lunes, 27 de abril de 2009

Aborto

Ya son 4 millones de parados, 802.800 más entre enero y marzo. Nueve de cada diez empleos destruidos en Europa son españoles y con una tasa de temporalidad del 25,4% el despido libre campa a sus anchas. Gobierno y oposición reparten dinero a los bancos y el jefe de los banqueros, José Luis Rodríguez Zapatero, pone a los sindicatos mirando a la Meca. Así que voi ch’entrate, lasciate ogni speranza: nos quedan años de discutir el sexo de los ángeles, la memoria de Carrillo y el aborto.

Hace poco, mientras paseaba con Cal (es una perra, vivimos juntos e intenta civilizarme), asistí en el parque a una discusión entre gitanas. La señora se quejaba de su hija y el novio, tenían que abortar otra vez y van tres. Tres abortos y la niña todavía no ha cumplido los 18, ay, qué malaje el imbécil del novio, que no se pone goma porque no le da la gana. Otra vez 300 euros, como si los regalaran.

El aborto libre, con plazos, es una tentación sobre la que todos hemos meditado alguna vez y parece tener cierta lógica. Es “razonable”. San Agustín de Hipona y Santo Tomás de Aquino argumentaron esa lógica basados en los conocimientos científicos de su tiempo. No sólo ellos. Los primeros cristianos mantuvieron acaloradas discusiones sobre el origen de la vida, llegando a plantearse si la felación era alguna manera de antropofagia (por el contenido, no por el continente).

Establecer plazos sería supuestamente “menos malo” que el aborto libre de Felipe González y José María Aznar. Menos malo para las conciencias, que sufren mucho con imágenes de niños descuartizados a los cinco meses. Es “razonablemente estético”, como lo es aplastar la cabeza de un pez en lugar de una cría de panda. Estética de mercadillo antropológico. Si fuéramos ovíparos ni siquiera plantearíamos el problema, va en nuestros genes, la mirada de un pequeño mamífero nos obliga a protegerlo.

Porque el problema no lo tienen los niños sino el egoísmo de aquellos adultos que no quieren pasar por nueve meses de embarazo y un parto. Cederlo en adopción sería la felicidad completa para muchas personas, incluido el bebé, pero antes hay que parir y eso sí parece ser un problema.

Así que la cuestión se circunscribe a tenerlo claro. Claro, clarísimo hay que tenerlo para decidir que un bebé intrauterino no es persona y puede ser matado. Otros, por el contrario, estamos llenos de dudas, y ya se sabe: in dubio pro nascituro.

Relativismo moral

Se plantea entonces un tema de difícil resolución: ¿cómo y por qué hay un total acuerdo en las dos grandes formaciones políticas españolas? ¿de dónde surgen las bases para ese consenso social tan “razonable”?
La base ideológica de ambos hunde sus raíces en la visión aristotélica del Hombre, el Malthusianismo, el racismo y pseudociencias como la manipulación estalinista y la posterior evolución en ingeniería nacionalsocialista, actualizadas como darwinismo social de Richard Dawkins. El tema está ampliamente tratado: “El Racismo Inherente del Control Poblacional” de Paul Jalsevac, “La société pure. De Darwin à Hitler”, de André Pichot, o “Socialismo revolucionario y darwinismo social”, de Reinhard Moceck. En definitiva, relativismo moral.

En la derecha, una potente ideología neocón (ex-marxistas reciclados al capitalismo salvaje) filtrada con todos los sinónimos de la palabra libertad, y en la izquierda una evolución del nacionalsocialismo pasado por la grandilocuencia del buen rollito liberador. Tomaremos un ejemplo de cada para mostrar sus similitudes -muchas- y sus pequeñas diferencias. Ellos podrían ser ejemplo paradigmático del relativismo español: Federico Jiménez Losantos y Carlos París.

Consenso pagano

El 19 de septiembre de 2008, el filósofo Carlos París escribía en Público “Embriones y seres humanos“. Fue tal mi asombro ante semejante despliegue hitleriano que salí corriendo a comprar el papel. Todavía lo guardo.

