jueves, 24 de septiembre de 2020

Metralla, autopsias y la doctora Baladía en el atentado del 11M

 

Metralla, autopsias y la doctora Baladía en el atentado del 11M

Recientemente ha llegado a mi pantalla el vídeo de un joven youtuber a propósito del 11M. Rubén Gisbert Fraile, de 30 años, abogado y profesor de Artes Escénicas entrevista a la entonces directora del Instituto Anatómico Forense que dirigió el equipo de forenses para realizar las autopsias a 191 fallecidos en el pabellón de IFEMA. 

En esa entrevista y en otras que ha ido dando desde el atentado, la doctora (a partir del minuto 10:15) afirma que: 

-En IFEMA realizaron autopsias completas, mientras que en el atentado del 3 de abril en Leganés no. 

- No había metralla primaria (tornillería) en los cuerpos. 

-En 6 casos había lesiones por metralla secundaria (un 3% de los fallecidos). 

-De esos 6 casos, en 2 encontraron metralla secundaria (un 1% de los fallecidos).

Si desean ver el citado vídeo, “11M SIN RESPUESTAS 16 años después”, lo tienen en el siguiente enlace: 

La entrevista a Carmen Baladía 

Empecemos por el principio, con la entrevista a la que entonces era directora del Instituto Anatómico Forense, la doctora que dirigió los equipos de autopsias a los fallecidos en IFEMA. Su aportación a la mitología conspiracionista consiste en declarar que no encontró metralla primaria (tornillería perteneciente al artefacto explosivo), y su único interés para las teorías de la conspiración es contraponer sus declaraciones con la metralla hallada en la bomba encontrada en Vallecas. Si las víctimas no tenían metralla y la bomba hallada sí -dice la lógica de la conspiración- es que la bomba no pertenecía al mismo grupo que las del atentado en los trenes, era una prueba falsa, era una prueba “colocada” por oscuros poderes para hacer creer que no hubo atentado islamista sino una misteriosa conspiración de no sabemos quién. 

No tenemos ninguna razón para pensar que Carmen Baladía miente, como con cualquier funcionario público, así que procederemos a partir de sus declaraciones. En el siguiente texto quedará más que demostrado que: 

-Hubo metralla primaria en las 13 bombas del 11M. 

-Aproximadamente 1/3 de las víctimas, vivas y muertas, sufrió lesiones por metralla. 

-Entre los supervivientes ingresados, un 36% tenía metralla en su cuerpo. 

-En las 191 autopsias realizadas en IFEMA no se buscó metralla, y por tanto no se reportó su presencia. 

  1. ¿Había metralla en las bombas del 11M?  

Sí, en todas, en algunas poca cantidad, en otras muy poca. Tras el atentado se encontraron 3 bombas sin explosionar. La 1ª la bolsa colocada en el primer vagón del tren 21431 se hizo explosionar en la estación de Atocha: tenía muy poca metralla, casi inapreciable, aún así se tomaron 6 tornillos y 5 clavos para analizar. La 2ª el tercer vagón de la estación de El Pozo, que se intentó desactivar y que finalmente explotó en el andén: tenía bastante metralla. La 3ª la que se desactivó en el Parque Azorín procedente de la estación del Pozo: tenía poca metralla (640 gramos de tornillos y clavos).  

La bomba de El Pozo que se intentó desactivar y finalmente explotó es importante porque se trata de una detonación controlada, fuera de los trenes, sin posibilidad de confusión sobre si la metralla era tornillería o secundaria. Al respecto, el tedax número 65255 que realizo la infructuosa desactivación, declaró en la vista oral: 

Ministerio Fiscal: “¿Por qué, en el dibujo, dibujó usted tornillos y clavos? 

TEDAX 65255: “¿Metralla? 

Ministerio Fiscal: “Sí, metralla”. 

TEDAX 65255: “Porque es la que apareció en el vagón número 3 incrustada”. 

Ministerio Fiscal: “Apareció en uno de los escenarios de las explosiones”. 
  

TEDAX 65255: “Sí, enfrente del foco, el cráter… al intentar su neutralización, se fue y…  dejó un cráter de medio metro por veinte centímetros y, lo que es enfrente del vagón número tres, apareció lleno de clavos. 

De igual modo, el informe pericial conjunto elaborado por TEDAX del Cuerpo Nacional de Policía y de la Guardia Civil con fecha 24 de junio de 2005 (Auto de Procesamiento página 85), confirma la información: 

“La onda explosiva produjo, además, daños poco significativos en el vagón que se encontraba enfrente (vagón 3), consistentes en perforaciones en la chapa por las proyecciones de la metralla que incorporaba el artefacto, y rotura de varios cristales”. 

