El nuevo y flamante fiscal general del Estado ha decidido abrir
unas diligencias informativas a propósito de lo publicado en Libertad
Digital. Se ampara en el supuesto de “notitia criminis” sobre las
informaciones de que los trenes no se destruyeron. Obsérvese la
paradoja: hasta el último aniversario del 11M, los teóricos de la
conspiración clamaban que los vagones fueron destruidos en 48 horas;
hoy, apurando el negocio hasta el final, les parece delictuoso lo
contrario, que no se destruyesen. Hasta ayer el comisario Sánchez
Manzano era acusado por los alegres investigadores de destrucción de
pruebas, los trenes, y ahora lo acusan de no haberlos destruido. De
hecho, a juicio de Federico Jiménez Losantos, que ellos descubran ahora
la no destrucción de los trenes y que hay chatarra descubierta mil veces
y publicada otras mil es, «sin duda, la noticia más importante en la historia de nuestro periódico».
Lástima, han tardado ocho años en desdecirse. Les hubiera sido mucho más fácil llamar a su amigo Francisco Álvarez Cascos y preguntar por qué ordenó el día 12 de marzo de 2004 retirar y desguazar los trenes explosionados. El día 12, a las 7 de la mañana, en la estación de Atocha, junto al presidente de Renfe nombrado por José María Aznar, Miguel Corsini:
El fiscal amigo de conspiranoicos hoy, Eduardo el Bueno por ahora, se convertirá en un inmediato futuro en malvado conspirador, Eduardo el Malo ocultador de pruebas, cómplice de terroristas y esbirro de Rubalc... de Rajoy. Uno más en la interminable lista de maquiavélicos conspiradores, junto a jueces de la Audiencia Nacional como Juan del Olmo, Javier Gómez Bermúdez, Alfonso Guevara y Fernando García Nicolás, o los tres jueces de la Sección Cuarta de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional que preside Ángela Murillo y todos los del Juzgado Central de Menores con el juez de la Audiencia Nacional José Luis Castro, o los del Tribunal Supremo Juan Saavedra, Andrés Martínez Arrieta, Miguel Colmenero, Juan Ramón Berdugo y Luciano Varela, O los supervillanos Pablo Ruz y Eloy Velasco, los tres magistrados de la Sección 17 de la Audiencia de Madrid, y todos, desde audiencias provinciales hasta Tribunal Supremo, los que han dictado una tras otra resoluciones contra las teorías conspiratorias, además de las decenas de fiscales que participaron en los procedimientos. Todos malévolos conspiradores, ocultadores de pruebas y, como mínimo, cómplices de los terroristas.
Lo de "ocultador de pruebas" es por seguir la tradición del esperpento. Tan "ocultas" están esas "pruebas" -de nadie sabe qué- como que la chatarra "descubierta" mil veces y publicitada hoy por LD es la misma de siempre. «Tanto la Policía, como la Guardia Civil, como Renfe, como el juez, estaban al corriente de la existencia de esos restos», escribe Luis del Pino, y la información en LD añade que «el Ministerio de Interior tenía perfectamente localizado, por tanto, el lugar donde ese vagón estaba y sabía de la existencia de la chatarra que se había extraído de la zona del foco de explosión». "Ministerio de Interior"... de Ángel Acebes, de acuerdo con el Ministerio de Fomento de Álvarez Cascos, tal y como recogen los mismos Luis del Pino y Carlos Sánchez de Roda en la noticia: «el tratamiento dado a aquellos restos del foco de explosión se había hecho de acuerdo, en todo momento, con Renfe y con el juez». Sumen a la lista de "jueces conspiradores", la de Policía, Guardia Civil y Renfe, todos ellos ocultaron los restos de los trenes, según LD, y a todos les espera el infierno gracias al descubrimiento de LD.
¿En qué consiste tan asombroso descubrimiento? "La noticia más importante en la historia de nuestro periódico" es la misma de la que daba cuenta el diario ABC una semana después de la matanza, 18 de marzo de 2004: Habitaciones con vistas a la matanza. La misma que publicó el diario El Mundo un año después, 6 de marzo de 2005: Reciclando el horror. Pero hay algo más, que el tren 190M de Santa Eugenia no fue destruido. Veamos, componían ese tren dos unidades, cabeza y cola, de tres vagones cada una. La unidad de cabeza era la UT-446-010 (coches 019M, 010R y 020M), y la unidad de cola UT-446-095 (coches 190M, 095R y 189M), en la que el 190M, que ocupaba el 4º lugar, fue el único que sufrió explosión directa. Pues bien, el 190M no fue destruido, se recicló y sigue circulando, por lo que quedaron algunos trozos de chatarra inservible que son los publicitados por LD. No lo digo yo, lo explicó la revista de Renfe, Líneas, y se hicieron eco distintos medios como... Libertad Digital el 5 de mayo de 2009: «En cuanto al vagón atacado del tren de Santa Eugenia, no fue desguazado, sino que se reparó y continúa circulando». El asombroso descubrimiento de LD lleva cinco años en el mismo sitio, LD lo sabía y así lo dice: «Los restos del vagón explosionado en la estación de Santa Eugenia llevan desde mediados de 2007 arrumbados en el cobertizo de Tafesa».
