domingo, 23 de septiembre de 2007

Aspectos jurídicos de la vida, proceso y pasión de Jesús -3

"ASPECTOS JURÍDICOS DE LA VIDA, PROCESO Y PASIÓN DE JESÚS".
JOSÉ FRANCISCO DE QUEROL Y LOMBARDERO

General Consejero Togado del Cuerpo Jurídico Militar Magistrado de la Sala Quinta de lo Militar del Tribunal Supremo.
3ª PARTE:
Más, volviendo al tema jurídico, hemos de aclarar que el concepto legal de delito, como acción u omisión penada por la ley, no tiene necesariamente que coincidir con el de pecado. Hay delitos malos en sí, y delitos que son tales porque están prohibidos. Los Estados no siempre sancionan para retribuir con un mal al mal causado por el delincuente, sino también con un fin de defensa social y defensa de la propia organización política del Estado. ¡Cuántas personas honradas, por razón de Estado, han sufrido persecuciones, encarcelamientos e incluso han sido ejecutadas a lo largo de la Historia...!

Es decir, el concepto de culpabilidad moral no tiene porqué coincidir con el de culpabilidad penal. No se ha dicho de Cristo que cometiere acciones perversas (homicidios, hurtos, etc.), por ello, en principio, no elimina el que pudiera ser autor de delito, puesto que éste no siempre supone maldad o perversidad. En el caso de Jesús, su condena ya estaba predestinada por Caifás por razones que debió entender como de defensa social, cuando dijo aquello de que era preciso que muera un justo para salvar al pueblo.

Planteada así la cuestión; hemos de preguntamos:
¿La conducta y doctrina de Jesús constituía en verdad un peligro para la sociedad organizada de su tiempo? ¿Provocaba Cristo el incumplimiento de la ley?, ¿Excitaba al pueblo a rebelarse?, ¿Originaba conflictos frente al dominador romano?
Veamos:
.-Se imputo a Cristo no obedecer la ley: y es evidente que Jesús, como hemos apuntado, no fue un fanático de la ley, pero, contradictoriamente, a veces la recrudeció:
- La simple ira ya es asesinato.
- El simple deseo adúltero, ya es adulterio.
Y, en cambio, otras veces aparece Jesús en un estado de laxitud evidente frente valores establecidos en la ley.
- El hijo perdido y disoluto (el hijo pródigo) es aceptado y en la casa paterna mejor que el que ha permanecido en ella.
- Los últimos serán los primeros.
- El que se humilla sea ensalzado
- El amo será servidor de sus criados.
- Para tirar la primera piedra a la adúltera hay que estar libre de pecado.
- El hombre dejará a su padre y a su madre...
Si es verdad que el Jesús histórico vivió enteramente sujeto a la ley, también es cierto que nunca vaciló, llegado el caso, en obrar al margen de ella. Sin abolirla, se situó de hecho sobre ella, lo que hace Cristo, al extremar el rigor de su texto, por una parte, y al excusar por otra, su mera observancia formal, es sublimar la ley, dándole un contenido humano e interpretándola como medio y no como fin. Al fin y al cabo, para Jesús, la ley como el sábado, se ha hecho para el hombre y no el hombre para la ley.
Tampoco fue Jesús un sedicioso o un revolucionario que patrocinase la violencia. Al contrario: Jesús es lo más pacífico que se conoce, su saludo es
"Mi paz os dejo, mi paz os doy"
Y el canto de júbilo que se extendió por los campos de Israel, cuando él nació, era el de paz a los hombres de buena voluntad, y, en su sermón de la montaña, bendijo a los pobres de espíritu, a los pacíficos, a los misericordiosos... ¿Qué mayor promoción de la paz que el mandamiento nuevo de "amaos los unos a los otros como yo os he amado"? ¿Qué mayor mensaje de paz que la proclamación de perdón para el enemigo? Mensajes de paz que se contradicen con cualquier idea de violencia. Cuando Pedro, en el momento del Prendimiento, corta con su espada la oreja de Marco, Jesús cura el herido y recrimina al discípulo, guarda la espada en su vaina, quien a hierro mata, a hierro muere.

