A petición popular -dice el dramaturgo Morenilla- doy un estratosférico salto en la "Tragiconspiración de D. Juan Bermudorio" y pongo aquí la larga y nunca suficientemente alabada escena del sofá, de quien Zorrilla dijo una vez “esa desatinada ocurrencia mía”. Pero bueno...
ACTO IV
Escena III
Bermúdez ha rescatado a Verdad de las garras de los conspiracionistas (concretamente, de los sótanos de “El Mundo”).
Ahora Verdad duerme, velada por su aya Razón, en una habitación amueblada por un escritorio, sillas, estanterías con tomos de jurisprudencia, y un sofá. Sobre la mesa, una cesta grande muestra las calabazas que Bermúdez espera dedicar a los conspiracionistas el 31 de Octubre.
Un letrero da señal del dueño de la casa: “HOUSE’S HOUSE”
¡Atención! Verdad se despierta y, dándose cuenta de donde se halla, trata de poner pseudópodos en polvorosa, ayudada por Razón
Bermúdez:
¿A do vais, doña Verdad?
Verdad:
Dejadme en Paz, señor juez.
Bermúdez:
¿Qué os deje en paz exigís?
Razón:
Sí, que la dejéis os ruego,
que en esto vos no sois lego; (bajando la voz y ruborizándose)
la nena debe hacer pis.
Bermúdez:
¿Pis? Mas creo que comprendo.
Es una excusa muy burda.
Ni sois ninguna palurda
ni soy yo hombre tan tremendo.
Verdad:
¿Y Pedro Jota?
Bermúdez:
Dejé
escrito que os liberaba
y que conmigo os llevaba
apuntado en un carné.
¡Tranquilízate, Verdad!
Piensa que estás en Justicia
puedes aquí dar albricia
disfrutar de libertad.
¡Ah! ¿No es cierto, ángel de amor
que en este apartado orillo
no está ni García Abadillo
ni de “El Mundo” el director?
Federico el de la COPE
no te podrá secuestrar;
tampoco te podrá ganar
si no hay nadie que le arrope.
En este altar de candor
que no ensucia la basura
¿no es verdad, gacela pura
que nos embarga el frescor?
De Múgica y sus agujeros
no temas nada, mi amor
acurrúcate al calor
de mis ademanes fieros
que si viene por aquí
con su rastro de mentira
¿no es verdad, sonora lira
que le alejaré de ti?
Yo bien sabré protegerte
de cualesquiera legiones
de pinos y de peones
que aprenderán a temerte.
Y si Vidal se hace el duro
por la noche en “La Linterna”
¿no es verdad, gacela tierna
que habrá que meterle un puro?
No hagas caso a los inventos
de raras conspiraciones
deja a los bobalicones
que se nutran de sus cuentos.
Si Libertad Digital
es el rey de la chapuza
¿no es verdad, cara gamuza
que nos debe dar igual?
Si se adjudican España
no tiembles, querida mía
porque no verán el día
que una cosa tan extraña
aceptemos sin protesta.
Hazles una pedorreta
que se oiga hasta en Creta...
Y vayámonos de fiesta.
Si en “Las tardes de Cristina”
aguantamos a la dueña
¿no es verdad, querida alheña
que es pelmaza, cosa fina?
La Conspiración, en suma,
me fatiga cosa mala
se merecen pico y pala
los que esparcen esa bruma
sobre hechos, que en resumen
no tienen duda posible.
¿no es verdad, alba visible
que es exiguo su cacumen?
Verdad:
¡Callad, por Dios, oh don juez!
Por fin oigo a alguien versado
hablar de lo que ha pasado
y que no esté del todo pez.
La Kangoo del terrorista
que en Alcalá se encontró
ninguna duda quedó
que se trataba de pista,
que nadie metió las pruebas
ni en Alcalá ni en Canillas;
no digan mentirijillas
ni se me hagan de nuevas.
Tocante al Skodo dichoso
ahí estuvo ya al principio;
lo que ocurre es que al inicio
registro muy riguroso
no hubo, y se aprovecharon
pronto los tiburones:
elmundistas y peones
y la cizaña sembraron.
Yo ya sé que la mochila
de Vallecas, era buena.
Tengo conciencia serena,
y abierta la pupila;
no me la dará con queso
quien otra cosa defienda
para engañar a mi menda
hay que madrugar más que eso.
Tu presencia me enajena
tus palabras me alucinan
y al mismo tiempo combinan
con que sé que estoy muy buena.
Don Juez, Don Juez, ¡yo lo imploro
de tu hidalga compasión!
No le hagas caso al peón
y castiga duro al moro
Bermúdez:
¡Alma mía, esa palabra
no hacía falta, mi bien
pues me has alterado el gen
que ya está como una cabra!
Convencido estaba, mi vida:
de Pedro Jota la hueste
como indios del Oeste
hablan con lengua partida.
Del grupo de Federico
es mejor no meneallo;
de la sentencia en el fallo
le dejaré por borrico.
También a César Vidal
dedicaré algún punto
triste y patético asunto
¿cómo ha acabado tan mal
quien fue buen historiador,
antes de ser correvuela
del talibán de Orihuela
al que adula sin pudor?
Y me viene a la memoria
entre tan gran alabanza
que quien más llenó la panza
en toda esta triste historia,
empezó como ingeniero
pero pronto vio la opción
de hacer grupos de presión
y de llenar el caldero;
escribió artículos tales
que son de loco de atar
y mandó a publicar
cuatro libros iguales.
Se llama...
Verdad:
Del Pino es.
Bermúdez:
¿Lo conoces, Verdad mía?
Verdad:
Sí.
Bermúdez:
No sé por qué, lo sabía
No me pilla de través (Tendiendo oreja)
Silencio, ¿habéis escuchado?
Verdad:
¿Qué?
Bermúdez:
Una moto hace prrrónprrrón
debajo de este balcón
y baja un hombre embozado...
Verdad, quita de aquí presto
métete en ese aposento
escóndete allí al momento
pero llevándote el cesto... (el cesto de calabazas)
Verdad:
¿Tardarás?
Bermúdez:
Poco ha de ser
que tengo mucho trabajo
y me he de poner al tajo...
(Razón y Verdad entran en el cuarto interior. Bermúdez toma actitud meditabunda)
Acallada la curiosidad del populacho, la próxima entrega volveremos a la interesante cita del ACTO I, donde Bermúdez encuentra a Del Pino.
sábado, 24 de noviembre de 2007
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