» esperando al día de Navidad para la matanza. Prendieron fuego a un millar de casas, 3 escuelas y 9 iglesias. Los niños secuestrados servirán como soldados, ellos, y como objetos sexuales ellas. Entre los supervivientes hay niñas de tres años con profundas heridas en el cuello por los intentos de arrancarles la cabeza de cuajo. Algún breve en la prensa. Los civiles asesinados, dos veces más que en Gaza, no son noticia. Nadie se manifiesta «por la paz». ¿A que es bonita la sonrisa de un niño?
Síndrome del dhimmi
En la ofensiva contra Hamás han muerto unas 1.300 personas, de las cuales, según los propios terroristas, unas 750 han sido mártires del Yihad. Para los del cine y otros manifestantes por la paz, mártires como los de Leganés son víctimas civiles. No leen informes de Amnistía Internacional, como el que explica la situación actual en Gaza, Desgarrados por la lucha entre facciones (pdf), donde se describen cientos (en realidad miles) de atrocidades cometidas contra civiles palestinos hace ahora un año, en el golpe de estado yihadista. Hacen méritos para ser un buen dhimmi, desgañitándose junto a tipos que gritan histéricos ¡Allah Akhbar! o Hitler didn’t do a good job!, donde solo caben dos posibilidades y la más benigna es considerarlos ignorantes.
Oficiales de Fatah denuncian el asesinato de 35 palestinos por sus rivales de Hamás. Otros 75 activistas de Fatah han recibido disparos en las piernas, torturas y rotura de manos por expresar su acuerdo con la intervención israelí contra Hamás. Es un episodio más en la guerra civil de yihadistas contra palestinos, como el golpe de estado de 2007, con más de 4.000 asesinados. Hamás y Al Qaeda siguen siendo jaleados por sus cómplices occidentales bajo el síndrome del dhimmi mientras secuestran, torturan y matan con total impunidad.
Mubarak, Abbas y el rey Abdullah II, entre otros líderes, son abiertamente señalados como traidores en los medios yihadistas, incluyendo también otros como Al-Jazeera o Al-Quds al-Arabi, que, sin embargo, sí muestran las atrocidades islamistas en Gaza. Ni una palabra en los periódicos y telediarios españoles. Los manifestantes brillaron por su ausencia.
El portavoz de Hamás en Siria, Alí Barakei, ha dicho sobre el fin de la intervención:
Me temo que tendremos que recuperar la estrategia de los atentados suicidas
Pronto surgirán concienciados hombres de negocios entregados a la causa, y el público tragará, comprometidos cuando el toque de corneta diga que se puede. Porque todo está bien para el buen dhimmi mientras se mantenga cierto orden —con la pasta no se juega— y los terroristas no invadan el patio de butacas, que eso sólo pasa en Chechenia. Aquí, a falta de niños, brilla la sonrisa de Roures.
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