Resultó que, al final, Maricomplejines tenía razón, y Jiménez Losantos no. Maricomplejines es el mote despectivo que el periodista de LD inventó para Mariano Rajoy, líder del PP. No solo la izquierda española debe refundarse, también Libertad Digital y toda la ofensiva mediática contra Rajoy debería hacer una profunda autocrítica. Cuando la derecha ha hecho suyas las consignas del losantismo, en la primera legislatura de Zapatero, los resultados han sido más Zapatero. Caer es esa trampa tan burda del zapaterismo maniqueo fue el gran error que condenó a España a cuatro años más de incompetencia infantil, de adanismo, de una política criminal basada en azuzar los peores fantasmas, de irresponsabilidad, autismo e improvisación, de "acontecimientos planetarios" y alianzas de civilizaciones, de abrir todas las cajas de Pandora y no saber qué hacer luego con estatutos en canal y negociaciones etarras. Nada favoreció tanto al zapaterismo como la llamada "Brunete mediática" de conspiraciones y antisistemas, una contrapartida bien calculada por ZP con sus pactos del Tinell, su "cordón sanitario" y sus firmas ante notario para echar de España a la mitad de sus ciudadanos.
Ganó el hombre tranquilo, el gallego. Los sucesivos presidentes hasta Zapatero intentaron gobernar para todos, desde el centro, que es donde se juegan los goles, pero ZP ha basado su gobierno en el maniqueísmo, unos contra otros, a más división y más barricadas, mejor, como si España fuera un país con dos poblaciones incompatibles. Y por un tiempo, mientras el losantismo hacía la ola, la cosa le funcionó. Ni Rubalcaba podía imaginar operaciones de acoso y derribo como las de Esperanza Aguirre, campañas como la conspiración del 11M inventada por Pedro J. Ramírez, o la de Juan Costa en junio de 2008, lanzado por el mismo Pedro J. como un nuevo Kennedy. Losantos seguirá intentándolo: "¡que presente una moción de censura! -aullará en las ondas cada mañana, y Rajoy seguirá ignorando el fuego "amigo", lo que constituye una garantía para cuando empiece a gobernar.
La actual contraofensiva zapateril (contra el PSOE, contra sus votantes, contra la realidad y el sentido común) pretende seguir insistiendo en su peligrosa irresponsabilidad, pero se encuentra ante un muro de galleguismo en la derecha, sin estridencias ni populismo, un galleguismo que refleja en personas como Cospedal y Basagoiti, aglutinando el voto mayoritario de quienes no buscan revanchas ni estrellas políticas. El carisma de Esperanza Aguirre no es lo que le da votos, sino su gestión. Es la eficacia, y lo demás son juegos florales para el telediario.
Zapatero puede aún hacer mucho daño: a España, a la política y a su partido. Su actual estrategia, lunática, como si lo suyo no fuera de este mundo, incapaz de interpretar la realidad, se especifica en dos frentes: primarias y echar la culpa al giro a la derecha. La primarias, que como dice Alfonso Guerra son un invento americano inaplicable aquí, un invento destinado a eliminar el debate de ideas y, sobre todo, a mantener como secretario general al mismo que ha hundido el partido. Lo otro, en lo que está teniendo algún éxito, es echar la culpa del desastre a la política aplicada desde el 9 de mayo de 2010, como una especie de traición a las bases por su giro a la derecha. En realidad, la política de derechas más implacable fue la de Felipe González durante la reconversión industrial y la entrada en la OTAN, política apoyada por la inmensa mayoría de españoles durante más de una década. Aquel giro, o adaptación a la realpolitik, supuso que ante los españoles González alcanzara la categoría de estadista. Los que tengan edad recordarán el cierre de altos hornos o la privatización de las grandes empresas estatales, con un gran coste social. Felipe González afrontó aquellas reformas del mismo modo que cuando eliminó el marxismo del partido: a cara descubierta, explicando sus razones y pidiendo a los españoles su apoyo. Ese pretendido efecto del giro a la derecha apenas ha supuesto un trasvase de 200 mil votos a IU... No se trata de "derecha o izquierda", ni de un fallo en la comunicación, se trata de capacidad y honestidad para hacer lo que hay que hacer, cosas de las que ZP carece.
miércoles, 25 de mayo de 2011
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