"Y apareció en el cielo una mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y 12 estrellas a su alrededor. Más impresionante que un ejército en orden de batalla". -Apocalipsis, 12.
Tomás el Apóstol no pudo llegar a tiempo para despedir a María.
Como siempre tuvo la sana costumbre de querer ver y tocar, habló con Pedro para que le dejara abrir el sepulcro y besar las manos de la Virgen.
Y Pedro aceptó.
Se fueron todos hacia su sepulcro, y cuando ya estaban cerca empezaron a sentir, de nuevo, suavísimos aromas y armoniosa música en el aire.
Abrieron el sepulcro y en vez del cadáver de la Virgen encontraron solamente... una gran cantidad de flores muy hermosas. Jesucristo había venido, había resucitado a su Madre Santísima y la había llevado al cielo.
¿Quién de nosotros, si tuviera los poderes de Dios, no haría lo mismo con su propia Madre?
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