jueves, 18 de agosto de 2011

Bienvenidos

Recuerdo las palabras de San Agustín (354-430 dC) mientras el mundo conocido era destruido:
Para todos:
«Deja un pequeño margen para la reflexión, margen para el silencio. Entra dentro de ti mismo y deja atrás el ruido y la confusión. Bucea en tu intimidad y trata de encontrar ese dulce rincón escondido del alma donde puedes verte libre de ruidos y argumentos, donde no necesitas entablar disputas sin término contigo mismo para salirte siempre son la tuya. Escucha la voz de la verdad en silencio, para que puedas entenderla. Entra en ti mismo. Examínate, júzgate. Espero que demuestres categoría suficiente como para no engañarte a ti mismo».
Para los cristianos:
«En lo fundamental, unidad; ante la duda, libertad; y en todo, amor».
En el siglo IV el mundo se derrumbaba (el mundo siempre se está derrumbando). Hoy como en el siglo IV el imperio se tambalea y, como entonces, voces proféticas nos recuerdan qué es lo esencial y qué lo anecdótico. Se reconoce lo esencial por la sonrisa, la alegría y la esperanza.
Bienvenidos todos y gracias por estar aquí.

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