jueves, 12 de junio de 2008

Sectas y fenómenos sectarios -1

1 -Algo huele mal en España y su Iglesia.
“Quiero sacudir toda la polvareda imperial que, desde Constantino, se ha aferrado al trono de Pedro”. –Juan XXIII

Una reflexión sobre la proliferación de sectas destructivas en España debe comenzar por analizar desapasionadamente la responsabilidad del estado, así como de la propia Iglesia en un país que tiene el cristianismo como base social. Frente a la defensiva postura “contra el enemigo” sería positivo hacer autocrítica, apartarse de posiciones que, en el seno de la propia Iglesia, imitan los movimientos sectarios cerrados al mundo, complacientes y ufanos en su propio aislamiento, alejados de la gente y vendidos a intereses que, al contrario que el Reino, sí son de éste mundo.

La reciente polémica sobre la Conferencia Episcopal y el uso que está haciendo de sus poderosos medios de comunicación me hace pensar, cada vez más, en aquellas palabras de Jesús:
“Oid, y entended: No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre”.

A partir del Concilio Vaticano II han ido evolucionando distintas corrientes contrapuestas; unas involucionistas y reaccionarias con otras deseosas de profundizar en el cambio que supuso recordar y trabajar por la recuperación de las raíces cristianas. La Iglesia quedó claramente definida entonces, en el capítulo 2 de su Constitución, como “Asamblea del pueblo” (que eso significa ecclesia en griego y en su traducción hebrea), de donde emanan unos trabajadores a su servicio. No al contrario; nunca al contrario. Sin embargo se da la circunstancia de que, en primer lugar la Curia, y a continuación la casta episcopal, parecen aferrarse al retrato que de los fariseos hiciera el evangelista Mateo, de aquellos que van contra la voluntad de Dios amparándose en las tradiciones de sus padres:
.-“Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres”.


Grupos sectarios han existido siempre, también (y quizá más) en el cristianismo, pero el comportamiento sectario no siempre es negativo y es necesario diferenciar entre secta y “secta destructiva”. El Parlamento Europeo, en Resolución del 2 de abril de 1984, define las sectas destructivas:
“Nuevas formas que operan bajo la cobertura de la libertad religiosa, que atenta a los derechos civiles y a los derechos humanos, comprometiendo la situación social de las personas afectadas”.


Al escándalo que supuso la entrada de evangélicos, baptistas o cuáqueros en el Concilio, se puede citar hoy día los valiosos frutos que esas variantes cristianas han dado al mundo, y asumir con cierta satisfacción que grupos como Intermón Oxfam, Manos Unidas, Amnistía Internacional, Caritas, Greenpeace o Proyecto Hombre sean creaciones genuinamente cristianas. Casos como la ruptura entre Amnistía Internacional y la Iglesia resultan especialmente dolorosos. A.I. tiene su origen en el cristianismo cuáquero (igual que Oxfam o Greenpeace) y ha sido siempre apoyada, tanto moral como económicamente, por el Vaticano. Ahora hace un año, el miércoles 13 junio de 2007, que el Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz anunció la retirada de su ayuda económica a Amnistía Internacional, evidenciando una separación de facto que posiblemente no llegaría a divorcio si hubiera intención conciliadora por ambas partes.

Puede que el caso AI sea de difícil solución debido al cambio de postura respecto al aborto, pero es significativo de cuanto está pasando. La Iglesia somos muchos y muy diversos, aunque esto parezca inquietar a la elite que no acepta igualmente a grupos como Camino Neocatecumenal, Opus Dei, Legionarios de Cristo con fuertes apoyos económico-políticos (y vergonzantes escándalos), o algunos con claras tendencias sectarias tipo Lumen Dei, que otros como Somos Iglesia, la polémica Redes Cristianas y Asociación Juan XXIII, o Cristianismo y Justicia, con menos medios pero muy pegados al terreno.
Iglesia somos socialistas y liberales, de izquierda y de derechas, progresistas o conservadores, feministas, homosexuales, amas de casa, ecologistas, empresarios, sindicalistas, obreros, clérigos, titiriteros, divorciados, prostitutas, artistas, drogadictos, monjas, independentistas, cómicos, campesinos, nacionalistas, anti y pro globalización, actores, amantes, concubinas, ancianos o niños… Ninguno de ellos es “el enemigo” y, a menudo, más que separados motu proprio, son expulsados por un discurso integrista que nada tiene de cristiano y menos aún de pastoral.

Notable y sintomático resulta el éxito de las agrupaciones evangélicas, etnicistas o no. Cuando un grupo social, gitano, peruano o brasileño, se siente más a gusto compartiendo su fe en pequeñas comunidades evangélicas sectarias, el catolicismo está obligado a plantearse qué hace mal; por qué personas tan distintas no encuentran acogida en la fe de sus padres. Es muy fácil atacar a los misioneros evangélicos que infiltran comunidades indígenas del Amazonas como punta de lanza para multinacionales farmacéuticas, petroleras o madereras; lo difícil es cuestionarse si la Iglesia lo está haciendo bien, y si estos grupúsculos no están ocupando espacios que el catolicismo deja libre por inacción.

CONTINUARÁ... Sectas y fenómenos sectarios-2:
"La reacción clerocón. Bunker eclesial"

2 comentarios:

  1. Quien le ha dicho a usted que Lumen Dei es una secta, gracias a Dios tenemos a esta orden Lumen Dei para el bien de muchas personas.

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  2. Lea bien... "el comportamiento sectario no siempre es negativo y es necesario diferenciar entre secta y “secta destructiva”." (...) "algunos con claras tendencias sectarias tipo Lumen Dei".
    Mi opinión sobre Lumen Dei me la guardo, de momento, hasta que el Papa termine de poner orden.

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