Además de un justo reconocimiento, espero que la Junta haga pedir perdón a los culpables, o ya puestos, a sus herederos.
Concretamente a Manuel Chaves, hijo de Antonio Chaves, coronel franquista alzado en 1936, y de África González, jefa de la sección femenina de la Falange, las que rapaban cabezas.
También a José Antonio Griñán (adivinen por qué le pusieron ese nombre), hijo de Octaviano Griñán Gutiérrez, oficial del "Regimiento de la Guardia de Su Excelencia el Jefe del Estado, acuartelado en El Pardo", o sea, escolta personal del dictador cuando se vejaban mujeres, y donde llegó a ocupar el cargo de comandante de Infantería.
En este país no cabe un tonto más.
viernes, 24 de septiembre de 2010
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