Pero si esas no son las razones para atacar un país extranjero e interferir en un golpe de Estado violento, ¿por qué estamos en guerra? ¿A qué viene este ardor guerrero 2.0 y los pacifistas transformados en Rambo? Como siempre, hay que seguir la pista del dinero.
En Libia comenzó a hablarse de la nacionalización del petróleo y de las compañías extranjeras de crudo después del informe 2008 de la empresa nacional de petróleo NOC, en el que exponían que era necesario modificar los acuerdos con empresas foráneas. Los principales diarios del país demandaron a los Congresos Populares de Base que se pronunciasen a favor de la nacionalización. El diario Al Jamahiriya, por ejemplo, publicó que el petróleo "es nuestra riqueza que requiere que lo controlemos y no lo dejemos como un instrumento en manos de las empresas extranjeras". Repsol YPF era en aquel momento una de las mayores petroleras privadas de Libia, con una producción aproximada de 250.000 barriles al día y unas reservas superiores a los 70 millones de barriles.
Al mismo tiempo que se acerca la nacionalización, Rusia y Libia estrechan lazos en el sector energético (agosto 2008), con suculentos contratos para que Rusia construya una central nuclear en Libia, inversiones en los sectores del gas y el petróleo que dejan a Rusia como dueña del gas para Europa, o unos 2.000 millones de euros en venta de armas.
Por otro lado, en ese momento, la Libia de Gadafi intensifica sus relaciones comerciales con la Venezuela de Chávez, un presidente que ya ha nacionalizado el petróleo. Más de 150 convenios binacionales, como la Ley Aprobatoria del Acuerdo de Cooperación Energética entre el Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela y el Gobierno de la Gran Jamahiriya Árabe Libia Popular Socialista (con cláusula de confidencialidad que impide conocer los términos), la Ley Aprobatoria del Acuerdo para la Creación del Fondo para el Financiamiento de Proyectos de Inversión Conjunta e Incentivo del Comercio Venezuela-Libia, o el Fondo financiero de mil millones de dólares para desarrollar diversos proyectos en materia agrícola, industrial y petrolera.
Todos esos movimientos dejan fuera de la tarta petrolera a las grandes multinacionales europeas y, principalmente, norteamericanas. Los grandes perjudicados eran USA, Francia y Reino Unido (que en 2009 llegó a liberar al terrorista de Lockerbie a cambio de un contrato entre la petrolera BP y Libia). Gadafi estaba jugando con fuego.
Una situación semejante era suficiente para intervenir (es decir, invadir) en 2003, pero de los errores se aprende y en la actualidad se sabe que, repitiendo lo de Irak, la batalla de la opinión pública estaría perdida. Una revuelta pacífica como las que se están dando en el resto de países islámicos tampoco permitía el asalto al crudo. Se hacía necesario un golpe de Estado con posterior guerra civil e "invasión humanitaria".
En una entrevista con Carlos Kurdi Gravi, el representante del Kurdistán iraquí en la UE da las claves de esta situación:
Estados Unidos está detrás del cambio en busca de un nuevo modelo de aliado en Oriente Medio lejos del aliado tradicional de los dictadores autoritarios que no le traen más que problemas... Washington, con el uso inteligente de las cadenas Al Yazira y Al Arabiya, ha informado a la población de los países con revueltas para que no acepten más esa injusticia. Entonces, se han levantado. Al mismo tiempo, EE.UU. ha lanzado el mensaje de que ya no tolerarán más a los dictadores... La UE ha estado al margen del proceso. Se ha sorprendido y han peligrado sus intereses. Si estás dentro salvaguardas tus negocios pero si estás fuera quedan en peligro. Y fíjese bien y verá que no sabían lo que se avecinaba.
Era por tanto necesario no solo alimentar las revueltas legítimas, sino ofrecer el país a alguna facción del poder en Libia, que se sintiera marginada en la tremenda corrupción de la familia Gadafi administrando las ganancias del petróleo. Una facción con poder suficiente como para desatar la violencia (Libia es el único país donde los "revolucionarios" han disparado primero), creando una guerra civil de facto. Así ha sido.
En marzo de 2009 sectores muy poderosos del régimen se negaron a la nacionalización de las empresas petrolíferas. El Congreso del Pueblo de Libia (el máximo órgano del país) impidió, o aplazó, la nacionalización que pretendía Gadafi.
El 17 de febrero de 2011 se inician las protestas. Se suceden noticias falsas sobre masacres inexistentes y fosas inventadas. Abdel Fatah Yunis, el número 2 en Libia tras Gadafi, desaparece del mapa y aparece cinco días después en Bengasi transformado en líder de los revolucionarios armados. Abdel Fatah Yunis era uno de los más estrechos colaboradores de Gadafi, su más fiel aliado y uno de los entonces coroneles que, junto a él, llevaron a cabo un golpe de Estado en 1969. En el momento de su reaparición era ministro de Interior y fue antes ministro de Seguridad Pública (responsable de la represión y la policía secreta de Gadafi), general y comandante en jefe de las fuerzas especiales. La tribu de Abdel Fatah Yunis pertenece al oeste de Libia y lucha por el poder contra la de Gadafi.
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