Sólo por su valor significativo, hay que especificar que los 3 continentes eran distintos. La 1ª de Atocha era una mochila “de tipo colegial”, la 2ª de El Pozo era “tipo macuto”, y la 3ª una bolsa de deportes (lo que entre los conspiracionistas llaman “mochila de Vallecas”). Así consta en el Auto de Procesamiento, desde la página 98. En una conspiración novelesca siempre es más bonito que todo coincida, pero en la vida real los criminales que matan en nombre de Alá y Mahoma suelen ser gentuza de la peor especie, usan lo que tienen a mano y no aspiran a ser estrellas de Netflix (con una excepción quizás, el 11 de septiembre en NY). Esto es importante porque muestra la falta de uniformidad en los artefactos explosivos. 

Tenemos además los focos de explosión. La presencia de metralla se especifica como muy evidente en 3 de ellos (uno es el citado anteriormente de El Pozo). El 1º el vagón 1 de la calle Téllez “se recuperaron clavos y tomillos, utilizados como metralla en el artefacto explosivo”. El 2º el vagón 5 de la calle Téllez “se recuperaron clavos y tomillos, utilizados como metralla en el artefacto explosivo”. El 3º el de El Pozo “proyecciones de la metralla que incorporaba el artefacto”. Todos los entrecomillados pertenecen al Auto de Procesamiento. En el resto de focos se recogieron para analizar pocas pero suficientes muestras de clavos y tornillos del mismo tipo que los hallados en la bomba desactivada. Todas esas muestras detalladas están en las páginas 122 y siguientes del Auto de Procesamiento. 

Por otra parte, la relación carga explosiva versus cantidad de metralla determina en gran medida el efecto de la tornillería. En el Informe Pericial Conjunto elaborado por dos TEDAX de la Policía y dos de la Guardia Civil, a preguntas del juez Del Olmo, dicen que 11 de las 13 bombas estaban compuestas por 10 kilos de dinamita. Son 640 gramos de tornillería para 10 kilos de explosivo, una proporción mínima, nada que ver con los porcentajes que han trabajado habitualmente los Tedax en atentados anteriores, principalmente de la ETA. Aunque la ETA dejó de usar metralla cuando ya no le fue útil, hasta entonces sus artefactos explosivos tenían una relación de entre 1.300 y 1.500 gramos de metralla por Kilo. Veinte veces más que las bombas del 11M, 64 gramos/kilo. Es por esto que en la declaración de un Tedax ante el juez, después de decir que no apreció metralla en un foco de explosión, matiza: “si la metralla es escasa no se puede apreciar”. Acostumbrados a recoger tornillería a puñados, a simple vista, en los vagones se encontraron con un escenario totalmente distinto, con muy poca metralla. 

La escasa cantidad de metralla (los 64 gramos/kilo de explosivo) y que la explosión fuera en recinto cerrado limitaron mucho la acción de la tornillería. El efecto de la metralla es mucho mayor en espacios abiertos. Los Tedax consideran que a unos 6 metros del foco de explosión se encuentran los efectos más catastróficos. Mediante un pequeño ejercicio matemático, si consideramos la superficie interior de una esfera de radio 6 metros con la explosión en el centro, (el área de la superficie de la esfera equivale a sus cuatro radios al cuadrado multiplicados por el número π) la densidad de los impactos de 640 gramos de metralla sobre una superficie de 452 metros cuadrados sería aproximadamente de 1,5 gramos por metro cuadrado, o dicho de otra manera, un clavo de 3 gramos cada 2 metros cuadrados.  

Resumiendo, se recogió tornillería en todos los focos y en la bomba desactivada, en 4 casos la investigación sobre el terreno recoge una presencia importante de metralla primaria, clavos y tornillos pertenecientes al artefacto explosivo, y en 9 casos la presencia de metralla primaria era muy escasa. Al respecto cabe destacar que durante las sesiones del juicio nadie preguntó por este particular a Tedax, testigos o a la misma doctora Baladía, que tiempo después entrevistada en prensa sobre la razón de que no expusiera sus dudas durante el juicio, respondió: “nadie me preguntó” (sobre la metralla). Es decir, documentar la metralla en cada foco no tenía importancia para los investigadores, no la buscaron. Era más que suficiente con las muestras encontradas y su importancia residía en el hecho de que se trataba de la misma tornillería en los focos y en la bomba sin explotar. 

