miércoles, 6 de mayo de 2009

Sin descargas no, gracias

Me comenta un amigo que alguien cercano a él quiere producir cine. Los intercambios de archivos le cabrean, claro, de igual modo que le molestaría que su industria dejara de recibir subvenciones astronómicas o que no se cobrara, como multa preventiva, un canon ilegal en cada cacharro que compramos. Los monjes del s. XV que vivían como copistas tampoco aceptaron de buen grado que un tal Gutenberg apostara por hacer varias copias de la Biblia en la mitad del tiempo que ellos terminaban una. Porque los productores deben comprender un hecho fatal: los intercambios y las redes P2P son perfectamente legales, y las descargas no van a parar, nunca.

La red de ADSL sólo tiene sentido con el libre intercambio, actividad privada y legal. En España, además, otro tema es por qué pagamos el ADSL más caro de Europa y uno de los más malos del mundo, porque si la copia privada y su intercambio no fueran legales habría que preguntarse cuántas bajas se darían en ADSL por una pequeña tarifa plana o, simplemente, por coger gratuitamente la red inalámbrica wi-fi. Mientras en Australia el gobierno está construyendo una red para llevar el ADSL a todos los hogares, con 100 megas, o en Japón se ofrece un Giga (1000 Megas) por 35 euros, en España la ministra González Sinde declara que "no necesitamos ADSL de gran velocidad, ya que todos los que contratan 20 megas lo hacen para descargarse contenido protegido".

El productor de cine se lleva un 6% de las televisiones privadas en concepto de derechos de autor, y otro 5% que las televisiones deben entregar obligatoriamente como inversión al cine. Además, con el nuevo proyecto para RTVE, los usuarios de internet pagarán otros 290 millones anuales para compensar la falta de publicidad. Cualquier comerciante de no importa qué producto desearía tener las condiciones privilegiadas conque se mima al sector audiovisual, obligando a pagar por sus productos los quiera o no el consumidor. Tener un Ministerio de Propaganda al servicio de cada gobierno (eso es la tele y el cine español) nos cuesta a los internautas muchísimo dinero en cada factura mensual, y otro tanto a cada ciudadano aunque sea sordo, mudo y ciego. Las cifras -de escándalo- las resume Juan Manuel Blanco en su certero artículo ‘Acerca de las subvenciones al cine en España’, y la filosofía subyacente se retrata en ‘Sociedad terminal, la comunicación como arma de destrucción masiva’ de Javier Benegas.

El caduco negocio de vender copias
Hay que diferenciar dos aspectos en la producción: el soporte físico y los contenidos. No se pueden vender contenidos con las reglas del s.XX. En el mundo global de la Red o se venden contenidos de mil maneras distintas o se venden formatos. El soporte físico ya no es necesario: cd, dvd, blue-ray o usb, son productos de lujo y como tal se comercializan, independientemente de su contenido. Una edición en rústica con ilustraciones no vende la novela, que va de suyo, comercia con el soporte físico atractivo. No hablamos de "cultura" sino de un modelo de negocio caduco de los vendedores de copias. El 88% de los internautas españoles compra on line; un 16%, programas informáticos; el 15%, libros; y el 12%, música, vídeos y DVD o videojuegos.

Literatura
Se calcula que para 2019 un 75% de la población leerá a través de los e-books. A ello se añade la revolución de los netbooks o ultraportátiles, ordenadores pequeños de bajo coste para navegar o procesar textos. Es el segundo paso en la revolución de los portátiles, que crecen un 40% frente al 1,3% de los ordenadores de sobremesa.
Actualmente uno de cada tres españoles compra libros por Internet y, pese a la crisis, el sector editorial 'online' creció en seis puntos del 2008 al 2009.

