¿Por quién bajan las pensiones?
Mi tía Rafaelita es muy mayor, viuda y jubilada. Muy piadosa, devota de la Mare de Deu y socialista de toda la vida, con Felipe al fin del mundo. Apenas sabe hablar en castellano y los nacionalistas le parecen los mismos sinvergüenzas que arruinaron su juventud. Como nunca ha sido un cargo político solo puede cobrar una paga del Estado, que es en un año casi dos tercios de lo que cobra Leire Pajín en un mes. Mi tía nunca cambiará su voto y es entrañable verla con su papeleta, arreglada de domingo en cada elección para que el mundo mejore.
En enero se enteró de que este año, por primera vez desde 1998, ni ella ni el resto de pensionistas recibirán la paga compensatoria habitual. Tenemos que ayudar todos, me dijo. Hace unos días le llegó una carta del gobierno, de su ministro del paro, y la felicitaban por haberle aumentado su paga en el 1%. Se puso muy contenta… hasta que llegó el día de cobro: le han bajado la pensión, en neto, un 5%. Se habrán equivocado en el banco, pensó, y se fue a hablar con don Emilio en la sucursal. El director le explicó que había tenido suerte, que para otros la bajada era incluso del 9%. ¿Pero cómo? ¿¡Y esta carta!? Pues verá, Rafaela, ¿recuerda que hace poco más de un año prometieron 400 euros antes de las elecciones? ¿Y recuerda cuando revisaron las retenciones para, según decían, que pagasen más los ricos? Al mismo tiempo han subido la luz, el gas, los precios del súper, los transportes, todas las tasas e impuestos del ayuntamiento, y hasta mandó a esparragar a un policía que quería multarla con 200 euros por llevar el perrito suelto.
Un espécimen digno de estudio.
En esas que volvieron a acorralar al Faro de Occidente en Davos. Como no sabía por dónde salir y el universo mundo no le comprende (o le entienden muy bien), llamó a un becario y le dijo que improvisara algo. Un proyecto de un anuncio, de una reflexión para una posible reforma de pensiones. El truño quedó listo en un pispás. Luego fue a explicarlo a quien se debe, su empresa, la Pesoe, y salió pitando para Somalia donde seguir salvando el planeta. Un día más en la oficina, como aquel que dice.
El tertulianismo y la opinología mercenaria se han profesionalizado tanto que, cada vez que surgen nuevas ocurrencias, disparates e improvisaciones del Gran Timonel, nos caen chaparrones de opinión repetitiva y vacua. Siempre lo mismo. Escuché el mitin de Intereco y he comprado El País hoy domingo; dan ganas de tirarse por la ventana. Por poner un par de ejemplos, dispares aunque iguales, busco en Público a ver cómo torean en la secta lo del pensionazo. Vano intento, aquello es un páramo, el pueblo abandonado en una del oeste… con su bola de heno rodando (cardo ruso, la llaman), o Juan Carlos Escudier diciendo ahora que Zapatero se hace del PP (Escolar sigue buscando talibanes en Rambo III y Wyoming a lo suyo, Ánsar e Iraq). Al otro lado Ignacio Camacho también se deja engañar en ABC, La Conversión, y Pablo Molina en LD se va por los cerros con El gobierno roba a los pensionistas (su foto en el encabezado merece premio).
Conviene en estos casos distanciarse y buscar por la trastienda. La noticia no está en un pensionazo inexistente, que ni hace ni hará, sino en el espécimen que ha conseguido unir a todos los españoles contrariando nuestra alegre tendencia a liarnos a tortas. Unanimidad total, el cantamañanas aún puede serlo más, porque entrena y mucho para hundirnos a todos. El caballo de Atila, lo que no hizo la caída del muro lo ha conseguido éste arrasando la izquierda. ¿Cómo semejante chisgarabís ha podido aniquilar el socialismo español? Misterio que ni la isla de Perdidos. Y con eso gana elecciones -más misterio- Agatha Christie e Iker Jiménez juntos no desvelarían tal enigma. Cuentan que la palabra zascandil viene del ¡zas! con el que los malandrines apagaban el candil callejero antes de robar. Por muy botarate que sea, el zascandil sabe cubrir huellas. Eso es el pensionazo, apagar el candil con humo para no ver que ya nos han robado, que su única reforma ya está hecha,bajando aún más las pequeñas pensiones de viudas, jubilados y dependientes; saqueando, otra vez, las rentas más bajas, amargando la vida a los más humildes. Todo ello mientras condena a los jóvenes a no trabajar y unta generosamente a los cómplices del latrocinio, sindicatos verticales, lobbys de amiguetes y banqueros. Justicia social, dicen, y los españoles unánimemente nos acordamos de monsieur Guillotin, Luis XVI y su santa madre.
La reforma que ni hace ni hará.
Nada más llegar jubiló a toda la plana mayor del partido socialista, fichando a un lamentable grupo de ineptos con Caldera a la cabeza. Jubilaciones de oro, por supuesto, como los grandes quemados que envían a sestear en Europa. Cuando hubo que regular el empleo en los astilleros de Izar volvió a aplicar su sistema, el que venga detrás que arree: jubilados a los 52 con 115% del salario bruto durante los 13 años de prejubilación, el 100% después y la antigüedad de esos 13 años, como si hubieran seguido trabajando. Los 4.000 trabajadores de Izar prejubilados no podían ni creérselo. Luego vino lo de RTVE. Había que hacer sitio para que la tele pública externalizara su producción en las empresas del amigacho Roures, Mediapro, así que otros 4.150 trabajadores se jubilaron a los 52 años con el 92 por ciento del sueldo. Alegría, después de mí el diluvio. En Telefónica más de lo mismo, y los grandes bancos repitieron jugada con la sonrisa complacida del presidente autista. Siempre preocupado por las pensiones, en 2006 volvió al ataque con otra reforma, esta vez para asegurar que cualquier político cobrara el resto de su vida la prestación más alta trabajando lo mínimo. Así perpetró los escandalosos privilegios en las pensiones de jubilación y sueldos de políticos.
De pronto, sin previo aviso, le dice a quienes se subieron al andamio con 16 que aguanten un par de años más para jubilarse. ¿Y eso? En el comité federal de su empresa, una de las que tienen de cuota en prácticas afirmó, muy seria, el orgullo de su partido porque ellos crearon la seguridad social en España, y no se refería a los falangistas. Las cuatro viejas glorias pensaron: ¿me pasas el teléfono de tu camello? El que ahora manda en Comisiones Obreras replica tímidamente que el sistema tiene una salud razonable y no justifica cambios (traducción: el sistema, para él, es cojonudo). Nuestro timonel les promete a los sindicalistas afectos un ministerio, una ley para dar más participación institucional a los sindicatos. Vale, ¿pero cómo justificamos esto ante la gente? La luz de la civilización aclara que no estamos hablando de este año ni del que viene…Y entonces, ¿de qué hablamos? ¿De tapar la bajada real de pensiones con una ocurrencia? ¿De engañar a los de fuera con lo que ya nadie se cree dentro? El desastre disimulado con anuncios de humo, pasar la patata caliente a la oposición y preparar a los suyos para que justifiquen la necesidad de una tercera legislatura zascandileando.
jueves, 4 de febrero de 2010
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