domingo, 29 de abril de 2012

Sanidad "universal", drama y demagogia

La protección social sanitaria empezó en España al poco de acabar la última guerra civil, con el franquismo en 1943, implementando el Seguro de Enfermedad, que se ampliaría en 1947 con el SOVI, Seguro Obligatorio de Vejez e Invalidez. Surgen entonces infinidad de Mutualidades laborales impulsadas por el Sindicato Vertical. La multiplicidad no era eficaz, así que en 1963 aparece lo que hoy conocemos como Seguridad Social con la Ley de Bases de la Seguridad Social para implantar un modelo unitario, con base financiera de reparto, gestión pública y participación del Estado en la financiación. En 1966 la Ley General de la Seguridad Social, con vigencia de 1 de enero de 1967, plasmaba el sistema que conocemos pero adolecía de falta de fondos. En 1972, la Ley de Financiación y Perfeccionamiento de la Acción Protectora amplió la protección y servicios sociales, pero una vez más sin presupuesto suficiente, se ampliaban los derechos pero no había dinero para pagarlos.


Hay que llegar a los Pactos de la Moncloa para que, con la publicación del Real Decreto Ley 36/1978, se crease el sistema de participación institucional, un nuevo sistema de gestión y racionalización. Ya en los años noventa, con el Pacto de Toledo, se crea el Fondo de Reserva y se amplían derechos como las pensiones no contributivas. El gobierno de Aznar en el año 2000 extendió la sanidad "gratuita y universal" a cualquier persona que la solicitase, española o no, de ascendientes españoles o no, cotizante o no, con papeles o sin ellos, residente o no en España puesto que se aceptaba el empadronamiento como requisito único, empadronamiento sin limitaciones, bastaba decir "yo vivo aquí". Posteriormente el ministro Caldera salió con aquello de "papeles para todos" que le costó el cargo. Las presiones de la oligarquía catalana, de los empresarios del ladrillo valenciano o de los terratenientes andaluces fue fortísima, dado que los inmigrantes ilegales suponían una mano de obra muy barata y sin complicaciones. Venid, les decían, todo gratis en España, mientras para crear una coartada "progresista" gritábamos al mundo que aquí la sanidad es "universal", venga usted a operarse la cadera, es gratis, es universal. Esta es la cruda realidad.

Y de pronto, oh, somos pobres. Debemos dinero a medio mundo, no podemos ni pagar las deudas, y un Estado elefantiásico se come la mayoría de los recursos.

En septiembre de 2009, el ex presidente de la Junta de Extremadura e histórico del PSOE, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, declaraba a la Cadena SER: "Uno de los problemas que tenemos es que la sanidad española es tan universal que comienza a haber un turismo sanitario de muchísima gente de muchos países, tanto europeos como latinoamericanos, que vienen a España con un billete de avión de 300 euros y se operan de la cadera", por lo que instaba al presidente Rodríguez a "hacer una sanidad para los españoles y sólo para los españoles". Tres años después, el Real Decreto-ley 16/2012 de medidas urgentes para garantizar la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud y mejorar la calidad y seguridad de sus prestaciones pretende exactamente eso. Se acabó la fiesta.

Independientemente de la demagogia, la misma que ha convertido el Estrecho de Gibraltar en la mayor fosa común de España, está el drama. El País recoge casos paradigmáticos, como el de Chaouki Smaali, tunecino de 40 años, yonki, en el programa de metadona (4.000 euros/año) y recibiendo tratamiento contra el VIH (11.000 euros/año). Las ayudas sociales suman 400 eu/mes con lo que el mínimo para su subsistencia es de 20.000 euros anuales pagados por los contribuyentes. Vive en España desde hace 20 años, pero como nunca ha cotizado, ni tiene la nacionalidad española ni papeles de residente. Sería inhumano dejarle sin su tratamiento del VIH, sería inmoral, porque está aquí. Como él hay millones de personas, tanto en América como en África, que van a morir de SIDA simplemente por estar en el sitio equivocado. Por eso la sanidad de unos cuántos no puede ser jamás "universal". La nacionalidad es un club privado que impone sus reglas, o eres miembro nato por el derecho que otorga el trabajo de los padres, o entras en el club como nuevo miembro por el derecho que da el propio trabajo. Pero hay, o debe haber, una tercera categoría, la que incluye a las personas que llegaron por el efecto llamada de unos líderes irresponsables que surtieron la mano de obra ilegal para la gran fiesta del despilfarro español.

A los españoles del tercer milenio, como aquella agente del FBI, solo dos generaciones nos separan del hambre. Nuestros padres jugaron entre ruinas y bombazos, nuestros abuelos aprendieron a hacer achicoria en vez de café mientras daban pan negro de merendar a los niños. Cuando les quedaba tiempo, entre una guerra civil y otra, entre golpes de Estado y revoluciones, construyeron el país que tenemos. Y no es "universal", es España.

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