  1. ¿Había metralla en los cuerpos de fallecidos y heridos? 

La doctora Baladía afirma que ella y su equipo no encontraron metralla primaria (tornillería) en ninguno de los 191 cuerpos que les tocó procesar, y que en apenas 6 casos hubo lesiones por metralla, de los cuales se encontró metralla secundaria (objetos ajenos a las bombas) en “uno o dos” casos. Es decir: en un 0% metralla primaria, en un 1% metralla secundaria y en un 3% lesiones por posible metralla. Por el contrario, los médicos que trataron a los 1.755 heridos encontraron metralla en partes blandas (cabeza-cuello, tronco, extremidades) en un 38% de los atendidos (un 36% según otras fuentes) y en un 83% de los pacientes críticos.  

El informe “Terrorismo y salud pública. Gestión sanitaria de atentados terroristas por bomba”, Ministerio de Sanidad y Consumo 2007, recoge la información del Hospital Gregorio Marañón que atendió a las víctimas, y replica el original en inglés “Casualties treated at the closest hospital in the Madrid, March 11, terrorist bombings”, 2005, de los doctores J Peral Gutierrez de Ceballos, F Turégano Fuentes, D Perez Diaz, M Sanz Sanchez, C Martin Llorente y J E Guerrero Sanz. En ambos se da un 36% de heridas por metralla. 

A su disposición el original en inglés aquí: 

Y el del Ministerio de Sanidad y Consumo (página 137, tabla 1. Lesiones encontradas en 243 pacientes evaluados entre los 312 atendidos en el HGUGM de Madrid el 11-M) aquí: 

Dado que para los médicos no tiene ningún sentido diferenciar los tipos de metralla (por ejemplo, los huesos de un terrorista suicida actúan como metralla, pero para el doctor será sólo eso, metralla que ha herido a su paciente), si tomamos las cifras totales resulta que en el 100% de los focos de explosión hubo metralla, en las autopsias se halló en un 1% y hasta un 3% pudo tener lesiones a causa de, mientras que en los heridos la cifra asciende a un 36%. ¿Es posible esta discrepancia?  

Si entre los pacientes críticos la presencia de metralla ascendía al 83% de los ingresados, ¿puede entre los fallecidos encontrarse sólo en un 1%. ¿Mienten los médicos del Gregorio Marañón? ¿Miente la doctora Baladía? La respuesta es que es perfectamente natural y lógica la discrepancia, por supuesto que no mienten ni los médicos del Marañón ni la doctora Baladía. Alguien se equivoca. Las razones son más que obvias e intentaré explicarlas a continuación. 

  1. Las autopsias de IFEMA 

El objetivo de cualquier autopsia es triple, establecer el origen, causa de la muerte e identidad del fallecido.  

Origen, muerte natural o violenta (una bomba, por ejemplo). 

Causa es el traumatismo, enfermedad o combinación de ambos, responsable de la iniciación de la serie de trastornos fisiopatológicos, breves o prolongados, que terminan con la vida de una persona, determinando la causa fundamental y la inmediata (en un caso de traumatismo abdominal cerrado con muerte tres días después por peritonitis, la causa fundamental es el traumatismo abdominal y la peritonitis la inmediata). 

Identificación, determinar la identidad del finado mediante documentación en el cadáver, huellas dactilares, radiografía dental, signos externos como tatuajes o piercings, internos como un marcapasos, o realizando un análisis de ADN.  

En el caso que nos ocupa el origen de la muerte era claro, la causa una explosión, y lo que era el principal cometido de los forenses era la identificación de los cuerpos. Es la propia doctora Baladía la que aclaró esto en su comparecencia ante la Comisión del 11-M del 6 de julio de 2004, reseñada en el Diario de Sesiones del Congreso y que se puede leer aquí: 

En ella, a partir de la página 27, la entonces directora del Instituto Anatómico Forense explica que su objetivo primordial, irrenunciable, era la identificación de los muertos: 

“para el médico-forense el objetivo primordial, irrenunciable, es la identificación de los cadáveres”. 

me preocupaba muchísimo la identificación. Vuelvo a repetir que para todos los forenses la identificación de los cadáveres es algo fundamental”. 

la identificación, que, como he dicho al principio, es el fin primordial en una situación de estas características”. 

