Rojo y negro (Carlos Arevalo, 1942) DVDRip.mpg
Desde la primera escena se entiende que fuera borrada por el régimen. Desfilan tropas hacia Marruecos y la gente dice: "pobres muchachos", "más carne de cañón al servicio de unos...", "¿qué se nos habrá perdido allí? nada, otro desastre..." y un señorón con bigote lanza vivas al ejército.
Rojo y negro tiene un valor histórico extraordinario. Es la única película sobre la Guerra Civil hecha desde un punto de vista inequívocamente falangista –su director, Carlos Arévalo, lo era–. Y trata de las actividades clandestinas en el Madrid republicano de la contienda. Se trata de una película pionera, pues en ella aparece por primera vez el concepto de resistencia en una ciudad ocupada por el enemigo. Resistencia antimarxista, en este caso; pero no inferior en interés ni en realidad histórica, como señalan lúcidos críticos e historiadores del cine, a la resistencia antifascista que después nutriría innumerables películas francesas, inglesas, norteamericanas, alemanas, rusas o polacas. Insólita en su ejecución, técnicamente osada en algunas escenas –esos planos de la checa de Fomento abierta como el 13 de la Rue del Percebe–, modernísima para su tiempo, cuajada entre el neorrealismo italiano, el cine de vanguardia soviético y simbólicos toques surrealistas, Rojo y negro cuenta la sombría historia de una joven falangista, soberbiamente encarnada por la mítica Conchita Montenegro: un personaje alejado de los arrebatos patrioteros, grandilocuentes e histriónicos habituales en la cinematografía del Régimen. Luisa, la protagonista, es sobria, dura, trágica, cínica, valerosa y desesperanzada. Y con fría decisión desciende a los infiernos. Eso la convierte en una heroína atípica para el cine español de su tiempo, donde lo correcto eran abnegadas madres y esposas que, desde el cristiano hogar, alentasen a los hombres a inmolarse en las diversas Cruzadas habidas o por haber.
José Lorenzo García Fernández describe su estreno y censura así:
Estrenada en el cine Capitol el lunes 25 de mayo de 1942 y con el patrocinio de la Asociación de la Prensa, a las tres semanas desapareció misteriosamente de las carteleras, siendo prohibida gracias a las presiones de altas jerarquías. A mediados de los noventa apareció una copia de este film en los antiguos locales de la productora madrileña. La Filmoteca Española la exhibió, con gran éxito, en un ciclo sobre cine de postguerra. La presencia y visionado del film en certámenes cinematográficos y facultades universitarias ha sorprendido siempre gratamente a los espectadores.
En conversación con el auxiliar de producción de Rojo y Negro, Don Arturo Marcos Tejedor, que asistió al estreno, cuenta que:
Los asistentes, la mayoría militares, lo componían la élite de los tres ejércitos (unos ochocientos) vestían el uniforme reglamentario. Todos asistían con una fervorosa pasión a la proyección, sin embargo a medida que avanzaba la película él notaba como la gente se revolvía en sus asientos. Al final del pase recuerda como un coronel muy grueso pronunció unas palabras significativas: “-esto es intolerable”.
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