lunes, 1 de septiembre de 2008

Rizitoz de oro


Hoy, queridos niños y niñas, para la vuelta al cole nuestra hada María Teresa ("la Campos") nos contará la entrañable historia de Rizitoz de Oro y los tres osos.

Érase una vez una preciosa casita en medio del bosque florido donde vivían 3 ositos: La mamá, papá y el pequeño osito.
Mamá osa era la lideresa del grupo, siempre apoyada por papá oso (el economista de la familia); juntos criaban al osezno Mitrofanchu que era adoptado y concebido in vitro. El osito tenía un ortognatismo muy acusado, cabezón braquicéfalo, el orificio occipital muy inclinado con el basio y mucho más próximo al vértice que el opistio. Todo ello era fruto de generaciones oseznas endogámicas que obligaron a sus papás, bien a buscarse osos turistas para la reproducción, a la manera esquimal, bien a echar mano de la ingeniería genética. Por eso, decían, su hijito Mitrofanchu parecía de una raza extraña, seguramente alienígena y posiblemente vulcaniano.

Después de papearse la sopa del pequeño y meter la cuchara en los demás platos, Rizitoz de Oro probó todas las sillas y se cargó la más pequeña, deshizo todas las camas pero se quedó con la más pequeña tras sacar los cócteles Molotov que el chiquitín genético tenía escondidos bajo la almohada. Cuando la familia oso volvió para ver qué había de lo suyo, Rizitoz salió por la ventana buscando otras casas donde ser okupa no resultara tan problemático.
Colorín colorado, este cuento se ha acabado.
¡Feliz vuelta al curso!

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