Si sales a la calle en minifalda te hostio hasta cansarme, le decía Pepe, su Pepe. Porque mi Pepe es bueno -contaba Soledad antes de su asesinato- a veces tiene sus prontos pero es mío y me quiere. Además, aquellas minifaldas que me ponía de soltera eran un poco guarrindongas, y mi Pepe no quiere que en la treintena parezca una buscona.
Coín es un pueblo de Málaga donde no bajan de 30º a la sombra. En los últimos años la inmigración, especialmente de musulmanes, ha hecho aumentar la población desde 17.900 habitantes en 1991 a 20.551 en 2006. Algunas mujeres visten por sus calles blancas disfraces negros de fantasma ninja, el niqab (se pueden ver los ojos) o el burka (ojos también tapados).
El ayuntamiento de Coín, socialista de toda la vida, organizó a través del área de Igualdad del ayuntamiento un curso de integración, con clases de español, al que empezaron a acudir varias de esas mujeres. Duró poco la iniciativa dado que el profesor era varón y ellas no pueden hablar con varones, ni mucho menos permanecer en la misma habitación con otros hombres.
La concejala de Igualdad, Inmaculada Agüera, decidió indagar un poco sobre aquellas vecinas de su pueblo, especialmente una que estaba desaparecida. Finalmente las compañeras confesaron que el esposo se había enterado de que el profesor era un hombre y que en las clases había más hombres. El piadoso muslim prohibió a su esposa volver a asistir y, como castigo, la obligó a dormir en el suelo varias semanas. Ella, por supuesto, se negó a denunciar. Bibiana Aído ni está ni se la espera.
En Coín, que viven muy lejos de las alturas planetarias por las que revolotea Leire Pajín, han decidido prohibir el burka. Oiga, que sí, que usted puede tener cuantas esclavas quiera, y darles palizas o encerrarlas, y puede mutilar los genitales de sus hijas para después venderlas a algún viejo libidinoso y que las encierre en el corral de sus camellas, pero lo hará en la intimidad del hogar. Lo de pasearlas por la calle con una argolla en la nariz, o con un niqab, queda como feo en España.
En una oficina de correos de Novara, Italia, se presentó a mediados de 2010 una mujer de 26 años y tunecina de origen, acompañada por su marido y cubierta con velo integral. En Novara está prohibido salir a la calle con burka. La policía, tras pedir que se identificara, la multó con 500 euros.
Entrevistado por el ‘Corriere della Sera’, el piadoso marido, Ben Salah Braim, de 36 años, se lamentó porque pensaba que “al menos el viernes” no pondrían multas, dado que “es el único día en que su mujer salía de casa para ir a rezar”, y porque a partir de ahora no tendrá más remedio que no salir nunca. El hombre, buen ciudadano además, acepta las leyes italianas, pero explicó al periodista que a su mujer, simplemente, “no la pueden mirar otros hombres”.
Son “peculiaridades culturales“, en palabras de Bibiana Aído.
Montserrat Nebreda se disfraza de esclava sexual y dice sentirse “protegida“. Hay unas argollas muy bonitas, que protegen los bienes de sus amos, especialmente cuando sirven para llevar de la nariz las esclavas. Y a Montserrat le gustan.
Está a un paso la bufona de convertirse al islam. La giliprogrez de Nebreda calca milimétricamente las intenciones del fundador de la secta, Mahoma, cuando prescribió el velo para las mujeres. Protección, esa es la clave, la protección de todas las cosas que pertenecen al amo, especialmente sus mujeres.
La primera referencia coránica para imponer el velo es personal, del heresiarca, para proteger a su harén de las miradas de sus propios sectarios. Es una de las decenas de normas que Mahoma dijo recibir de Alá en beneficio propio, personal e intransferible:
Cuando les pidáis algo a ellas (las mujeres de Mahoma) hacedlo detrás de un velo: es más puro para vuestros corazones y para los suyos. No podéis ofender al enviado de Dios ni casaros jamás, después de él, con sus esposas. Ello es, para Dios, un gran pecado. (Corán, 33, 53).
Ese primer velo, posiblemente, se refiere a una cortina detrás de la cual encerraba a sus esclavas y esposas. Mirar a una mujer del jefe es pecado (un gran pecado), cosa que no sucede al contrario. Cuando el hijo de Mahoma, Zaid, desposó a la hermosa Zaynab, tuvo la mala suerte de que su padre viera a la joven recién casada. Una mirada fue suficiente, Zaid repudió a Zaynab y Mahoma pudo beneficiársela inmediatamente.
Como la violación sistemática es parte de las enseñanzas de Mahoma, que solo puso restricciones cuando la mujer violada debía venderse posteriormente (lo que bajaba el precio de las vírgenes), Mahoma impuso en estos casos el azl, o pequeño coito, que viene a ser como la puntita nada más conde don Juan. Para las demás reservó la violación por todo lo alto, sin más restricciones que no violar a las musulmanas. Pero puntita o puntazo la cosa es que sus piadosos seguidores no se aclaraban con tanta mujer suelta, y ante el follón, desde Medina Mahoma impuso a todas las musulmanas un velo que las distinguiera de las no creyentes. Infieles violables y musulmanas no violables.
Profeta: di a tus mujeres y a tus hijas y a las mujeres de los creyentes que se ciñan sus velos. Esa es la mejor manera de que sean reconocidas y no sean molestadas (por los propios musulmanes). Dios es indulgente, misericordioso.(Corán, 33, 59).
Por último, mosqueado con las mujeres (es que van provocando), el piadoso Mahoma hace que Alá truene contra ellas: ¡Que cubran su pecho con sus velos! Y eso que todavía no se había generalizado el top less playero.
Di a las creyentes que bajen sus miradas y sean castas, y que no muestren de sus adornos más que lo que se ve. ¡Que cubran su pecho con sus velos! (Corán, 24, 31-32).
Desde entonces las mujeres musulmanas están protegidas. O mejor dicho, los varones musulmanes protegen sus posesiones sexuales, esposas, hijas, concubinas y esclavas.
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