"Soy ácrata de corazón, socialista de cabeza y del bolsillo de derechas".
El bueno de don Paco tenía muchas virtudes, pero desde luego no era una de ellas su profundidad de análisis. En la España del pelotazo, que era la suya, los bolsillos, la banca y las multinacionales eran -sin excepción- socialistas y nacionalistas. Antes lo fueron franquistas, en la Transición de derechas y nacionalistas, después del felipismo peperas y nacionalistas, y ahora yupi yupi zapaterinas o nacional socialistas. Todos lo mismo, hijos y nietos de jerifaltes falangistas que han montado su nuevo Movimiento (PP, PSOE, etc), su Sindicato Vertical (UGT, CCOO, SGAE, FEGL, FAES, Nunca Mais, etc), su Poder Judicial Dependiente que ataca a una facción u otra según toque (la otra se queja entonces, sólo entonces), y un fantasmagórico Poder Legislativo para legitimar lo que diga el Ejecutivo y amén. De hecho, todos esos jueguecitos malabares son la misma cosa: oligarquías saqueando a una inmensa mayoría que no se siente concernida, ni vota, en el montaje de la partitocracia. Los que votan en España, ya se sabe, lo hacen contra algo, como un buen holligan futbolero, incluyendo a esos que lo disfrazan como "el mal menor" (¡Ja!).
Ahora la estrategia es doble en Galicia y Vascongadas. La sección PP del Movimiento nos dice que hay que salvar Galicia del nacionalismo, esa imbecilidad que impusieron e imponen ellos mismos a golpe de legislaciones absurdas, para seguir forrándose. La sección PSOE del Movimiento nos llama a salvar Vascongadas del nacionalismo, seguramente para hacer igual que en Cataluña (donde no vota ni el Tato), aumentado y corregido para seguir también forrándose. Bizantinismo de la política española, dicen por ahí, pero es muy simple, lo único bizantino son las constantes campañas de márketing y las discusiones ad hoc sobre temas irrelevantes que a nadie importan un pimiento. Lo esencial, lo único que importa, es seguir asegurando que fluyan subvenciones y que la nobleza, casta de parásitos, siga chupando del bote.
El gesto de la maza en Lazcao está siendo interpretado como un "heróico acto de rebeldía frente al nacionalismo excluyente". A mí no me lo parece. Como él hay millones de personas hartas de unos y otros, de que no nos dejen vivir tranquilamente, de que inventen problemas ridículos sin solucionar los reales, de que los únicos favorecidos sean siempre los banqueros y sus socios de sindicatos y partidos.
A mí, desde luego, que no me esperen. Pueden irse todos a cagar.
Os enlazo un texto de Maldito Hijo de Perra.
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