Primero no podía faltar la habitual propaganda demagógica, falaz, profundamente ignorante.
"el Vaticano se ha apresurado a formular su inquietud… violencia contra las clínicas y los médicos practicantes del aborto… no faltan antiabortistas partidarios de la pena de muerte y de las guerras de agresión reconvertidas hoy en “guerras preventivas”… suelen mostrarse bastante indiferentes para las condiciones inhumanas".


Son los mundos de yupi. O de el Gran Hermano. La lucha del Vaticano contra la pena de muerte es una constante, por eso impulsó y financió organizaciones como Amnistía Internacional. Juan Pablo II fue el único líder mundial que condenó desde el primer momento la invasión de Irak, denunciando su inmoralidad y el juego de intereses. Esos “indiferentes para las condiciones inhumanas”, como Acción Católica, llevan décadas interviniendo a través de Manos Unidas, y la Iglesia es actualmente la mayor oenegé del mundo, la única que queda cuando todos se van. También son los únicos en España que acogen madres solteras, que las ayudan sin mirar sus creencias, raza o condición social.

El problema cognitivo es que confunden a los cristianos -revolucionarios por definición- con la derecha pagana, ultra y neocón. Saltando la absurda introducción (se le olvidó Galileo, la Inquisición y la Guerra Civil), entramos en los argumentos:
"Un ser humano no se reduce a mera corporalidad, no se queda en una estructura de células, tejidos y órganos, simple biología… El ser humano es, ciertamente, un organismo viviente pero decisiva, radicalmente, es un animal cultural. Entendida la cultura en su más estricto sentido como el medio social en que hacemos nuestra vida.
Sin el troquelado cultural, sin los cuidados, que el neonato requiere -un prematuro desvalido, pero llamado de un modo singular al desarrollo de sus potencialidades antropológicas, según el biólogo Portmann- no se adquiere la condición propiamente humana. Y la enculturación se inicia con el nacimiento".

El hombre como animal cultural, según el tratamiento de Carlos París, viene debatiéndose desde los años treinta. De hecho desde Aristóteles. La revista de filosofía moral y política ISEGORÍA lo explicó en su número 19, en 1998, con un artículo de Lorenzo Peña, Doctor en Filosofía del Instituto de Filosofía del CSIC. En definitiva, hay que reconocer su honestidad intelectual, muy lejos de los apaños “razonables” que establecen plazos arbitrarios o estéticos.

Federico Jiménez Losantos, partidario del aborto libre sin condicionante alguno, es uno de los más extremistas en la propaganda de éste Holocausto Legal. Desde 1985 viene repitiendo los mismos argumentos porque considera que la derecha (la suya) debe abanderar la causa del aborto libre.

En un artículo titulado “Cosa de mujeres“, en Cambio 16, ya señalaba que:
"Los socialistas que nos gobiernan querían hacer una ley del Aborto, pero temían la reacción de los católicos, que en buena parte votan al PSOE. Así que decidieron hacerla a medida de la opinión: tiraron de encuesta y vieron que en tres casos (niño malformado, fruto de violación o peligroso para la vida de la madre) los españoles creían razonable el aborto, y los legalizaron. Y para santificar laicamente su decisión pusieron en manos de los médicos bendecir cada caso. El resultado fue, naturalmente, un fracaso. Y es que la cuestión del aborto es de principio: o decide la madre el futuro -o no futuro- del feto. o lo decide la sociedad -médicos, jueces, etcétera".


Cuando detuvieron al ginecólogo y abortista Pere Enguix, Losantos se indignó muchísimo y escribió “Ejemplo médico“:
"A mí, como partidario de la despenalización del aborto, o más exactamente, de que las mujeres y los hombres puedan disponer libremente de su propio cuerpo, la noticia me pareció terrible".


Más adelante, en un delirio absoluto, comparaba el asesinato de un nasciturus con un empaste de muelas: “Cobraba poquísimo, menos que un empaste de muela, por cada aborto”. Tenía razón en cuanto a su honradez y precio. No se habían instalado en España las mafias internacionales del aborto, el tercer negocio mundial tras la venta de armas y drogas. Porque estamos hablando de negocio y poder.