¿Cambia algo? Nuestro descubrimiento, se dicen los conspiranoicos, no es como los anteriores, en el nuestro explotó bomba, nada que ver con el cutre-descubrimiento de Intereconomía: Rodrigo Gavilán localiza cuatro vagones del 11M, que al final no eran cuatro sino uno, el coche 011R, uno de los atacados en la estación de Téllez. No es lo mismo, dicen antes de contradecirse: «esos restos tampoco tienen ya valor probatorio. No podrán ya servir para saber qué estalló en los trenes».
Cuentan los de LD que es inservible pero por el tiempo transcurrido y la ruptura de la cadena de custodia... ¿seguro? En el informe pericial de 2007 se incluyen los objetivos del estudio (páginas 17-18):
-Identificación y cuantificación de los explosivos intactos (se refiere a no explosionados, mochila de Vallecas, Leganés, etc)
-Identificación de los componentes explosivos utilizados en los focos (es decir, componentes de dinamita)
-Estudio de la posibilidad de que la metenamina detectada en informes previos (año 2004) pueda ser un artefacto generado en un cromatógrafo de gases.
Los químicos de la pericial no se plantean encontrar la marca del explosivo, ni siquiera el tipo, así que terminan los peritos, tanto los independientes (Policía y Guardia Civil) como los de parte (defensas y acusaciones), con el siguiente párrafo:
Lástima, han tardado ocho años en desdecirse. Les hubiera sido mucho más fácil llamar a su amigo Francisco Álvarez Cascos y preguntar por qué ordenó el día 12 de marzo de 2004 retirar y desguazar los trenes explosionados. El día 12, a las 7 de la mañana, en la estación de Atocha, junto al presidente de Renfe nombrado por José María Aznar, Miguel Corsini:
«Según el ministro, esta vía y su catenaria no han sufrido daños importantes, por lo que el restablecimiento depende de la capacidad de trabajo de los operarios para retirar y desguazar los trenes explosionados».Entre amigos anda el juego, y Torres-Dulce lo es, además de colaborador habitual de LD como crítico de cine. La jugada de tan reputado jurista puede ser discutible, pero es en cualquier caso un movimiento inteligente. Mucho más que un favor a sus compañeros de Libertad Digital es, en realidad, una última concesión con la que asegurarles un año más el negocio al tiempo que zanja de una vez por todas la conspiranoia. Algo así como decir "oiga, yo hice lo que pude", un regalo envenenado. El año próximo por estas fechas podremos conmemorar el 11M sin teorías absurdas ni empresas haciendo caja con la masacre.
El fiscal amigo de conspiranoicos hoy, Eduardo el Bueno por ahora, se convertirá en un inmediato futuro en malvado conspirador, Eduardo el Malo ocultador de pruebas, cómplice de terroristas y esbirro de Rubalc... de Rajoy. Uno más en la interminable lista de maquiavélicos conspiradores, junto a jueces de la Audiencia Nacional como Juan del Olmo, Javier Gómez Bermúdez, Alfonso Guevara y Fernando García Nicolás, o los tres jueces de la Sección Cuarta de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional que preside Ángela Murillo y todos los del Juzgado Central de Menores con el juez de la Audiencia Nacional José Luis Castro, o los del Tribunal Supremo Juan Saavedra, Andrés Martínez Arrieta, Miguel Colmenero, Juan Ramón Berdugo y Luciano Varela, O los supervillanos Pablo Ruz y Eloy Velasco, los tres magistrados de la Sección 17 de la Audiencia de Madrid, y todos, desde audiencias provinciales hasta Tribunal Supremo, los que han dictado una tras otra resoluciones contra las teorías conspiratorias, además de las decenas de fiscales que participaron en los procedimientos. Todos malévolos conspiradores, ocultadores de pruebas y, como mínimo, cómplices de los terroristas.
