Santa Catalina, Fernando Yáñez |
Se están dando una serie de nombres como posibles autores de la Gioconda de El Prado, y, a mi juicio, van mal encaminados. En mi opinión, nuestra Gioconda es -o podría ser- un trabajo del gran maestro renacentista Fernando Yáñez.
Andrea Salai es el autor de la Monna Lisa desnuda. Se aprecia la técnica del sfumatto aunque muy lejos de alcanzar el virtuosismo del maestro, lo que combinado con la tosquedad de quien no aprecia las formas femeninas da como resultado un zafio varón con tetas. Mucho más cercano al genio es Francesco Melci. Salai fue amante de Leonardo, algo que no está nada claro en el caso de Melci, que, unido por un profundo amor a su maestro, se casó y tuvo ocho hijos. En las escasas obras de Francesco Melci podemos descubrir claramente el sfumatto leonardesco y la sensibilidad por el cuerpo humano, femenino y masculino, junto a detalles directos del genio como sus paisajes de fondo en Vertumno y Pomona. Bruno Mottin, conservador jefe del centro de Investigación y Restauración de los Museos de Francia, atribuye la Gioconda de El Prado a uno de estos dos dicípulos: Andrea Salai llegó al estudio del maestro en 1490, y Francesco Melzi, en 1507. Ese es el abanico de fechas que están considerando, lo que excluye también de entrada a Melzi, que tendría entre diez u once años mientras Leonardo atacaba la Gioconda.
En 1505 existen documentos que acreditan la presencia de Fernando Yáñez de la Almedina en Florencia, trabajando junto a Leonardo en las pinturas de la Gran Sala del Consejo de la Señoría, la gran obra perdida de Leonardo (en la pared de enfrente a la gran obra perdida de Miguel Ángel), el mural de La batalla de Anghiari: A Ferrando Spagnolo, dipintore, per dipinguere con Lionardo da Vinci nella sala del consiglio florine 5 larghi e a Thomaso di Giovane Merini, su garzone per macinare e colori, florini 1 in oro.6. Las fechas coinciden y hablar de Fernando Yáñez son palabras mayores. Uno de los grandísimos genios renacentistas más olvidados, subestimados y peor tratados en la historiografía. Aparte de la técnica, que dominó magistralmente, la delicadeza de formas, las expresiones de sus retratos, la composición, el color, todo lo confirma como uno de los renacentistas mayores que, junto a Fernando Llanos, formó una pareja artística de prestigio mundial, Los Hernandos. No hay más que acudir a la catedral de Valencia para admirar su impresionante obra.
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