martes, 30 de octubre de 2012

Son taaan españoles


Del buen suceso que el valeroso Don Artur tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los invasores españoles, con otros sucesos dignos de felice recordación.


En esto descubrieron dos o tres F18 en vuelo de entrenamiento, y así como Don Artur los vió, dijo a su escudera: la ventura va guiando nuestra construcción nacional mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amiga Carmen Panza, donde se descubren desaforados gigantes invasores del Estado español con quien pienso hacer batalla, ¡por la gloria dels segadors! y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer: que esta es buena guerra, y es gran servicio a la butifarra patria quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra. ¿Qué gigantes? Dijo Carmela.

Aquellos que allí ves, respondió su amo, de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas. Mire vuestra merced, respondió Carmen, que estábamos con el nuevo estatut, ahora lo del pacto fiscal y aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino aviones, que vuelan desde la base en Zaragoza hasta el mar, que llevan toda la vida pasando por aquí, que es el camino más corto. Bien parece, respondió Don Artur, que no estás cursada en esto de las aventuras; ellos son gigantes imperialistas, desconocen el pan con tomate, y si tienes miedo quítate de ahí, y ponte a bailar la sardana en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla. Y diciendo esto, dio de espuelas a su burrito Rusinant, sin atender a las voces que su escudera Carmen le daba, advirtiéndole que sin duda alguna eran aviones, y no gigantes aquellos que iba a acometer. Pero él iba tan puesto en que eran gigantes españoles, que ni oía las voces de su escudera Carmen, ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran; antes iba diciendo en voces altas: non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete. Levantóse en esto un poco de viento y los cazas saludaron balanceando las alas, tal y como hace cualquier aviador desde que estrenaron Top Gun, lo cual visto por Don Artur, dijo: pues aunque mováis más brazos que los del gigante Briareo, me lo habéis de pagar.

Y en diciendo esto, y encomendándose de todo corazón a su señora la Moreneta, pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su barretina, con la estelada en ristre, arremetió a todo el galope de Rusinant, y embistió contra el aire; y dándole una lanzada al viento, atronó el motor a reacción con tanta furia que se llevó tras de sí al burrito y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo. Acudió Carmen Chacón a socorrerle a todo el correr de su asno, y cuando llegó, halló que no se podía menear, tal fue el golpe que dio con él Rusinant. ¡Válame Dios! dijo Carmen; ¿no le dije yo a vuestra merced que con lo del federalismo asimétrico chuparíamos del bote igual? Calla, amiga Carmen, respondió Don Artur, que las cosas de la guerra, más que otras, están sujetas a continua mudanza, cuanto más que yo pienso, y es así verdad, que aquel sabio Rajoyón, que me robó el aposento y los libros, ha vuelto estos gigantes invasores en aviones de entrenamiento por quitarme la gloria de su vencimiento: tal es la enemistad que me tiene el Estado español, que no nos entiende, y nos roba; mas al cabo han de poder poco sus malas artes contra la voluntad soberana del pueblo.

En este punto y término deja el autor de esta historia, el catalán Miquel Servent, esta batalla, disculpándose que no halló más escrito destas hazañas de Don Artur, de las que deja referidas. Por lo que el ya citado Miquel Servent, al igual que otros grandes patriotas catalanes como Cristófor Colom, se encomienda a la Moreneta (mal llamada Gioconda) que tan bien retrató el pintor catalán Leonard Vinçà con los picos de Montserrat al fondo. Señora Moreneta de la Unión Europea, le pedimos que frene la intervención militar del Estado español, que el mago Rajoyón deje de utilizar amenazas de uso de la fuerza armada como resolución de un conflicto político, y que nos dé su palabra de que no invadirá Cataluña. Que lo jure por el niñito Jesús, quien, por cierto, era catalán.

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