miércoles, 6 de abril de 2011

Terry Jones y los fanáticos de El País

El diario El País sigue con su cruzada de sometimiento al islamismo. Ayer martes 5 de abril obsequió a sus lectores con un editorial titulado Fanáticos sin fronteras, que subtitulaba "Lo que menos necesita Afganistán son cerriles curas cristianos que quemen Coranes". Es difícil encontrar curas que no sean cristianos, porque no los hay, de hecho los curas son exclusivamente católicos. Todavía más difícil es encontrar a un cura que queme el Corán, especialmente desde que el mismo Papa de Roma condenó el pasado septiembre cualquier ofensa al libro sagrado de los mahometanos o cualquier proyecto de ofensa. Pero da igual, para El País un zumbado como Terry Jones, líder de una pequeña secta en Gainesville, Florida, es equiparable a "cerriles curas cristianos" que queman coranes.

Y es que eso de quemar libros está muy feo, ya lo sabemos. En Bengasi, cientos de manifestantes queman el 'Libro Verde' de Gadafi, los partidarios de Videla, en Argentina, llegaron a quemar millón y medio de libros en un día, los comunistas de Camboya no solo quemaban libros, asesinaban a cualquiera que los tuviera o leyera. En España el 30 de abril de 1939 Falange organizó una quema de libros en la Universidad Central de Madrid, y las izquierdas de la Segunda República superaron todos los récords quemando cientos de bibliotecas enteras apenas un mes después de tomar el poder, como los  80.000 volúmenes de la calle de la Flor, incunables y ediciones príncipe, la del Instituto Católico de Artes e Industrias, 20.000 volúmenes, o más adelante, en 1934, las irrecuperables bibliotecas de la Universidad de Oviedo o de Portugalete, ambas llenas de incunables perdidos para siempre.  Quemar en lugar de razonar, una más de las estupideces humanas. Pasa lo mismo con la censura, por más que se prohíban libros como Mein Kampf, cualquier interesado podrá siempre acudir a webs musulmanas donde leerlo, en Radio Islam, por ejemplo, y si le interesan los "Protocolos de los sabios de Sión" los encontrará en Web Islam (sexto párrafo).



Dicho esto, si mañana me encuentro con algún desquiciado quemando la Biblia, el Mahabarata, el Libro Rojo de Mao, o libros sobre marcianos de la Cienciología no se me moverá un pelo de la cabeza. Si es suyo, lo ha pagado, hace lo que le da la real gana con sus libros. A mí plim.

Cuando entramos en el espinoso tema de las creencias, la profanación de lo sagrado toma un carácter distinto. Solo en los últimos días se han profanado numerosos templos católicos: La noche del martes 22 de marzo un grupo de feminazis intentaron quemar la iglesia en la plaza de Sarrià, al grito de "La única iglesia que ilumina es la que arde". El 10 de marzo, un grupo de taradas que afirman ser comunistas y anarquistas, al mismo tiempo, perpetraron la famosa profanación de la Capilla de la Universidad Complutense, e hicieron pintadas en su estilo: "Arderéis como en el 36". Más profanaciones en la iglesia Ascensión del Señor, situada en el número 105 de la Vía Carpetana en Madrid, la parroquia Padre Claret del barrio de Altavista de Arrecife (Lanzarote); la parroquia de San Cristóbal, en Moral de Hornuez, la de Pinolere, en el municipio tinerfeño de La Orotava, etcétera. Leo Bassi escenificó vestido de Papa un “espectáculo” mofándose de la enfermedad de Juan Pablo II y “consagró” preservativos, con la connivencia del rector de la Universidad de Valladolid, Marcos Sacristán, y en Barcelona se representa Bang Bang, una pieza teatral en la que sacerdotes y peregrinos se encuentran en una sauna gay durante la visita de Benedicto XVI. Individuos como Willy Toledo, Leo Bassi y Shangay Lily se han mostrado favorables a los profanadores, o Cayo Lara y el rector Berzosa. Para el Jueves Santo hay convocada una "procesión laica" por la Asociación de Ateos y Librepensadores de Madrid, en la que su portavoz afirma cosas como que "Nuestro propósito es hacer daño" y su referente las Escuelas Pías incendiadas por la CNT el 19 de julio de 1936. El portavoz deja claras sus deficiencias psíquicas y profunda idiocia en frases como la siguiente:
"La referencia, cuando os preguntabais antes, a referencias anteriores de las primeras manifestaciones ateas, yo las que conozco de cerca, digamos que he traído copia incluso aquí de los carteles que se hicieron, son del año 85, 1985-1986, por ejemplo la primera es a ‘Jesucristo resucitó’ y está la Virgen María haciéndole una felación a Jesucristo en la cruz. Claro, eso está hecho para reírse de ellos, digamos, ¿no? El siguiente que se hizo, en el 86, era la Virgen Blanca, la patrona de allí, pues subiéndose las faldas y rascándose... bueno... masturbándose, vamos".
Pero oiga, si quieren hacer el payaso es cosa suya. En Pakistán, la asociación musulmana Jamaat-ub-Dawad ha ofrecido 2.200.000 dólares a cualquier piadoso mahometano que asesine a Terry Jones. Estos españoles, sin embargo, no deben temer nada mientras solo se metan con los cristianos.

El presidente de USA, Barak Obama, se mostró contundente con los actos de profanación, "es un acto de extrema intolerancia", dijo, claro que sus declaraciones venían a cuento del Corán quemado por Terry Jones (el colgado de Florida, no el de Monty Python). Su declaración completa es que «La profanación de un texto sagrado, incluyendo el Corán, es un acto de extrema intolerancia», a lo que añadió: «De todas formas, atacar y matar a personas inocentes en respuesta es escandaloso, y una afrenta a la decencia y a la dignidad humana». Y esto último, además de cortar la frase de Obama, es lo que olvidan los fanáticos de El País.

La quema de un libro, 200 gramos de papel reciclable, en un ignoto rincón de Estados Unidos, fue respondida con el asalto a las oficinas de la ONU en la ciudad de Mazar-e-Sharif, Afganistán, y el asesinato de siete funcionarios, seguido de 17 asesinatos más y un centenar de personas heridas. Un libro quemado, 24 personas asesinadas, pero lo único que inquieta a los fanáticos de El País son los "cerriles curas cristianos que queman coranes". Tanto fanatismo, en El País, me da ganas de quemar mi Corán, pero no lo haré porque es mío y me costó una pasta.

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