El tiempo dedicado a esas 191 autopsias fue de 12 horas, algo realmente notable. En palabras de la doctora Baladía: “Las autopsias se comienzan a las trece horas y veinte minutos del día 11 de marzo, alrededor de la una de la tarde del 11 de marzo, y se terminan a la una y veinte minutos de la madrugada del día 12” (página 28). Dicho de otra manera: 16 autopsias por hora. 

Un trabajo impresionante por el que recibieron felicitaciones de todo el mundo. En la misma comparecencia cita la felicitación “del director del Instituto de Tel-Aviv, del homólogo al Instituto Anatómico Forense de Madrid, que tienen una experiencia extraordinaria”. Y añade: “Hemos recibido correos preguntándonos cómo lo habíamos hecho y diciéndonos que con la experiencia que tienen ellos, les tenemos que dar lecciones”. Queda claro que realizar 191 autopsias en 12 horas es una labor extraordinaria. Y realizar 191 autopsias completas en 12 horas es imposible, por eso sus colegas se preguntaban cómo lo habían hecho. Simplemente no lo hicieron, no se hicieron autopsias completas. 

En el documento antes citado, “Terrorismo y salud pública”, detallan cómo se practicaron las autopsias. Se habilitaron 7 mesas de autopsias. En cada mesa, “tres médicos forenses, tres miembros de la policía científica (Policía Nacional y Guardia Civil), uno de ellos un fotógrafo. Además, había dos fotógrafos del Instituto Anatómico Forense que cubrían los reportajes de los siete puestos”. Suponiendo que las 7 mesas funcionaran sin pausas durante 12 horas, esto nos da unos 25 minutos para cada autopsia. El tiempo habitual para realizar una autopsia puede ir de 2 a 4 horas, si no hay complicaciones, y los primeros hallazgos de una autopsia, generalmente, están disponibles en 2 a 3 días. Las autopsias de IFEMA tomaron unos 25 minutos cada una 

Se dedicó una sección exclusivamente a radiología, con “aparatos portátiles que fueron trasladados desde un hospital cercano, dos médicos forenses y dos técnicos en radiología. El objetivo principal del examen radiológico era la búsqueda de elementos identificativos tales como material de osteosíntesis, trabajos odontológicos”. Y sigue el informe: “Del total de las 191 víctimas mortales, 145, es decir, el 76% aproximadamente, fueron identificadas por medio de huellas dactilares”. “De los 46 casos restantes 15 de ellos (el 8%) pudieron identificarse en base a un conjunto de elementos procedentes del examen de las ropas y efectos personales, presencia de tatuajes, datos médicos tales como intervenciones quirúrgicas previas, datos odontológicos, y el reconocimiento final directo por parte de familiares”. “Los 31 casos restantes, correspondientes a los cadáveres en peor estado, fueron identificados mediante técnicas de DNA”.  

Tenemos 145 identificaciones por huella dactilar, 31 identificaciones por ADN, y 15 identificaciones por efectos personales, marcas, radiología odontológica y/o reconocimiento directo. Los aparatos radiológicos portátiles tuvieron poco trabajo pues tal y como relata el documento se carecía de odontogramas y radiografías dentales antemortem. Dicho de otra manera: los radiólogos no buscaron metralla, no tenía sentido buscarla. 

Respecto a las causas de la muerte, tenemos tres: 

“Traumatismos mecánicos debidos a elementos procedentes directamente del artefacto explosivo o del entorno”. 

“Traumatismos térmicos (quemaduras)”. 

“Lesiones por la acción de la onda expansiva”. 

Por último, y a modo de colofón, los doctores indican que: 

No se efectuaron autopsias completas, salvo en muy pocos casos, ya que el examen externo permitió en la gran mayoría de casos determinar las causas de la muerte. Es posible que la práctica de autopsias completas nos hubiera proporcionado datos relevantes de interés en el ámbito de la Patología Forense, pero en todo momento, dadas las características del siniestro, nuestro objetivo principal, como ya he dicho, era la identificación de las víctimas”. 

Repito: No se efectuaron autopsias completas y el objetivo principal era la identificación. En ningún caso buscaron metralla y, por tanto, no la vieron. 

