domingo, 24 de octubre de 2010

Sorpresa en el juicio a Geert Wilders

Cuando empezó el juicio, Wilders lo tenía claro: aquello no sería un proceso contra él y contra la libertad, sino contra una ideología política totalitaria que pretende adueñarse de Europa: el islam. Fuera cual fuese el resultado, Geert Wilder solo podía ganar. Ora salía absuelto, y condenada por tanto la ideología que actúa contra libertad de expresión; ora salía condenado por algo tan poco democrático como el delito de blasfemia (disfrazado con mil subterfugios y eufemismos). En ambos casos el político liberal convertía aquello en un proceso público al islam en Europa.

Hace una semana la Fiscalía holandesa retiró todos los cargos. Pero ayer viernes Wilders se la jugó, y ganó. Órdago a la grande.
Recusó al tribunal y el juicio deberá repetirse por falta de imparcialidad de los jueces. El tribunal no permitió la declaración del arabista Hans Jansen, testigo de la defensa, que fue invitado a una cena con el juez Tom Schalken (miembro de tribunal de Apelación que ordenó la apertura del juicio contra Wilders) para explicar si fue coaccionado o no por el citado juez. Como resultado Wilders ha puesto ahora en tela de juicio no solo la ideología islamista, sino al caballo de Troya de la dhimmitud. Los cómplices occidentales del islamismo son recusados, de acusadores pasan a la picota.

Estos mismos jueces, hoy recusados, rechazaron a quince de los dieciocho testigos solicitados por la defensa. Entre ellos Mohamed Bouyeri, el asesino de Theo Van Gogh, y un par de imames, así como cinco expertos en islam y cinco en libertad de expresión. Los únicos testigos permitidos para la defensa fueron una declaración escrita de la psiquiatra Wafa Sultan y la comparecencia de dos expertos holandeses en islamismo, Simon Admiral y el mencionado Hans Jansen que sufrió coerción.

El pequeño artículo de El País explicando estas vicisitudes es todo un memorial del asunto. Ya no insultan a Wilders, nada de "ultras" por doquier ni salpimentados de "extrema derecha", "derecha extrema", "racismo" y demás zarandajas... ahora Wilders solo es "islamófobo":
«El proceso contra el líder islamófobo holandés Wilders tendrá que repetirse por falta de imparcialidad del tribunal»

Flaco favor hacen los periodistas mezclándolo todo. Los peores racismos conocidos nunca fueron xenófobos. Los nazis en Alemania, el Apartheid sudafricano y la discriminación en USA no eran contra extranjeros, sino contra sus propios ciudadanos, incluso contra los más indígenas. Y la xenofobia, por su parte, es una expresión del miedo. Si algún día El País recupera su libro de estilo nos explicará que "fobia" significa miedo irracional, una aversión obsesiva provocada por el temor irracional. Geert Wilders está demostrando todo lo contrario: una valentía de la que pocos seríamos capaces (hoy día nadie tiene tantas amenazas de muerte), y una capacidad de racionalizar el problema, el islam, que está poniendo de los nervios a toda la patulea de dihimmis europeos.

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