Cristo no aprobó ni los métodos ni los fines del radicalismo nacionalista zelote. Cristo fue distinto. No predicó revolución no hostilizó el pago de impuesto: "Dad al César lo que es del César, pero no deis al César lo que es de Dios".

.-Ninguna instigación a una guerra de liberación nacional: Jesús alterna incluso con militares romanos; Jesús cura a los esclavos de los mismísimos centuriones.
.-Ninguna propagación de luchas de clases. Cristo amó al pobre, como amó al débil, al enfermo o al desdichado, pues su mansedumbre y misericordia compadeció siempre al infortunio y a la desgracia.
Previno Cristo del peligro del excesivo amor a la riqueza, pero tuvo amigos ricos y hospedaje en casas ricas. Al joven rico que le preguntó:
"Maestro bueno: qué tengo que hacer para salvarme?" le responde con laconismo: "guarda mis mandamientos"
La total generosidad y desprendimiento es exigencia para el caso de que quiera ser perfecto...
El planteamiento que hace Jesús ante la preocupación por la riqueza es, precisamente, el de la absoluta despreocupación e indiferencia. La riqueza está en la confianza en Dios proveerá de Abraham, en el pan nuestro de cada día. No valela pena preocuparse por almacenar bienes, el asegurarse el bienestar es cosa superflua ...
¿Se preocupan las aves del qué comerán o los lirios del qué vestirán?
Al hombre le deja Jesús una regla de conducta que es, al mismo tiempo, una promesa:
"Buscad primero el reino de Dios y su justicia y todo se os dará por añadidura "
Añadidura nada despreciable, pues en las parábolas de Cristo suele cifrarse en el ciento por uno.

De todo esto se desprende que Cristo no era un violento, ni un subversivo, ni un infractor de la ley. Como a pesar de ello fue detenido, fue acusado, juzgado, condenado y ejecutado, hemos de preguntamos: ¿Hubo un error judicial o hubo una prevaricación? El propio Jesús, en el Calvario, parece indicamos, en su agonía, que fue tan sólo víctima de un error, al exclamar:
"Padre, perdónales, que no saben lo que se hacen"
y parece disculpar a Pilatos:
"Quién me ha entregado a ti, tiene mayor culpa".

Esta generosidad de Cristo, que es conforme con su doctrina de perdón y amor al enemigo, no creemos que sea suficiente para aceptar sin más la teoría del error judicial. Porque de la lectura de los Evangelios se desprende con nitidez que tanto los miembros del Sanedrín como el pretor romano Poncio Pilatos, sí sabían lo que hacían. Sabían que condenaban a un inocente. Recordemos:
"Es necesario que muera un justo…(Caifás), "Yo no hallo culpa en él (Pilatos).
Su ignorancia podría estar o estaba en la trascendencia de esta muerte, en no saber que Jesús era el Mesías, el hijo de Dios, el Verbo encarnado. Ignoraban quizás que ejecutaban un deidicio, y esto es lo que no sabían, porque carecían de fe.

Hubo, por tanto, prevaricación dolosa; es decir, consciente e intencionada. Prevaricación que no sólo se consumó con la ejecución de la sentencia, sino que tuvo su principio con el inicio de los trámites procesales.
En efecto, como todo proceso penal, el de Cristo tuvo sus tres fases:

1º.-La de investigación ante el Sanedrín (lo que hoy llamaríamos sumario).
2º.-La de acusación (que es equivalente a lo que hoy llamaríamos plenario).
3º.- El juicio oral, que se desarrolla ante el Pretor romano.

En las tres fases, los jueces intervinientes, de una forma deliberada, buscan y propician una condena de Cristo a la pena capital que los sumos sacerdotes ya tenían predeterminada.
Estas tres fases están tan bien expuestas en los Evangelios, que casi voy a atenerme literalmente a sus concretas palabras.

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