A mayor abundamiento los propios doctores describen qué tipo de autopsias realizaron. Me parece muy relevante que puedan leerlo en sus propias palabras tomadas del informe “Terrorismo y salud pública” (páginas 174 y siguientes): 

“Los médicos forenses realizaban el examen externo del cadáver y recogían los datos de carácter identificativo (características generales de sexo, edad aproximada, color del pelo, descripción del retrato hablado, presencia de cicatrices o tatuajes, entre otros) y las lesiones presentes, así como muestras para análisis complementarios (por ejemplo, análisis químicos de explosivos).La recogida de los datos postmortem derivados del examen del cadáver se realizó, en esta fase, de forma no protocolizada por parte de los médicos forenses. Aunque se prepararon copias de los formularios DVI de identificación de víctimas que incluyen de forma normalizada todo tipo de datos derivados del examen externo e interno del cadáver, éstos no fueron utilizados. El hecho de no utilizar formularios protocolizados comportó una serie de inconvenientes y limitaciones tales como: “ 

Cada médico forense recogió los datos que le parecían más interesantes o convenientes de manera arbitraria, no atendiendo a un modelo único y uniforme para todos. Este hecho motivó que la información recogida fuera incompleta en muchos aspectos, e imprecisa”.  

“En muchos casos no se incluía la identificación del forense o forenses que habían practicado el reconocimiento del cadáver, fundamental para posteriores consultas sobre el contenido de las notas y responsabilidad del trabajo efectuado y cadena de custodia”.  

“Los restos cadavéricos de suficiente entidad (como miembros, por ejemplo) se colocaban en una mesa para su cotejo con los cadáveres procedentes de la misma zona de atentado. Aquéllos que no podían ser adjudicados eran depositados, junto con los restos de menor entidad, en bolsas denominadas “bolsa cero” para la obtención posterior de muestras de ADN”. 

Es decir, no hubo una orden de buscar metralla en los cuerpos. Cada forense actuó según su criterio para identificar los cuerpos, que era su objetivo. 

  1. Conclusiones: 

Se dedicaron 25 minutos a cada autopsia (no de 2 a 4 horas como es habitual). 

No se efectuaron autopsias completas, salvo en muy pocos casos. 

Cada médico forense recogió los datos que le parecían más interesantes o convenientes de manera arbitraria. 

La información recogida era incompleta en muchos aspectos, e imprecisa. 

145 identificaciones por huella dactilar, 31 por ADN, y los cuerpos enviados a radiología fueron un máximo de 15. No se realizó un estudio radiológico de cada cuerpo para encontrar metralla. 

La ausencia de instrucciones precisas y de una clara cadena de mando favoreció la improvisación y una actuación arbitraria por parte de los médicos forenses en la recogida de los datos” (página 177 del informe). 

No se buscó metralla en IFEMA. 

Se busca metralla en los vivos, no en los muertos, porque dada la situación y premura carecía de sentido hacerlo cuando lo importante era la identificación. 

Todo lo anteriormente argumentado, que es de dominio público, contradice las declaraciones de la doctora Carmen Baladía Olmedo al youtuber Rubén Gisbert Fraile.  

La misma sentencia del Tribunal Supremo cuando establece indemnizaciones por secuelas (página 60 y siguientes), detalla los casos de 17 personas indemnizadas por secuelas de la metralla. En 2006, Javier Gismero, miembro de la AVT y víctima del 11M, realizó un emotivo discurso ante su asociación y dijo que “además de un 80% de sordera” habían “sembrado todo mi cuerpo con pedazos de metralla”. Como Jesús Ramírez, con el cuerpo también lleno de metralla que le perforó incluso un pulmón, que pasó años de operaciones y secuelas. O como aquel otro miembro de la AVT, José Luis Sánchez, que extrajo de la cara de su esposa en IFEMA un clavo oxidado, idéntico a los clavos hallados en distintos focos de explosión y en la bomba sin detonar. 

Ante las abrumadoras evidencias, y negándome a pensar que alguien mienta sobre un tema tan sensible, la única conclusión que puedo extraer respecto a lo dicho por la doctora Baladía es lo que en sus propias palabras expresó ante la Comisión de Investigación el 6 de julio de 2004 (página 27): 

“Les tengo que pedir disculpas si en algún momento no me acuerdo muy bien de los números o de las horas porque, aunque ya estoy muy recuperada, tengo cierta desorientación temporoespacial. Yo les decía a mis compañeros en algunos momentos, en plan de broma para relajar la tensión: Estoy disléxica. Entiendo que pienso bien, pero soy incapaz de no equivocarme al hablar. Era el terror que vivimos y las horas sin descanso tan continuadas”. 

No hay otra explicación.

1 comentario:

  1. Siempre hay un tonto que vuelve con el tema.
    Si es que no me aclaro con los conspuranoicos

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