La mayor organización abortista del mundo es Internacional Planned Parenthood, fundada por la estadounidense Margaret Sanger en 1942, que daba conferencias en el Ku Klux Klan sobre la raza superior blanca y la eliminación de minorías. En 1939 creó “Negro Project”, una fundación para «ayudar a las mujeres negras en su natalidad», es decir, para la selección genética racista mediante el genocidio negro. Tampoco parece importar a Barak Obama, quizá porque los objetivos actuales se centran más en México a nivel interno y África o China para el mundo. Las minorías raciales o grupos étnicos no dejan de ser subterfugios para hablar de los pobres, eso que, cuando crecen mucho, molesta tanto a los ricos. En su libro “Woman and the New Race” explica que:
"Lo más misericordioso que puede hacer una familia numerosa a su hijo infante es matarlo".


El lema de Internacional Planned Parenthood es “trabajamos por la salud de la mujer”. Tras ellos el grupo conocido como The Population Firm: Margaret Sanger, Bill Gates (primera fortuna del planeta y blanco como la nieve), Warren Buffet (segunda fortuna y más blanco aún), Ted Turner (mayor empresario de comunicación del mundo, casi albino), todos conocidos por ser grandes “filántropos”.

Su labor filantrópica lleva a que, por ejemplo, Warren Buffett done a la Bill & Melinda Gates Foundation 31 mil millones de dólares en 2006 para abortos de Planned Parenthood. Qué blanquitos y qué guapos son todos.

Para entendernos, los relativistas marcan límites sobre quién es persona y quién no:
Había 60 000 000 de esclavos en el Imperio Romano, cada uno de los cuales era considerado por la ley no como una persona, sino como una cosa, sin ningún derecho. -William Barclay, The Daily Study Bible Series


Catón el Censor, ejemplo de estoicismo, buenas costumbres y virtud republicana, aconsejaba abandonar a los esclavos viejos o enfermos para que murieran sin ocasionar gastos. Perfecta coherencia moral: si no es persona no tiene derechos. Y la cultura judeocristiana sigue luchando con la escuela grecolatina. Acción y reacción:
Los cultos griegos se reían de los “incultos” judíos que hablaban con horror de la costumbre de los griegos de matar a los infantes cuando la forma de su cráneo o de su nariz no les gustaba. -Max Dimont, “Judíos, Dios e historia”


O que sean ciegos, con síndrome de down, bajitos, altos, menos listos, mujeres… si no son personas, son cosas, parásitos. No sólo los niños, también los adultos enfermos:
Platón decía que un hombre pobre… que no pudiera trabajar más porque estaba enfermo, debía ser abandonado para que muriera. -Schmidt

En palabras de Adolf Hitler:
"Los judíos son un parásito en el cuerpo de otra persona".


Así, como parásitos, lo entienden Jiménez Losantos, Carlos París o la abortista Gloria Steinman:
"La mujer tiene derecho de abortar de la misma manera que tiene derecho a sacarse un tumor parasitario".


Algo que no es nuevo:
Una de las formas en las que el cristianismo subrayaba la santidad de la vida humana era su constante y activa oposición a la práctica tan universalmente aceptada del infanticidio: matar a los niños recién nacidos… Aquellos que nacían deformes o débiles eran especialmente susceptibles a ser asesinados, generalmente ahogados… Las niñas eran especialmente vulnerables. -Schmidt


Sobre el tratamiento de las mujeres como un tipo de esclavos recomiendo “Diosas, rameras, esposas y esclavas: Las mujeres en la antigüedad clásica”, el clásico de la gran historiadora feminista Sarah Pomeroy:
Un padre adinerado podía decidir sacrificar a un infante porque no tenía el deseo de dividir la propiedad de la familia entre muchos herederos y así reducir la riqueza individual de los miembros de la siguiente generación. -Pomeroy

Por no citar a Joseph Mengele en la experimentación con embriones, acudiremos al Dr. Martti Kekomaki, que trabaja con fetos entre 18 y 24 semanas:
Un bebé abortado es sólo basura y es ahí a donde va a parar. ¿Por qué no utilizarlo para la sociedad?.

