Somos Iglesia, creemos en cristianismo y justicia. Lo demás son cosas del mundo.
De Prada: "La idolatría ideológica es la herejía de nuestro tiempo"
¿Qué supone para un escritor y articulista de su categoría formar parte de la plantilla de colaboradores de L´Osservatore Romano?
Para un escritor católico es muy importante. También es una oportunidad para abordar asuntos desde puntos de vista que hoy en la prensa cada día es más difícil abordar. Porque uno de los problemas de la prensa de hoy es su pérdida de profundidad. L´Osservatore Romano todavía tiene esa profundidad, esa capacidad para abordar asuntos que la prensa de nuestra época orilla. Y desde perspectivas que hoy son casi imposibles, porque la prensa está cada día más politizada, más ideologizada y no va al fondo de las cosas. Además, L´Osservatore Romano, en sus mejores etapas, ha sido un foro para el debate de ideas y donde han escrito grandes pensadores y grandes escritores. Para mí es un honor, y una responsabilidad muy notable, porque los artículos que mandas tienen que ser muy pensados.
¿Le ha compensado un poco de sus malos ratos de las últimas semanas, a raíz de la polémica con la COPE?
Ha sido una muestra de apoyo muy importante. Aquellas declaraciones las hice a título personal, pero el hecho de que se publicasen en L’Osservatore Romano fue una muestra de confianza en aquello que yo estaba diciendo. Es decir, no había “adhesión” por su parte, pero sí confianza. Si hubiesen pensado que yo quería intoxicar o manipular, no lo hubieran publicado. Es una alegría, y un consuelo después de todas las infamias que se han lanzado sobre mí.
Sé que en aquellos momentos tuvo dudas sobre si había hecho o no lo correcto…, ¿ha tenido tiempo de reflexionar sobre ello?
Mi dolor venía por dos razones. Una de ellas la expresé en un artículo publicado en ABC que se titulaba “Dic ecclesiae”, que es el dolor de ser golpeado por la propia Iglesia. Siguiendo el precepto de la corrección fraterna, yo acudí a la Asamblea, a la Iglesia, y qué mejor sitio que L´Osservatore Romano. Pero no fue una cosa premeditada, fue una entrevista que me hicieron a propósito de la traducción de mi novela El séptimo velo al italiano, que por aquellos días estaba presentando en Milán y Roma. Igual que me hicieron entrevistas en otros periódicos italianos, se me hizo una para L’Ossevatore Y ahí decidí que era el momento de darle a esto una mayor transcendencia; a mí no me importa que me critiquen los destinatarios de mi crítica, sino que lo haga la jerarquía eclesiástica. Eso verdaderamente te duele.
Pero mi segundo motivo de tribulación se debe a que a mí no se me escapa que a muchas personas que despotrican contra Jiménez Losantos, (Jiménez Losantos es el espantajo que ellos enarbolan), lo que los mueve es el odio a la fe católica, y han visto en Jiménez Losantos un motivo para hacer daño a la Iglesia. Y entonces, reflexionas: es decir, hasta qué punto lo que tú has hecho no puede servirles a ellos en su estrategia. Después he recibido múltiples ofertas para ir a los medios a despotricar contra Jiménez Losantos, y a todas dije que no. La conclusión a la que he llegado es que lo que hice era doloroso, pero era mi obligación hacerlo desde una perspectiva puramente evangélica, siguiendo el precepto de la corrección fraterna.
Entonces, a Vd. lo que menos le preocupa es que le critique Jiménez Losantos…
No, para mí eso es un timbre de gloria. Desde un punto de vista moral, cuando eres insultado vejado y perseguido por aquellas personas a las que no reconoces una estatura moral…, podemos aplicar la cita de Cernuda, aquello de que “los insultos son formas amargas del elogio”. Es decir, para mí es un elogio que me insulte Jiménez Losantos; ante quienes tengo que responder, en términos mundanos, y ante Quien tengo que responder, en términos transcendentes es lo que de verdad me preocupa. Para mí lo otro no supone ningún problema. Por otra parte, en términos más interesados, que naturalmente no son los importantes aquí, hoy por hoy ser insultado por Jiménez Losantos te da una aureola positiva. Pero además, cuando defiendes ciertas posturas de manera nítida y reflexiva, tienes que saber que eso provoca muchos odios; yo he sido insultado por personas muy diversas, cosa que no debe influir a un escritor que tiene como obligación decir lo que piensa.
Como católico, como intelectual, como persona que está al tanto de lo que ocurre en los medios, ¿usted cree que otra Cope es posible?
Sí, absolutamente. Yo es que no participo de esa idea según la cual una radio católica sólo tiene dos posibilidades: o aceptar el juego de la oferta y la demanda, y por tanto ofrecer a un mundo que se ha olvidado de Dios, un periodismo que también vive ajeno a Dios, o por el contrario hacer un periodismo pío, gazmoño, sentimental, almibarado, beato (en el peor sentido de la palabra). Yo creo que esta dicotomía es falsa. Se puede hacer un periodismo muy potente, muy ameno, muy aguerrido y extraordinariamente incisivo desde los presupuestos de la fe. Un periodismo en el que todos los grandes problemas de la humanidad fueran abordados con nervio, y que todas las calamidades de nuestra época fueran condenadas y señaladas, pero desde presupuestos católicos. A veces, muy de vez en cuando, en el programa de Jiménez Losantos entrevistan a algún obispo para que suelte doctrina. Pero un buen programa, en una radio católica, sería aquel en el que no hablasen los obispos, porque su voz sería totalmente innecesaria y redundante. Todo este fenómeno denota una terrible verdad de fondo: las personas que tienen a su cargo un medio de comunicación católico consideran que si optaran por esta “tercera vía” no habría público para ellos; o tendrían tan poco público que ese medio no podría ser rentable. Esto supone un grave problema desde el punto de vista de la fe.
Resto de la entrevista en Diario Ya.
...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Evite insultos, guarde las mínimas normas de etiqueta y respeto a los demás sin por ello restringir las críticas por duras que sean. No se permite el spam, las técnicas troll ni la suplantación de nick.
Lo otro, las opiniones: cada cual es responsable de las suyas.