A menudo se le calificaba como «el Che Guevara árabe», «líder fraternal y guía de la revolución». Su muerte ha sido atroz. El vídeo de su asesinato recuerda aquel otro,
el 20 de septiembre de 2011, cuando un cristiano egipcio era linchado,
desnudo e indefenso, por una multitud de piadosos musulmanes. Las mismas
caras, los mismos berridos de Allahu Ahbar (Alá es grande).
Muamar al Gadafi fue creador y Líder Fraternal de la Jamahiriya Árabe Popular y Socialista. Un discípulo aventajado de Gamal Abdel Nasser, que en el Egipto de los años cincuenta presidió el Partido Unión Árabe Socialista y llevó a cabo una revolución que le valdría ser condecorado en 1964 por Nikita Khrushchev, con el título de Héroe de la Unión Soviética y la Orden de Lenin. En 2003 caía Sadam Husein en la República Socialista de Irak, que presidía el Partido Socialista Árabe Baaz y cuyo lema era «Unidad, Libertad, Socialismo». En diciembre de 2010 se iniciaba la revuelta de Túnez, contra el régimen de Ben Alí, presidente del Rassemblement Constitutionnel Démocratique, miembro pleno de la Internacional Socialista hasta el 18 de enero de 2011. El 25 de enero se desataban las protestas en Egipto contra el régimen de Hosni Mubarak, heredero de Nasser, presidente del Partido Nacional Democrático y miembro pleno de la Internacional Socialista hasta el 1 de febrero. Por ahí anda, todavía, el Estado Socialista de Siria con Bashar al Assad, presidente del Partido Árabe Socialista Baaz.
Como si estuvieran en Rodiezmo jugando a mineros decimonónicos, tres individuos puño en alto, capucha del Ku Klux Klan y boina incrustada hasta las cejas, gritan: «¡Gora Euskal Herria sozialista!» Y el resto del universo los mira como vacas viendo pasar el tren. Políticamente correctísimos, «compañeras y compañeros», «ellos y ellas», «la ciudadanía», se dirigen a «los gobiernos de España y Francia», España, a la que, por arte de birlibirloque, han dejado de llamar "Estado español". Como todos sus compañeros ideológicos, desde Kim Jong-il hasta Hugo Chávez, los hermanos Castro y todos los salvapatrias árabes, terminan su arenga declarando que su intención es «construir un escenario de paz y libertad». Y al mismo tiempo, se declaran nacional socialistas. Todo con arreglo al guión.
Muamar al Gadafi fue creador y Líder Fraternal de la Jamahiriya Árabe Popular y Socialista. Un discípulo aventajado de Gamal Abdel Nasser, que en el Egipto de los años cincuenta presidió el Partido Unión Árabe Socialista y llevó a cabo una revolución que le valdría ser condecorado en 1964 por Nikita Khrushchev, con el título de Héroe de la Unión Soviética y la Orden de Lenin. En 2003 caía Sadam Husein en la República Socialista de Irak, que presidía el Partido Socialista Árabe Baaz y cuyo lema era «Unidad, Libertad, Socialismo». En diciembre de 2010 se iniciaba la revuelta de Túnez, contra el régimen de Ben Alí, presidente del Rassemblement Constitutionnel Démocratique, miembro pleno de la Internacional Socialista hasta el 18 de enero de 2011. El 25 de enero se desataban las protestas en Egipto contra el régimen de Hosni Mubarak, heredero de Nasser, presidente del Partido Nacional Democrático y miembro pleno de la Internacional Socialista hasta el 1 de febrero. Por ahí anda, todavía, el Estado Socialista de Siria con Bashar al Assad, presidente del Partido Árabe Socialista Baaz.
Como si estuvieran en Rodiezmo jugando a mineros decimonónicos, tres individuos puño en alto, capucha del Ku Klux Klan y boina incrustada hasta las cejas, gritan: «¡Gora Euskal Herria sozialista!» Y el resto del universo los mira como vacas viendo pasar el tren. Políticamente correctísimos, «compañeras y compañeros», «ellos y ellas», «la ciudadanía», se dirigen a «los gobiernos de España y Francia», España, a la que, por arte de birlibirloque, han dejado de llamar "Estado español". Como todos sus compañeros ideológicos, desde Kim Jong-il hasta Hugo Chávez, los hermanos Castro y todos los salvapatrias árabes, terminan su arenga declarando que su intención es «construir un escenario de paz y libertad». Y al mismo tiempo, se declaran nacional socialistas. Todo con arreglo al guión.
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