Idéntico argumento que el usado por el Dr. August Hirt, que experimentaba con judíos:
Estos hombres que están condenados a morir, pueden al menos, ser de utilidad. Sería ridículo ejecutarlos y enviar sus cuerpos al crematorio sin darles la oportunidad de contribuir al progreso de la sociedad.


En 1936 Alemania establecía una línea roja para separar a personas y “parásitos”, el Tribunal Supremo alemán se negaba a reconocer que los judíos fueran “personas legítimas”. En 1973 la Corte Suprema de los Estados Unidos decidió que los bebés nasciturus tampoco son “personas legítimas”. Cuando interrogaron al nazi Franz Stangl por su participación en el asesinato de casi un millón de personas explicó que “No tenía nada que ver con lo que define la humanidad …era una masa”.

Diferencias sólo aparentes

En su artículo “Aborto y liberalismo” Losantos se pregunta:
"Lo que no entiendo es cómo un liberal abona o promueve las tesis de los que, en última instancia, están imponiendo a un individuo -en nombre del Estado- un acto contra su intimidad y su voluntad, como es que una mujer deba tener un hijo que no desea". -Jiménez Losantos


Esa visión simplista del Estado que haría las delicias de Malthus es la única diferencia -falsa- a efectos eugenésicos entre París y Losantos, entre marxismo y liberalismo neocón. Falsa porque, como resulta evidente, el darwinismo social acaba por imponerse en uno u otro caso. La violencia contra los niños, padres y especialmente contra las mujeres puede venir impuesta desde dos frentes, el Estado intervencionista o el capitalismo salvaje. Ambos métodos conseguirán los mismos fines, y el control eugenésico favorecerá siempre a una elite contra los ciudadanos de segunda: los más humildes, los menos preparados, los inmigrantes. No es casualidad que los ciudadanos gitanos, moros, rumanos o americanos tengan tasas de natalidad muy superiores a la clase media-alta española. Ni es una fantasía que mediante la eugenesia se mantenga controlado su crecimiento.
El 78% de las clínicas abortivas de Planned Parenthood de los Estados Unidos se localizan en comunidades de hispanos y negros. Adolfo Hitler las felicitó en 1934 por sus avances en la esterilización de razas inferiores.
Sea por imposición o por selección social, el aborto es la forma más agresiva del biopoder. Una manera para que los poderosos puedan controlar las efusiones reproductivas de las clases bajas, como la gitanilla de mi barrio.

Cualquier regla tiene excepciones, lo expuse en la primera parte, que atienden más a nuestra propia incapacidad que al enunciado general. La legítima defensa, el conflicto entre dos vidas o el mal menor. Esa es la función del Estado, delimitar las excepciones a través del legislador y los jueces. La pregunta por tanto no sólo es ¿cuándo empieza la vida humana?, también qué o quién es o no humano, qué o quién tiene una vida desechable.


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1 comentario:

  1. muy buen texto. soy mujer y me da rabia leer argumentos de feministas que estan a favor del aborto. me considero una femina que lucha por la no degradacion me mi género, pero me averguenza saber que existen mujeres que segun ellas son "feministas" pero en realidad poco les interesa la dignidad y poder de la mujer. se preocupan de ser o verse igual que los hombres y no reconocer su capacidad unica de traer vida a la tierra. son mujeres no ven mas alla de su propio "estilo" o "libertad"... creo que antes de gritar su gusto por el aborto deberiamos saber si alguna vez han abortado, o como la mayoria son lesbianas saber si han tenido contacto con algun espermatozoide para hablar tanto sobre el aborto.
    el verdadero feminismo para mi esta en recobrar la dignidad; en decir no a la imagen de la mujer como un instrumento de sexo, no a los programas que muestran a la mujer como tetas y colalés... alli esta la verdadera lucha por el amor a nuestro genéro, alli recae el verdadero machismo y no en destruir un ser vivo por el hecho de no ser capaz de decidir por él mismo.

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