martes, 2 de marzo de 2010

¡Liberad a Wali!

Exterior día, nublado junto al mar, acordes de piano y la voz de Michael Jackson. El niño Joseluis corre al espigón y llama a su amigo, yes we can! Sube la música, violines, cuatrocientas negras del coro episcopaliano y mil quinientos niños de San Ildefonso elevando sus voces. ¿Podrá saltar el rompeolas? Sería un milagro -dice el indio- ¡Alá es grande! (se ha convertido, de sopetón). Walid Hijazi (Wali para los amigos) toma impulso aleteando y nada con fuerza, impecable estilo rana. Salta el malecón por encima del niño Joseluis, que le acaricia las barbas al pasar haciéndole cosquillas, libre por fin, mientras el malvado cazador de ballenas, George W. Bush, se reconcome en el muelle.

Libre como el viento, con permiso de residencia, trabajo y casa, por cortesía del IVA que nos subirán en julio. Un parado menos. Querían ponerle piso en Leganés pero no les pareció conveniente, no sea que Pedrojota les saque otro agujero negro. Nadie sabe si es culpable de algo o no, pero ni se les ocurre soltarlo en su pueblo. Los del ministerio de Exteriores de la Autoridad Nacional Palestina se lo quieren llevar a su tierra, aunque su madre y los catorce hermanos prefieren venirse a España, ya preguntan dónde para el metro. Libre, como Irán cuando amanece, Wali es libre, como Iraq. Le han aplicado un «meticuloso y exhaustivo» programa de integración social «basado en valores como la tolerancia religiosa». Como el pájaro que huyó de Afganistán, y puede al fin volar… Wali está ansioso de aprender los valores de la multiculturalidad, la tolerancia y el buen rollito.

No es Willy, es Wali y desde hace una semana también vive en España. Podemos estar tranquilos, la periodista Laura L. Caro en ABC nos cuenta que Wali «es el buen hijo», de «hogar humilde con las paredes desconchadas, donde no hay un solo símbolo de Hamás o Fatah», «ni más reverencia religiosa que un tapiz barato de La Meca». ¿A que es bonito? Para la entrevista se han hecho todos ateos. El chico fue siempre «normal, cariñoso y obediente», eso sí, un poco «mimado por ser el menor», qué pillín. La frase que más me gusta es cuando Laura escribe que «de pequeño se escapaba del colegio y su padre tenía que ir a devolverle, sonríe la madre, evocando la infancia de fútbol y pin pon».

Era tan bueno tan bueno que el año 2000 se marchó a la Meca y se alistó en Al Qaida como yijadista. Los de Ben Ladem le dieron nueva identidad con pasaporte saudí a nombre de Aseem Matruq Mohammed al Aasmi. Pagaron su viaje a Afganistán y el cariñoso jugador de pim pom se entrenó en el manejo de explosivos, diversas armas de fuego, asesinatos en masa y degollamientos con cimitarra. La mejor época de su vida: hacían fuegos de campamento y cantaban canciones, alguien contaba historias de miedo y al final bailaban los niños esclavos vestidos de mujer.

Todo era maravilloso mientras preparaban los atentados del 11 de septiembre en el campo de adiestramiento de Al Farouq, dirigido por el sirio español Mustafá Setmarian Nasar. Un honor aprender del maestro Setmarian, que en 1985 asesinó a 18 españoles e hirió a otras 82 personas en el atentado al restaurante “El Descanso“, de Madrid. Entre otras hazañas de los Boy Scouts con turbante destacaban los dos atentados en Kenia y Tanzania, el 7 de agosto de 1998, donde pudieron asesinar a 301 personas y dejaron 5.000 heridos.

Entonces llegaron los días de gloria. En octubre de 2000 Walli celebraba con danzas tradicionales -Bájame la jaula Jaime- el atentado contra un destructor estadounidense en el puerto de Adén, en Yemen, y los 17 muertos; pero el súmmum de la virtud islámica lo alcanzó cuando masacraron a más de 3.000 personas en Nueva York. Como los malignos americanos y la confabulación judeo-masónica decidieron bombardear su campamento de vacaciones, Wali salió pitando hasta la localidad afgana de Khost, donde resultó herido por una granada. Para curarse, los hermanos de Al Qaida lo mandaron a Pakistán. En la frontera fue arrestado y entregado a las fuerzas de Estados Unidos. Desde entonces no entiende nada. Aprendió a cantar el Guantanamera y ahora vive en España. Podrían haberlo mandado con Chávez, que tiene más experiencia, o con Castro, que no tiene presos políticos.

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