Vídeo

La televisión sustituyó al cine de barrio, la explosión del vídeo club auguraba el éxito de los canales de pago y televisión a la carta. Hoy los vídeo clubs que conocíamos se extinguen y si no se especializan, desaparecerán. Mientras se generaliza la tecnología multimedia, ahora mismo cualquier reproductor de vídeo ya tiene su puerto usb. Por un precio de 40 euros el reproductor y 3 euros por una memoria usb reciclable, cualquiera puede cargar todas sus películas, series o programas de televisión. No tiene ningún sentido pagar un soporte físico erosionable -un dvd- cuando lo que el cliente demanda es que le carguen el contenido en su propio usb reciclable, por un euro y en 15 segundos, que sí sería competitivo frente al intercambio privado. Si los vídeo clubs no adaptan su producto de manera cómoda y barata, los usuarios encontrarán otras formas de tener servicio.


Música

La industria de la música ya lo está haciendo. Por ejemplo, las descargas previo pago crecen más que los intercambios. Las ventas de soportes físicos como CDs, que ya tienen prevista su desaparición para el año 2011, seguirán bajando hasta que sean consideradas tan raras como los vinilos. Su tiempo se acabó y quien no se adapte será barrido por la historia.
El Koala era albañil hasta que encontró Internet: “Youtube está muy bien porque la gente puede ver los videos y saber si les gusta o no para comprarlos... Ojalá hubiera habido Youtube cuando empezamos en los 80”.
Los casi 19 millones de descargas de "Opá Yo Via Jase Un Corra" han supuesto cientos de miles de compras para móviles y otros formatos, amén de actuaciones en vivo y una promoción sin precio. YouTube ya permite comprar la música de un vídeo-clip a través de iTunes Store. De este modo el internauta que ve gratuitamente un vídeo en Internet se convierte en el mejor cliente de las discográficas.
Si bien el éxito comercial no puede ser medida de calidad, aquí no hablamos de "cultura", esto es negocio. Basta comparar las descargas -y ventas- entre el Koala, Ramoncín y la Filarmónica de Viena para hacerse una idea.

Televisión
Los mismos inversores del cine no tienen inconveniente alguno para ofrecer sus productos televisivos abiertamente en Internet. Si lo hacen, obviamente, es porque ganan dinero y porque es la única manera de competir en un mercado globalizado.

Cine
"El cine ha muerto. Murió cuando se inventó el mando a distancia". "Internet es muy bueno para el cine". -Peter Greenaway

En Mónstruos contra alienígenas han encontrado una fórmula para atraer público, renovando y superando la técnica de 3D. Producción familiar que, vista en sala de cine, vale la pena. Se adaptan al mercado y no pretenden que el mercado se adapte a sus antiguos privilegios.

El mayor mercado y productor mundial de cine es el hindú. Más de 900 películas al año, tres diarias, sin subvenciones, que ganan dinero porque hacen productos para su público. Una gran estrella de Bolliwood puede ganar seis o siete millones de dólares por película. Como USA, simplemente el mercado ejerce una criba sobre la falta de talento y lo más comercial permite la existencia de independientes o vanguardias.

El cine español no existe. Hay cine europeo, cine hispanoamericano y producciones domésticas. Un producto que vende no es cuestión de dinero: falta talento, dijo Marsé. Abre los ojos sigue siendo mejor que Vainila sky, y el Life on Mars británico mejor que el americano. Aída vende más en España que Galactica, The Wire y 24 juntas, y permite que Carmen Machi se lleve un Premio Max a la mejor actriz de teatro. Tesis, rodada por estudiantes entre amiguetes, hace que Amenabar filme Ágora con 50 millones de euros.
Apenas un 0.7% de internautas españoles descarga alguna vez cine español y su influencia es irrelevante en taquilla. Frente al fiasco de Los abrazos rotos, se sitúa el éxito del “choni cinema” con Mentiras y gordas, a base de sexo, drogas y la muchachada al salir de clase; frente a monumentales campañas de márketing triunfan películas de modesto presupuesto como Gran Torino, con 10 millones de euros de recaudación en España y 200 en el mundo.

Porque el talento no sabe de subvenciones, evoluciona, se adapta y ve con agrado que los internautas contribuyan a su difusión sin cercenar derechos civiles y ateniéndose a la legalidad.

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