miércoles, 26 de septiembre de 2012

Mario Conde. Un viaje en el tiempo


La noticia era que el sindicato vertical se manifestaba "para exigir un referendum", y que lo que amenazaba ser una gran demostración de fuerza se quedó en desfile folclórico de banderas rojas y tapitas de chorizo. En Intereconomía, sin embargo, cortaron la emisión para retransmitir en directo lo que denominaron "la noticia del día": Mario Conde, con un forzadísimo acento gallego, se presentaba a las autonómicas.  Vaya veranito, entre gordillos, mariocondes, ruizmateos y eccehomos, los reyes del frikismo se han adueñado de la TDT.


Por aquel entonces yo vivía en Madrid, Ayala número 10 para más señas, centro del pijerío nacional y un barrio excelente. Valenciano y en pleno auge del ¿diseñas o trabajas?, me fue bastante bien. Provinciano de clase media aquello fue como descubrir la Atlántida. Mario Conde era el rey del mambo engominado mientras los niños bien de la movida degeneraban a base de farlopa. Sus hermanos eran todos pesoístas, o, mejor dicho, felipistas. Sus padres no eran de derechas, eran franquistas, y los hijos rondando la treintena todos de Felipe. En aquellas estupendas cenas madrileñas alguien preguntaba: vamos a abrir tienda en Sevilla, ¿a quién conocemos allí? y otro alguien contestaba: no problem, Borjamari está en el califato para hablar con Manolo (Cháves), el hijo del coronel Cháves y Afri, jefa de la Sección Femenina, pero también tiene cita con un tal Pepe (Griñán), que también manda, hijo de Octaviano, oficial de la guardia de Franco y sobrino de aquel falangista presidente de la Diputación de Madrid. Todo muy bien organizado, hasta tienen un despacho oficial de la Delegación del Gobierno en Andalucía para cobrar sobornos, que dirige el hermano del vicepresidente Guerra. La España de las oportunidades, decían, que alcanzó su cumbre en la Expo 92 que se inventó Manuel Prado y Colón de Carvajal, donde llegó a acuñarse el "pellón" (mil millones) como unidad de medida universal del trinque, en honor al presidente ejecutivo de la sociedad Estatal, Jacinto Pellón, que se incorporó al proyecto en enero del 87, fue investigado durante diete años por el juez Garzón con gran aparato mediático y terminó como casi todas las instrucciones del juez estrella, en nada. La España de los cuñados, Pellón era conocido por el escándalo de la urbanización Costa Doñana, donde recalificaba terrenos junto al cuñado de Felipe González, preludio de la España de los yernos, con Aznar. Era la España del pelotazo, la época de mayor esplendor para buscavidas, cuando nuestro país salía en los papeles internacionales como el mayor chollo para hacerse rico rápidamente.

De aquel ambiente salió gente como Rubalcaba, Cebrián o los Albertos, del Colegio del Pilar, igual que Juan Abelló, dueño de Laboratorios Abelló y una de las mayores fortunas del país, que junto a un advenedizo Mario Conde lograrían hacerse dueños de Banesto. Actualmente, entre otras muchas cosas, Abelló es uno de los dueños de La Sexta, porque siempre es productivo dar alpiste al populacho.

Eran los coletazos finales de los 80. La derecha ni siquiera existía en España. El mismo año en que Mario Conde es nombrado presidente de Banesto, 1987, un irrelevante Hernández Mancha era proclamado presidente de Alianza Popular. Felipe González se aliaba con Jesús Polanco y Juanluis Cebrián para destruir el guerrismo en su partido, la única oposición real. Felipe, agradecido, les regaló la cadena SER y Canal Plus. Pero una sombra incomodaba al felipismo... A3 Radio iba de independiente, y se había situado como la primera emisora en audiencia, mientras que su hermana televisiva comenzaba a atraer demasiada atención con unos telediarios que no se plegaban a las directrices de régimen. Es verdad que estaba la COPE, con los Protagonistas de Luis del Olmo, pero quienes se empeñaban en no aceptar una dictadura a la mejicana eran los revoltosos de A3: Manuel Martín Ferrand dirigiendo, Antonio Herrero El Primero de la Mañana, y Butanito incendiando las ondas por las noches. Para rematar, el telediario de A3 TV en manos de Luis Herrero.

No había internet, resultaba bastante sencillo eliminar los medios críticos. Echaron a Pablo Sebastián y cerraron El Independiente. Le volvería a pasar lo mismo cuando Esperanza Aguirre lo defenestró en Telemadrid. Igual que Pedrojota Ramírez, al que inmediatamente después de publicar los escándalos del GAL echaron de Diario 16. 

Terminando el año 1989 nacía el Partido Popular e incorporaba un nuevo líder, José María Aznar. Ganó las elecciones González, otra vez, y se desató la mayor batalla mediática para acabar con cualquier posibilidad de la derecha. En aquella operación orquestada por González y Polanco, la pieza clave era colocar una alternativa aparente en la derecha que truncara cualquier aspiración de gobierno o, al menos, que fuera una derecha domesticada al servicio de los de siempre: Mario Conde.

El banquero ya estaba metido en sus turbios asuntos delictivos, así que la propuesta le vino de perlas. Tú haces de monigote a nuestro servicio, y nosotros, gobierno y PRISA, miramos para otro lado sobre tus chanchullos. González pactó con los editores, Polanco, Asensio y Godó, para lanzar a Mario Conde, operación que se inició con el antenicidio en mayo de 1992. Era imprescindible aniquilar cualquier opción crítica en los medios, había que destruir A3. Jesús Polanco se quedó con A3 Radio y Mario Conde con A3 Televisión. Echaron a todo discrepante. Los primeros en caer fueron Antonio Herrero del Primero de la Mañana y Luis Herrero del telediario. Antes de un año Polanco cerró A3 Radio, la emisora de mayor audiencia en España, mientras que Conde puso A3 TV en manos de Antonio Asensio, ayudado por el comisario político Manuel Campo Vidal para realizar una purga completa.

Se acabó. En la época de la más fabulosa corrupción que pueda imaginarse, no había ni un solo medio generalista crítico con el gobierno. Felipe González volvió a ganar las elecciones de 1993. Gracias Mario Conde. Pero el PSOE no sabe de agradecimientos. Cien años de honradez y ni uno más. El mismo año que Felipe González ganó sus últimas elecciones, 1993, traicionaron al banquero y estalló el caso Banesto. Cumplida su misión como caballo de Troya en la derecha, Conde dejó de ser útil. No sería hasta 1996, y por los pelos, que la derecha daría una alternativa a la edad oscura del felipismo. El gran batacazo del banquero delincuente y su posterior transformación en telepredicador místico merece otro artículo, que será la segunda parte.


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