Se empieza siendo tolerante con los intolerantes y se termina pagando muy caro, pidiendo perdón por existir. El último caso de velo islámico en la escuela, una niña de Madrid, se saldará como siempre: cediendo. Ya lo hicieron otros gobiernos, como la Generalitat catalana, y ahora lo hará el gobierno de la Comunidad de Madrid. Seguimos el camino de los ingleses, contrario al de Francia u Holanda.
Shirley Chaplin es una enfermera británica. Shirley hacía su trabajo llevando una cadenita con cruz ceñida al cuello. El National Health Service (NHS) le prohibió ejercer si no se la quitaba, por razones higiénicas, amenazando con el despido. La enfermera llevó el caso a los tribunales y perdió.
El mismo NHS, por el contrario, acaba de autorizar al personal sanitario de religión sij para que lleve sus 'karas', unas pulseras rituales donde juguetean millones de microbios. Y en el mismo paquete, llegando al colmo de la irresponsabilidad, permite a las enfermeras y doctoras musulmanas estar exentas de las normas de higiene más básicas, llevando mangas largas puesto que trabajar sin mangas atenta contra su "modestia" islámica. El personal sanitario musulmán es consciente de los tremendos riesgos sanitarios que conlleva atender a sus pacientes con los brazos cubiertos con mangas, pero no pueden permitir las bajas pasiones que despiertan sus antebrazos entre los infieles. Lo de lavarse las manos se hará siempre que no haya algún libidinoso infiel observando sus desnudas manos.
sábado, 17 de abril de 2010
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