Lo de "ocultador de pruebas" es por seguir la tradición del esperpento. Tan "ocultas" están esas "pruebas" -de nadie sabe qué- como que la chatarra "descubierta" mil veces y publicitada hoy por LD es la misma de siempre. «Tanto la Policía, como la Guardia Civil, como Renfe, como el juez, estaban al corriente de la existencia de esos restos», escribe Luis del Pino, y la información en LD añade que «el Ministerio de Interior tenía perfectamente localizado, por tanto, el lugar donde ese vagón estaba y sabía de la existencia de la chatarra que se había extraído de la zona del foco de explosión». "Ministerio de Interior"... de Ángel Acebes, de acuerdo con el Ministerio de Fomento de Álvarez Cascos, tal y como recogen los mismos Luis del Pino y Carlos Sánchez de Roda en la noticia: «el tratamiento dado a aquellos restos del foco de explosión se había hecho de acuerdo, en todo momento, con Renfe y con el juez». Sumen a la lista de "jueces conspiradores", la de Policía, Guardia Civil y Renfe, todos ellos ocultaron los restos de los trenes, según LD, y a todos les espera el infierno gracias al descubrimiento de LD.
¿En qué consiste tan asombroso descubrimiento? "La noticia más importante en la historia de nuestro periódico" es la misma de la que daba cuenta el diario ABC una semana después de la matanza, 18 de marzo de 2004: Habitaciones con vistas a la matanza. La misma que publicó el diario El Mundo un año después, 6 de marzo de 2005: Reciclando el horror. Pero hay algo más, que el tren 190M de Santa Eugenia no fue destruido. Veamos, componían ese tren dos unidades, cabeza y cola, de tres vagones cada una. La unidad de cabeza era la UT-446-010 (coches 019M, 010R y 020M), y la unidad de cola UT-446-095 (coches 190M, 095R y 189M), en la que el 190M, que ocupaba el 4º lugar, fue el único que sufrió explosión directa. Pues bien, el 190M no fue destruido, se recicló y sigue circulando, por lo que quedaron algunos trozos de chatarra inservible que son los publicitados por LD. No lo digo yo, lo explicó la revista de Renfe, Líneas, y se hicieron eco distintos medios como... Libertad Digital el 5 de mayo de 2009: «En cuanto al vagón atacado del tren de Santa Eugenia, no fue desguazado, sino que se reparó y continúa circulando». El asombroso descubrimiento de LD lleva cinco años en el mismo sitio, LD lo sabía y así lo dice: «Los restos del vagón explosionado en la estación de Santa Eugenia llevan desde mediados de 2007 arrumbados en el cobertizo de Tafesa».
¿Cambia algo? Nuestro descubrimiento, se dicen los conspiranoicos, no es como los anteriores, en el nuestro explotó bomba, nada que ver con el cutre-descubrimiento de Intereconomía: Rodrigo Gavilán localiza cuatro vagones del 11M, que al final no eran cuatro sino uno, el coche 011R, uno de los atacados en la estación de Téllez. No es lo mismo, dicen antes de contradecirse: «esos restos tampoco tienen ya valor probatorio. No podrán ya servir para saber qué estalló en los trenes».
Cuentan los de LD que es inservible pero por el tiempo transcurrido y la ruptura de la cadena de custodia... ¿seguro? En el informe pericial de 2007 se incluyen los objetivos del estudio (páginas 17-18):
-Identificación y cuantificación de los explosivos intactos (se refiere a no explosionados, mochila de Vallecas, Leganés, etc)
-Identificación de los componentes explosivos utilizados en los focos (es decir, componentes de dinamita)
-Estudio de la posibilidad de que la metenamina detectada en informes previos (año 2004) pueda ser un artefacto generado en un cromatógrafo de gases.
Los químicos de la pericial no se plantean encontrar la marca del explosivo, ni siquiera el tipo, así que terminan los peritos, tanto los independientes (Policía y Guardia Civil) como los de parte (defensas y acusaciones), con el siguiente párrafo:
«Los análisis efectuados sobre las evidencias o los restos procedentes de una explosión están encaminados a descubrir componentes del explosivo o mezcla explosiva utilizada, por lo que difícilmente se podrá concretar la marca o tipo del explosivo utilizado».Por si alguien no lo entiende: es imposible determinar la marca de un explosivo a partir exclusivamente de análisis de foco. Por esto da igual analizar 4, 40 o 4.000 muestras, el resultado en este caso siempre será el mismo: dinamita. Lo demás es puro negocio, desde el libro Titadyn de El Mundo hasta los delirios de Libertad Digital o Intereconomía, un lucrativo y sangriento negocio.
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