sábado, 1 de noviembre de 2008

Alianza de Civilizaciones: Violada, juzgada y lapidada con 13 años


Otra más de la "Alianza de Civilizaciones"...
La noticia saltó inexacta y algunos, como Don Pedro Zerolo, todavía no se han enterado, pero eso sí, acaban todos hablando de la Inquisición y el siglo XVI. Pues no, no tiene nada que ver con los españoles de entonces, sino con estos, con los que se alían civilizadamente a desalmados haciendo alarde del "Pensamiento Alicia" y negocian con ellos grandes sumas cuando nos secuestran un pesquero aunque ello anime a seguir secuestrando.
Si pudiéramos entendernos entre nosotros, quizá -sólo quizá- podríamos hacer algo para evitarlo.

Aisha Ibrahim Dhuhulow no tenía 24 años y nunca fue adúltera. Aisha Ibrahim no fue violada por un sólo hombre, sino por tres, tenía 13 años e iba a la escuela muy lejos aún del matrimonio. Tras violarla salvajemente, su familia denunció los hechos ante el tribunal islámico de la zona, compuesto por los más devotos y santos clérigos del islam, apoyados e impuestos a punta de fusil por los musulmanes ortodoxos de Al Shabab. Condenada a muerte fue lapidada hasta tres veces porque se negaba a morir... La última, tras ser recogida por una enfermera, tuvieron que volverla a enterrar hasta la cintura cuando se dieron cuenta de que respiraba.

Aisha es un caso más de la interminable lista de mártires. El país que lanzó la genial idea de "Alianza de Civilizaciones", Irán, ejecutó el pasado 26 de agosto a Behnam Zare, de 18 años, en la cárcel de Adelabad. Reza Hejazi fue colgado en la cárcel iraní de Isfahán. Ambos cometieron supuestos "delitos" cuando tenían 15 años y con ellos ya son seis los menores asesinados. Hay otros 85 esperando la ejecución en Irán por "delitos" acaecidos mientras eran menores. Behnoud Shojaee, Mohammad Feda’i, Bahman Salimian, Naser Qasemi y Mohammad Reza Haddadi, son sólo algunos de sus nombres. Sus "delitos" son cosas como mantener relaciones homosexuales, también penado con la muerte, o ser una niña y que te violen tres ortodoxos.



(PD) Aisha, como muchas niñas de países como el suyo, nació víctima ya. Vino al mundo en el campo de refugiados de Hagardeer, en el sur de Kenia, en 1995, donde su familia tuvo que refugiarse tres años antes, huyendo desde Mogadiscio de los ataques contra su clan, el de los Galgale, una minoría en Somalia.

Fue la última en nacer, la decimotercera de seis hermanos y seis hermanas.

La cría, que acudía a la escuela en el campo de refugiados, padecía epilepsia, por lo que la familia decidió enviarla con su abuela en Mogadiscio, donde podría recibir mejor atención médica. Kismayo estaba en su camino.

Desde el pasado agosto, las milicias integristas de Al Shebab contral esa ciudad costera.

Aisha, "una niña muy dulce, muy humilde", se quedó atrapada en Kismayo, y sobrevió gracias a la caridad de algunos vecinos y de gente que conoció en su tortuoso camino hacia el norte.

donde pudo sobrevivir estos dos meses gracias a los conocidos que había hecho en el camino. El dinero para llegar a Mogadiscio se le acababa, según decía a su padre por teléfono. La noche del sábado, tres hombres se le acercaron y la obligaron a acompañarlos a la playa, donde la violaron.

Bajo consejo paterno, ella acudió a los tribunales y denunció a sus violadores. Y ahí comienza el suplicio que acabarían con la niña atada y enterrada hasta el cuello, lista para ser reventada a pedradas.

Amnistía Internacional (AI) revela que la niña fue lapidada por un grupo de 50 hombres en un estadio de la localidad portuaria, ante cerca de 1.000 espectadores.

Los islamistas habían llevado un camión repleto de piedras -"más grandes que un huevo y más pequeñas que el puño de un hombre adulto"- al estadio, para que la gente se sumara en la ejecución.

Ninguno de los facinerosos que participaron en la violación y tortura de Aisha ha sido acusado ni arrestado.

La agonía de la niña fue espantosa. Tras ser apedreada y cuando ya se la llevaban -supuestamente muerta- una enfermera descubrió que todavía respiraba y volvieron a colocarla en el hoyo, enterrada hasta el pecho, para que prosiguiera la lapidación.

AI cita a un sujeto, llamado Sheij Hayakalah, quien declara orgulloso que "las pruebas fueron presentadas por su parte y ella confirmó oficialmente su culpa" ... "Además nos dijo que estaba feliz con su castigo en virtud de la ley islámica".

Varios testigos citados por Amnistía cuentan otra cosa: que la niña intentó luchar contra sus captores y tuvo que ser llevada por la fuerza al estadio.

Una vez alli, los milicianos -socios de los tres violadores- dispararon contra varias personas que intentaron salvar a la niña y mataron a un chico que se encontraba en las cercanías.

Un portavoz de Al Shabab se disculpó más tarde por la muerte del niño y aseguró que el que le disparó sería castigado.

"Esto no es justicia, ni fue una ejecución, esta niña sufrió una muerte horrenda encargada por los grupos armados opositores que actualmente controlan Kismayo", afirma tajante el responsable para Somalia de Amnistía, David Copeman.

"Su asesinato es incluso otro de los abusos de los Derechos Humanos cometidos por los combatientes en el conflicto de Somalia, y demuestra otra vez la importancia de la acción internacional para investigar y documentar esos abusos, a través de una comisión internacional de investigación".

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