miércoles, 12 de noviembre de 2008

Las lágrimas de Carme Chacón

Vivimos tiempos fáciles para el talibanismo, sea del signo que sea, vivimos tiempos de imbéciles.
En la delirante espiral del todo vale algunos se pasan por el forro a vivos y muertos, y cuanto más se pasan más aplausos reciben de sus lameculos.

Carme Chacón, a quien el Wall Street Journal acaba de situar entre las 10 mujeres más influyentes de Europa, es objetivo de una constante campaña de acoso. Despreciable actitud para hacer caja. Parece que les molestan las lágrimas de la ministra, que lloraba, sí, como lloraban los 16 compañeros que portaban los féretros de sus amigos caídos y muchos españoles con ellos.
Casi siento vergüenza por tener que argumentarlo, así que no lo haré. Lloraba, ¿y qué? ¿dónde está el problema? Problema sería lo contrario.

Hace un par de días Manuel María Bru se refería al diario EL MUNDO en el nuevo Ya como "del nunca nuestro diario El Mundo".
Hoy, el director de programación religiosa en COPE, que ya ha recordado muchas veces que el liberalismo está condenado por la Iglesia, le dedicaba una carta a Juan Andrés y Ruben:
"Aquellos que han fallecido en una guerra por proteger a los más débiles, han sembrado y han dado la vida por los valores de la paz, de la libertad, del progreso, de la ayuda solidaria".

Un escrito lleno de sensatez a los muertos en Afganistán y a los carroñeros que revolotean cual buitres de Zama...
El amor es más fuerte que la muerte. Y estos soldados, ciertamente, han muerto en acto de servicio, un servicio en el que el amor cristiano es el único capaz de explicar porque alguien puede jugarse la vida por la paz, la libertad, el progreso y la ayuda solidaria, como ha dicho el Arzobispo Castrense. Y el dolor por su muerte va unido a esta esperanzadora y alentadora certeza: que su amor es más fuerte que su muerte. Y esto es lo único que hoy importa. Y ante lo cual cualquier consideración crítica sobre el tipo de presencia de las Fuerzas Armadas en Afganistán, sobre si su misión es o no es una misión de paz, o sobre la coherencia o incoherencia de las autoridades civiles que acompañan a las familias y a los compañeros de estos soldados en este día de duelo, es una ofensa a la memoria de estos soldados, a su entrega, al sentido de la entrega de su vida.

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