viernes, 21 de diciembre de 2007

PP y PSOE y Jiménez Losantos juntos por aborto libre

Mariano Rajoy:
"Mi posición es la que he mantenido a lo largo de estos últimos años"
, ha afirmado el portavoz del PP, que adelantado que en el programa electoral de su partido no se incluirá ninguna modificación sobre la Ley que regula la interrupción voluntaria del embarazo.

Con respecto a los últimos acontecimientos relativos a los cierres de clínicas abortivas en Madrid y Barcelona, Rajoy ha apuntado que el Gobierno ZP lo que tiene que hacer es aplicar la ley,
"esa es la obligación del Gobierno".
Asimismo, el presidente del principal partido de la oposición ha considerado
"absolutamente disparatado"
modificar una ley para que lo que ahora supone una violación de dicha ley o un delito deje de serlo, y ha afirmado que
"denota entre otras cosas una evidente falta de convicciones".
Por último, Rajoy ha reclamado al Gobierno Zapatero que si tiene un criterio al respecto, "lo lógico es manifestarlo":
"Aquel gobernante que gobierna en base a acontecimientos que se produzcan en un momento determinado me parece que es un mal gobernante y no acredita una excesiva firmeza de convicciones".

Si no lo entiendo mal, Rajoy tiene firmeza en sus convicciones pro-abortistas... Y tiene también un voto menos: el mío.

Federico Jiménez Losantos, partidario del aborto libre durante los nueve meses del embarazo y sin condicionante alguno, fue uno de los más extremistas que impulsaron la propaganda del Holocausto Legal en 1985, porque él lo considera un derecho. Consideraba que la derecha debía abanderar el aborto libre.
Losantos, el mismo que en COPE alucinaba gritando de júbilo ante la canonización de Escribá de Balaguer...
Federico Jiménez Losantos, en un artículo titulado Cosa de mujeres, en Cambio 16, ensalzó que
“no hay cambio más de fondo en nuestras leyes que el que la nueva ley del Aborto autoriza, usa o señala. Y sería menester una mayor luz para alumbrarnos. Los socialistas que nos gobiernan querían hacer una ley del Aborto, pero temían la reacción de los católicos, que en buena parte votan al PSOE. Así que decidieron hacerla a medida de la opinión: tiraron de encuesta y vieron que en tres casos (niño malformado, fruto de violación o peligroso para la vida de la madre) los españoles creían razonable el aborto, y los legalizaron. Y para santificar laicamente su decisión pusieron en manos de los médicos bendecir cada caso. El resultado fue, naturalmente, un fracaso. Y es que la cuestión del aborto es de principio: o decide la madre el futuro -o no futuro- del feto. o lo decide la sociedad -médicos, jueces, etcétera".
Cuando Antonio Hernández Mancha accedió a la presidencia de AP le conmina:
“Tiene una oportunidad histórica, pero asumiendo sin la menor vacilación un programa ideológico que cambie de raíz la cultura política de esta raza de funcionarios católicos, devotos del polvoriento Estado central, poco leídos, menos viajados, hijos del escalafón y partidarios de la antigüedad como criterio de ascenso social. La derecha ha de asumir y defender un laicismo radical, dejando las creencias para las conciencias y las leyes limpias de resabios teológicos. Fue la derecha la que despenalizó el aborto en Francia, y por eso, entre otras cosas, ha sido creíble que podía dar más libertad que los socialistas”.
Y cuando se detiene al ginecólogo Pedro Enguix, Losantos se indigna:
“A mí, como partidario de la despenalización del aborto, o más exactamente, de que las mujeres y los hombres puedan disponer libremente de su propio cuerpo, la noticia me pareció terrible”.
Pasa luego a idealizarlo y a considerar que se le ha encarcelado porque
“cobraba poquísimo, menos que un empaste de muela, por cada aborto”, que “trataba con extrema delicadeza a las pacientes” y “ni era yerno de general, ni presidente autonómico, ni aspiraba a la presidencia del Valencia”.

En su artículo Aborto y liberalismo sentencia que
“Lo que hay que hacer es una buena ley del Aborto y dejar de poner parches y corregir por la brava lo que se perdió por criterios mansos. Si no, a este paso, va a llegar el fin del siglo y del felipismo y todavía van a estar las españolas abortando en Londres”, porque “lo que no entiendo es cómo un liberal abona o promueve las tesis de los que, en última instancia, están imponiendo a un individuo -en nombre del Estado- un acto contra su intimidad y su voluntad, como es que una mujer deba tener un hijo que no desea”, de modo que “prefiriendo defender los derechos del feto a los del individuo ese liberalismo se sitúa en un estado puramente fetal”.

(Más citas se pueden encontrar en 'Conspiranoia')

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