El supuesto bombardeo de una escuela de Naciones Unidas en Gaza que habría matado a 43 personas nunca existió. Los funcionarios de la UNRWA lo sabían y mintieron, sabían que nadie de la escuela resultó muerto, porque el ataque real se produjo contra un objetivo militar cercano desde donde Hamas disparaba.
Hace una semana el periódico canadiense The Globe and Mail recogía testimonios de testigos presenciales, incluyendo un profesor de la escuela, y todos coincidían en que las bombas cayeron en el exterior del complejo, más allá del muro que lo rodea.
Al Secretario de la ONU, Ban Ki-moon, le faltó tiempo para publicitar la patraña:
"Condeno, en los términos más fuertes posibles, este atroz ataque".
Maxwell Gaylord, coordinador de ayuda humanitaria de la ONU en Jerusalén, admitió el lunes que las bombas nunca cayeron en el edificio de la UNRWA.
Es decir, las personas heridas o muertas durante el ataque no se habían refugiado en el edificio de la ONU sino que, en medio de los bombardeos estaban, "inexplicablemente", en el exterior.
No es extraño que cada vez más voces se alcen contra la tiranía de Hamás. El último, Hosni Mubarak, presidente egipcio, que criticó hoy a Hamás acusándole de ser el responsable de derramar la sangre árabe.
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